La ausencia ideológica
El nerviosismo entre las distintas formaciones políticas está a flor de piel, llevan bajo el sobaco el "vademécum" que al menos les permite conocer rápidamente el nombre de las enfermedades que tiene esta sociedad, pero ello no les permite ni analizar su génesis, ni aplicar recetas específicas para dichas enfermedades, prefieren recetar un sin fin de medicinas que si no matan, alguna cosa habrá arreglado aunque sea a costa del hígado o de los riñones. Es decir aunque sea en contra de los principios que dicen defender.
El mensaje de determinados políticos es "el debate izquierda – derecha no existe, ya está superado"
La política de cirugía les está vetada, la corrupción puede seguir campando a sus anchas, ya que si esta desaparece se acaba su propia financiación y se quedan sin clientes/proveedores. Será mejor mantener al enfermo aunque ello cueste una parte de los beneficios.
Si de una encuesta se desprende que la población lo que quiere del político es que gestione bien, no importándole la opción política que represente, automáticamente el mensaje de determinados políticos es "el debate izquierda – derecha no existe, ya está superado". La misma afirmación podemos encontrar en aquellos recién llegados que en un intento de erigirse en portavoces de la indignación, rechazan el antagonismo de izquierda y derechas. Hay que ir en busca del centro que es donde está el caladero de votos.
Felipe González, posiblemente el hombre que más encumbró el Socialismo en España y que, a la vez, posiblemente sea el artífice de su destrucción, fue precisamente con mensajes de ese tipo con los que empezó la deriva de las ideologías, solo hay que recordar aquella frase: "Que importa que el gato sea blanco o negro, lo importante es que cace ratones". Tal vez esta frase es la que aplicó para su plan en la lucha contra el terrorismo. Hay una cita que sin duda es más democrática y ajustada al derecho que debió de haber empleado: "El fin no justifica los medios".
Esta frase parece ser la conducta de muchos, hoy sin ir más lejos he escuchado de un representante sindical, que no piensan hacer dimitir a un cuadro suyo, usuario de las tarjetas Black, con la cual ha pagado gastos del sindicato, por entender que dicho personaje no ha cometido ningún delito ni tan siquiera falta alguna. Es de suponer, porque lo empleó para hacer el bien al sindicato, pues nada, adelante con los faroles. Así no me extraña que pierdan sindicación y que se les confunda con la patronal. Parece que nos hemos olvidado que las formas en democracia son importantes. Es la misma actitud que mantiene Podemos con el Sr. Monedero. En otra manifestación realizada en el transcurso del día de hoy, he escuchado, "hay que encarcelar a aquellos que dan cobijo a los sin techo a cambio de que cuiden sus propiedades". Dicho así podríamos estar de acuerdo por suponer un abuso del empleador. ¿Pero se ha parado a pensar este sindicalista cuantos ciudadanos en estos momentos no tienen nada, ni para comer, porque sus amigos sindicalistas y muy probablemente de acuerdo con la patronal, firmaron un ERE tras otro que puso de patitas en la calle a muchos ciudadanos sin darle un puesto de trabajo alternativo, y todo para que el empresario siguiera explotando a otros seres humanos a bajo coste para ser competitivos?.
Pero a lo que vamos, se empieza renunciando al marxismo, se da una vuelta uno por la socialdemocracia y acaba en el liberalismo más atroz cuyas consecuencias las sufrirán las clases más desfavorecidas. Eso sí, los promotores de estas ideas acaban en los consejos de administración de las grandes empresas desnacionalizadas o con patrimonios que tienen que administrar a través de Sicavs, con cuentas millonarias en los paraísos fiscales, a los cuales decimos combatir.
Todos hacen populismo barato, todo vale en la búsqueda del voto, si son de derechas hablan de programas sociales, ocultan sus verdaderas intenciones de seguir especulando con productos financieros, de hacer una administración endogámica a través del enchufismo, ocultando que son los gestores de los negocios de sus amigos, facilitándoles el acceso por un módico precio a los contratos públicos.
