Pensamiento
El Lerroux de Vallecas (II)
Escogí en la primera parte de 'El Lerroux de Vallecas (I)' el impacto que causó el primer mitin de Pablo Iglesias en Cataluña el pasado 21 de diciembre. En ella constato el nacimiento de un líder carismático cuya irrupción en la política catalana ha acabado con el relato de una Cataluña en conflicto permanente con España, y ha restaurado el viejo enfrentamiento entre izquierdas y derechas, es decir, entre los de abajo contra la casta de los de arriba. La clásica lucha de clases en versión de Podemos.
Esta irrupción de Pablo Iglesias contra la casta catalana, y su credibilidad frente a la corrupción le han catapultado hasta convertirlo en una verdadera amenaza para la hegemonía política del nacionalismo
Esta irrupción de Pablo Iglesias contra la casta catalana, y su credibilidad frente a la corrupción le han catapultado hasta convertirlo en una verdadera amenaza para la hegemonía política del nacionalismo.
Por lo que hemos ido viendo en entrevistas posteriores al mitin del 21 de diciembre de 2014 en Catalunya Radio, TV3 y sobre todo, la última de El periódico del 28 de diciembre, Pablo Iglesias no sólo se ha reafirmado en su ataque a la casta catalana, sino que ha clarificado por completo su posición frente al derecho a decidir. Ante la pregunta del periodista sobre si Cataluña tiene o no derecho a decidir unilateralmente, si el pueblo catalán es sujeto político y soberano, Pablo Iglesias contestó: “La cuestión no es lo que yo quiera o prefiera, sino lo que dice el ordenamiento jurídico existente, que en su día negoció el catalanismo político. La legalidad vigente no permite en términos jurídicos que eso se produzca, eso lo sabe todo el mundo”. Y le remitió a un proceso constituyente, pues fuera de la ley nada es posible.
Un día antes, el coordinador general de CDC, Josep Rull, en una entrevista para la ACN, ya se había despachado a gusto contra el intruso. Descalificó a Podemos y a su líder, de “lerrouxistas”, “jacobinos”, de “instrumento de la casta española” y de la “derecha más terca” para intentar “evitar que se rompa España”. “Sería aquella idea del antes roja que rota”, dejó dicho. Para culminar la colección de estigmas con un broche de oro, calificó a Podemos como “el caballo de Troya del Estado" para desactivar el proceso soberanista. Y barriendo para casa, mostró el antídoto para acabar con él: elecciones plebiscitarias. La desesperación agudiza el ingenio: "cuanto más plebiscitarias sean las elecciones, menos Podemos; y cuanto más normales sean las elecciones en Cataluña, más facilidades para que Podemos pueda avanzar". Todo un tratado de estigmas en un tiempo de inquisidores y brujas. Manuel Delgado, el mayor tonto útil después del insuperable Pepe Álvarez de UGT no ha querido dejar sola a la casta nacionalista y ha demostrado una vez más el valor de la antropología del alienado en carne propia: “Podem contaminarà de lerrouxisme allà on vagi”. ¡Ven como el título no es en vano!
Como vemos, el catalanismo, el nacionalismo, el secesionismo (muñecas rusas que ya no engañan a casi nadie) han desatado sus demonios contra el intruso. Tienen sus razones, se acaban de cruzar con un hueso difícil de roer. Lo vimos en la entrevista a cara de perro que Mònica Terribas le realizó en Cataluña Radio. Acostumbrada a acosar emocionalmente a todo sospechoso de no comulgar con el proceso identitario por el mero hecho de ser sospechoso de ser sospechoso, se encontró con un líder político sin síndrome franquista. De él han vivido desde la transición, en él han caído políticos e intelectuales como si por el mero hecho de servir al Estado fueran cómplices de la España franquista y tuvieran que redimir una deuda inacabable con Cataluña. Pablo Iglesias ha roto con ese fardo, no se deja, no les tiene respeto alguno; es de otra generación, tiene otros modales y es él el que los cataloga de casta y los desprecia.
La planchó cuando lo intentó por undécima vez con un tema muy despreciado en Cataluña, el ejército. “Por cierto, -le espetó la Bienpagá dando por supuesto su aversión al ejército- ¿se cargaría al ejército?” Y él con aplomo le contestó. “¡En ningún caso!, ¡en ningún caso!” […] “Yo creo que la soberanía tiene que ver con que existan ejércitos […]”
Podemos va en serio y en serio deberíamos tomarlo
Como vemos, la fuerza desatada en el mitin del día 21 en Barcelona, no fue flor de un día, ni tampoco de un solo líder. Ayer mismo, en el periódico secesionistas catalán Ara, el secretario de Política de Podemos, Iñigo Errejón advirtió: “para reconocer el derecho de autodeterminación” de Cataluña “hace falta un cambio jurídico-institucional”. Las cosas no se pueden decir más claras, Podemos va en serio y en serio deberíamos tomarlo. Sin embargo…
Sin embargo, Podemos aún no ha pasado la prueba del PSC. Metidos en estos días en un proceso electoral interno para designar a sus responsables políticos en Cataluña, podrían estar descuidando la capacidad camaleónica del catalanismo para adaptarse al paisaje y someterlo posteriormente a su medida. Ya le pasó antes al PSOE con el PSC. Alfonso Guerra sacrificó a la Federación catalana del PSOE, permitió que el catalanismo acaparara los puestos de dirección del PSC surgido de aquella fusión de tendencias, y durante tres décadas, aquellos dirigentes aparentemente socialistas, ejercieron de pastores para entregar rebaños de obreros al sacrificio de la construcción nacional. Unos cuantos nombres para advertir la traición: Joan Reventós, Pascual Maragall, Ernest Maragall, Pepe Álvarez, Raimon Obiols, Joaquin Nadal, Marina Gelli, Antoni Castell, María Abadia, Ángel Ros, Mónica Lafuente, Teresa Conillera, Montserrat Tura, Jordi Martí, Daniel y Jordi Font, Martí Carnicer, Joan Manuel del Pozo, Antoni Siurana, Manuel Rolles, Jordi William Carnes, Pia Bosch, Jordi Serra, Laia Bonet, Antoni Dalmau, Isidre Molas, Rubert de Ventós, Bartomeu Muñoz, Joan Ignasi Helena… ¿Dónde están ahora después de haber dirigido, traicionado y vivido del PSC? En el secesionismo declarado. ¡Cuánto disimulo durante tanto tiempo!
