La refundación de CDC
Artur Mas ha declarado que la Casa Gran del Catalanisme es su modelo para refundar CDC con el objetivo de ampliar su espacio.
De entrada, llama la atención que el encargado de refundar CDC sea quien la ha destruido. También es sorprendente que la refundación quiera hacerse manteniendo el independentismo, causante primordial de su perdida de peso electoral y social .
Estas paradojas son el reflejo del desconcierto de CDC. Encargar refundar un partido a quien ha pasado de 62 diputados en 2010 a 50 en 2012, a 30 en la lista de Junts pel Sí y con perspectivas de continuar cayendo sin freno en caso de haberse repetido las elecciones autonómicas, no parece la decisión más apropiada.
Mas no sólo ha favorecido el sorpasso de ERC en las generales del 20D sino que ha relegado a su partido a la quinta posición en número de votos. Además, ha convertido a Ciudadanos en primera fuerza de la oposición en el Parlament, un partido nacido por oposición al nacionalismo pero que ha ido ocupando el espacio sociológico de CDC al convertirse en el referente español del centro liberal-reformista.
Si quiere recuperar su centralidad, la refundada CDC tiene que explicar que la independencia no es un objetivo alcanzable a corto o medio plazo y, por tanto, debe quedar aplazado hasta mejor ocasión
Esta situación sólo se explica porque CDC es un sindicato de cargos y ex cargos públicos en los que el fundador, Jordi Pujol, continua manejando los hilos.
Con Mas en la sala de máquinas, manteniendo el independentismo a corto plazo como eje de su programa, ¿qué hace pensar a los dirigentes convergentes que es posible recuperar la fortaleza, no ya de una Casa Gran que nunca existió, sino de una federación, CiU, que ha sido desde 1980 lo que ahora dice querer volver a ser CDC?
El independentismo estuvo siempre latente en CDC. "Paciència, paciència fins a la independència". Su explicitación y su planteamiento, no como un objetivo estratégico a largo plazo, sino como algo a materializar en el corto plazo, han motivado, junto a la corrupción, su destrucción.
Una vez explicitado el objetivo independentista en el ideario convergente, le toca a la refundada CDC, si quiere recuperar su centralidad, el acto de realismo de explicar --sin necesidad de abandonar el objetivo final-- que la independencia no es un objetivo alcanzable a corto o medio plazo y, por tanto, debe quedar aplazado hasta mejor ocasión.
¿Pero quién le pone el cascabel al gato? De momento el gobierno de Junts pel Sí ya ha renunciado a gobernar Cataluña. Nada se puede solucionar hasta la independencia, según sus dirigentes. El Parlament tiene planteado jugar a hacer leyes que nunca estarán vigentes y a iniciar procesos constituyentes condenados al fracaso. No parece un programa muy atractivo para volver atraer a clases medias que no sean independentistas pata negra o clerecía subvencionada.
En conclusión, Mas tiene complicado su objetivo oficial. El otro, el de dejar atrás los problemas legales derivados de la corrupción, sería mucho más factible con una renovación real en el liderazgo convergente. Imagínense a Rajoy refundando el PP.