Catatonia in Catalonia
La presión ambiental sobre nuestras opiniones y preferencias puede ser muy fuerte, pero no es insuperable. Un ejemplo de ello es Jordi Mercader, quien fuera director de comunicación de Pasqual Maragall: es aficionado confeso del Real Madrid y reivindica el derecho a escoger sus gustos libremente. En su libro 'Mil dies amb PM' se refería hace ocho años al nombramiento de Miquel Sellarès para un cargo público del tripartito. Lo describía como "expert, segons es diu, en temes del País Basc, reconegut agitador sobiranista, director de revista i web nacionalistes subvencionades per les institucions, a més de fundador d'una fundació que viu dels fons públics". Expresiones que denotan la distancia guardada por Mercader con Sellarès.
¿Nos habremos de volver de cartón y dejar hacer, renunciando a la claridad por miedo a tener problemas? Sería un error
Por un lado, Mercader manifestaba despreocupación ante alguien que era "en aquellos días confeccionador de dossiers de prensa", pero parecía no dar importancia a sus teorías sobre la política a seguir por la Generalitat, referentes a la comunicación. Definía a Sellarès, hombre de confianza de Carod, como un "decidido defensor del espacio de comunicación catalán", partidario de "obstaculizar el desarrollo en Cataluña de las empresas españolas de comunicación", en especial la del grupo Prisa, y de que el Gobierno de Pujol hubiese comprometido más de 1.000 millones de pesetas en el semanario "El Temps i el seu entorn catalanista al País Valencià".
Si bien se puede presumir una discrepancia, velada y tenue, Jordi Mercader no se mojaba tampoco. En estos detalles veo el síntoma de una debilidad política. Una lástima: ¿no hay ahí un consentimiento gratuito a un flujo maníaco de ideas? ¿No es tal tolerancia el anuncio de un dolor posterior, el que se ocasiona al cerrar el paso al flujo de la razón y del poderoso e imprescindible sentido crítico?
En 'Psicogénesis de las enfermedades mentales' (Trotta), Jung recuerda que su maestro Bleuler enseñaba que una causa psicológica puede provocar los síntomas de una enfermedad, pero no el sufrimiento mismo. No hay una causa única para una enfermedad. Sin embargo, importa mucho la actitud a seguir en un conflicto avasallador. ¿Nos habremos de volver de cartón y dejar hacer, renunciando a la claridad por miedo a tener problemas? Sería un error. Lo que se precisa es disponer de un núcleo sólido, indomable, sufrido, veraz y flexible donde asirnos. Organizarlo es un deber local de libertad, progreso y solidaridad.
El concepto de 'catatonia' se originó en Alemania en el último cuarto del siglo XIX. Hoy se entiende por él un síndrome esquizofrénico, caracterizado por la rigidez muscular y el estupor mental que genera, y acompañado a veces de gran excitación. Está claro que conviene evitar su arraigo entre nosotros.