Pablo Iglesias habría de saber dónde pisa y con quien quiere ir al paraíso socialdemócrata que tan poco entiende de justicia asimétrica. De momento ya se ha rodeado de personajes educados en el pujolismo de izquierdas cuyo racismo cultural es tan obsceno como intolerable en una sociedad democrática. Pongamos que hablo de Gemma Galdon Clavell, la presentadora del mitin del pasado domingo en Barcelona y posible candidata a secretaria general del Consejo Ciudadano de Podemos en Cataluña. De la mano de Pablo Iglesias. Un incidente el 12 de octubre de 2012 es suficiente para saber de qué hablamos. Ese día, fiesta de la hispanidad, el chófer de Canal Català TV, Antonio Bustamante esperó a Gemma Galdon en su puerta para llevarla a un programa de debate de dicho canal. Abrió la puerta del taxi enfadada y le inquirió al chófer para que retirara la banderita española que tenía sujeta a la antena del vehículo. Era de pequeñas dimensiones. Antonio Bustamante la había colocado con motivo de la fiesta nacional de España, y no consideró adecuado retirarla. La joven se negó a subir y tornó furiosa a su casa para pedir otro taxi y mandar un twit denunciando al trabajador autónomo de Canal Català: “El xofer de Canal Català porta bandera espanyola al cotxe amb que em recull. Em nego a pujar i em quedo a casa”. Posteriormente escribe otros, el más significativo para apreciar la intransigencia inoculada por el pujolismo rezaba así: “No tinc clara la independència, però la rojigualda em posa pèls de punta. Tenim les cunetes i exili ple de vides destrossades en el seu nom”.
A los cuatro días, el chófer Antonio Bustamante fue despedido.
Es el mismo camino tomado por Alfonso Guerra en aquel remoto 1977 cuando decidió darle el poder a los catalanistas y utilizar de carne de cañón a los obreros de habla castellana
La actitud de la nacionalista es un claro ejemplo de esa clase de jóvenes educados en el resentimiento pujolista a España y sus símbolos, que acaban siendo esclavos de su propio odio. ¿De dónde sale semejante desprecio en una chica tan joven? Ella no vivió el franquismo, nació en democracia; sólo la familia, la escuela, los medios nacionalistas de comunicación, o todos a la vez han podido inducirla al desprecio por el otro. ¿De gente como esta señora se rodeará Podemos en Cataluña? Mal asunto si los mejores situados para hacerse con el poder son de perfil similar. Precisamente, la candidatura “Es Clar Que Podem BCN” para las próximas elecciones municipales encabezada por gente de perfil secesionista, como Marc Bertomeu o Beatriz Rilova, es apoyada por Pablo Iglesias, Errejón y Monedero afincados en Madrid y con escaso conocimiento de la capacidad del nacionalismo para infectar cualquier organización que no domine. Es sintomático el apoyo explícito que le están dando a estos representantes, medios como RAC-1, Cataluña Radio, TV3, La Vanguardia etc. desde mucho antes de que fueran nadie en la organización. Son los pijoflaustas de Podemos. Pablo Iglesias que tanto admira a Julio Anguita, parece que en materia nacionalista no le ha pedido parecer. Es una lástima.
Frente a esa candidatura, el exfiscal de Banca Catalana, Carlos Jiménez Villajero, contrario a la deriva secesionista, apoya la encabezada por Montserrat Cutando, “Podemos por la Dignidad”. De perfil mucho más social, prioriza los derechos laborales a los territoriales. Parte con la desventaja de carecer de apoyo de los medios públicos de comunicación de Cataluña.
Pablo Iglesias cuenta además con la nacionalista Gemma Ubasart, su telonera en el mitin de Barcelona y miembro del Consejo de Coordinación nacional, posiblemente para encabezar la lista de Podemos a la Generalidad. Es el mismo camino tomado por Alfonso Guerra en aquel remoto 1977 cuando decidió darle el poder a los catalanistas y utilizar de carne de cañón a los obreros castellanohablantes. Aún sigue lamentándolo.
No deben temer los secesionistas, puede que Pablo Iglesias no respete a la casta nacionalista, pero está a punto de darles todo el poder en Cataluña.