Si dicen representar al socialismo, prometen la regeneración de la vida política, eliminar a los corruptos y en hacer una mejor redistribución de la riqueza, cuestiones estas todas nobles, pero como se les ha olvidado lo que es el socialismo, tejen redes clientelares para la redistribución de la riqueza, los dirigentes buscan las poltronas de los consejos de administración de las grandes empresas y por cuestiones de estado hacen las reconversiones industriales dejando un reguero de paro. Y por esas misma razones de Estado venden Soberanía Nacional, a cambio de esa venta, se destruye el Estado del Bienestar.
En el fondo a ver si van a tener razón los que dicen que el binomio izquierda -derecha, ya no existe, pues visto estas desde la perspectiva de la historia más reciente y desde la más radical actualidad, en el fondo los único que les separa es su concepto de Nación, para unos este concepto es único, es decir la existencia de una sola nación, para los otros es matizable según convenga con quien tengamos que hacer pactos poselectorales o en función de los diputados que aporten sus distintas organizaciones territoriales, y de lo contaminadas que estén estas de los nacionalismos periféricos.
En este campo hay manifestaciones de todo tipo que van desde “el hecho diferencial” otorgado a algunos territorios, a la propuesta de reforma constitucional para la implantación de un Estado federal Asimétrico, es decir, según te portes tendrás más o menos competencias. Sin importar el desequilibrio interterritorial, las comunidades más pobres y menos beligerantes pagaran el pato.
Las propuestas programáticas se acaban pareciendo más a un acto de fe que a un compromiso social. En definitiva a un contrato entre la opción política que promete y el ciudadano que vota.
Se empieza renunciando al marxismo, se da una vuelta uno por la socialdemocracia y acaba en el liberalismo más atroz cuyas consecuencias las sufrirán las clases más desfavorecidas
De lo que si estamos seguros es que hay partidos de derechas, que son defensores de sus riquezas, no de sus promesas, las promesas de derechas no son más que el camelo para conseguir votos de los indecisos, de los crédulos que jamás verán conseguidos sus nobles deseos de cambio.
Tampoco hay porque fiarse de los advenedizos, pues nada han demostrado, sino el oportunismo, parafraseando a Winston Churchill: "Los antifascistas de hoy son los fascistas del mañana" y, añado yo, si es que ya no lo son.
Que la izquierda esta fraccionada, es un hecho irrefutable, las causas múltiples y de colorines, es tan así que los comunistas, los de siempre, por su intento camaleónico de acomodarse al entorno han perdido hasta su nombre, han añadido a sus siglas letras para hacer una sopa, hasta se han convertido en eco-socialistas, dentro de poco serán transgénicos.
El socialismo democrático, encarnado prácticamente por el PSOE no está en su mejor momento, la falta de líderes claros, la corrupción, al igual que su intento de pasar la barrera de la socialdemocracia, como el no tener un modelo de Estado, les ha pasado factura. Hoy pululan por nacionalismos rancios. Desprecian a su militancia con primarias que cundo el resultado de estas no es conforme con la dirección, descabalgan al elegido, actuando como cualquier buró político de cualquier partido comunista de la vieja URSS.
Ninguna de las opciones políticas aquí mencionadas, tiene una coherencia entre lo que dicen ser y lo que son, entre la ideología que dicen profesar y sus actuaciones. Para mayor desgracia de alguna de ellas, verán a sus líderes sentados en los banquillos de los acusados por financiación ilegal, por beneficiarse del producto de la corrupción.
Dada mi condición de Secretario General del Partido Socialista (PS), partido que no lleva ninguna mochila en la que porte corrupción, deslealtad, secesionismo, enriquecimiento ilícito, etc. y dando por hecho que la vida política española necesita urgentemente un tratamiento adecuado para recuperar la salud, proponemos la urgente recuperación de los valores democráticos, para ello es necesario un cambio de la Ley Electoral donde un hombre o una mujer represente un voto. Proponemos la reforma de la Constitución, donde queden perfectamente reflejados los niveles del Estado del Bienestar, donde la Educación y la Salud pública, sean patrimonio de todos los ciudadanos y sus bienes sean enajenables. Proponemos que no se admitan en la Constitución formaciones políticas que vayan en contra de la propia naturaleza de la misma. Proponemos en definitiva un pacto de Estado que nos lleve a los más altos niveles de democracia y de recuperación de los valores de la dignidad política.