El virus del nacionalismo
El otro día asistí a un acto de Jóvenes de Ciudadanos al que fueron invitados Sergio Fidalgo y Tomas Guasch, para que nos dieran su punto de vista sobre la instrumentalización del deporte a manos de la política.
Para los nacionalistas, si no eres catalán de pura cepa, o se te ocurre la brillante idea de decir: “oye, yo estoy orgulloso de ser catalán y español” te van a tildar de todo tipo de despropósitos
Sinceramente salí sorprendido, al escuchar a los locutores exponer realidades tan veraces y tan sorprendentes, que no podía dar crédito a lo que estaba escuchando. Casos, por ejemplo, como periodistas de cierto prestigio en el mundo del periodismo, decir barbaridades como: “Que para ser buen catalán, hay que ser del FC Barcelona e independentista”. Yo soy culé y, como tal, me parece lamentable utilizar un club de futbol, una institución deportiva, para llevar cualquier mensaje político ya sea falso y manipulado o real y verdadero. Y menos aun, mensajes que se usan para crear odio y reivindicar una causa que no representa a la mayoría de catalanes y solo consigue dividir a la sociedad.
Tomas Guasch decía estar preocupado, algo que comparto, porque dice que este proceso se volverá más feo e, incluso, puede que violento. Y es que si a la gente le vendes un paraíso cuando está pasándolo mal, se aferran a cualquier idea que pueda ayudarles a salir de la situación complicada en la que viven pero después al darse cuenta de que todo era mentira y la tierra prometida no llega, la gente se cabrea y puede pasar cualquier cosa. El discurso nacionalista se basa en eso principalmente, vender la moto barata, intentando imponer una manera de pensar única y marginando a todo lo que difiera de esas ideas. Porque todos sabemos que para los nacionalistas catalanes, si no eres catalán de pura cepa, o se te ocurre la brillante idea de decir: “oye, yo estoy orgulloso de ser catalán y español” te van a tildar de todo tipo de despropósitos estilo: “Mal catalán, facha, botifler, etc”. Porque piensas en contra de lo que es perfecto.
Volviendo al tema deportivo, para mí lo más auténtico es cuando se disputan las olimpiadas, o cuando juegan las selecciones nacionales. Allí nadie se pregunta de dónde viene este o qué piensa o qué quiere: allí todos se unen juntos para ganar, sin importar ideologías ni nada distinto que no sea el ganar y llevar la representación de un país lo más arriba posible. Desde aquí, agradecer a gente como Sergio Fidalgo y Tomas Guasch por decir las cosas como son y denunciarlas sin miedo.