Pensamiento

Principio y fin del proceso

22 diciembre, 2014 08:20

Entiendo la indignación de mucha gente ante el publirreportaje 'L’endemà', de Isona Passola, que TV3 emitió el pasado miércoles en horario de máxima audiencia, porque en puridad se trata de un espeso, por no decir bochornoso, compendio de los tópicos más rancios y casposos en que se basa el aún llamado “proceso” soberanista que supuestamente empezó hace poco más de dos años. Nótese que utilizo los adverbios “aún” y “supuestamente” porque dudo incluso que lo ocurrido en Cataluña estos últimos dos años pueda ser catalogado propiamente de “proceso” en el sentido etimológico de ir hacia delante en una determinada dirección. Creo que el proceso es anterior y que no duró dos, sino treinta y dos años.

Cataluña como sociedad no ha avanzado en absoluto desde que Mas, en plan Moisés, convocara las elecciones del 2012

Lo de ahora, en todo caso, es un receso cuando no un retroceso. Y no me refiero, claro está, a la evidencia general de que Cataluña como sociedad no ha avanzado en absoluto desde que Mas, en plan Moisés, convocara las elecciones del 2012 -parálisis legislativa, depreciación del debate público y polarización política in crescendo- sino al hecho de que el apoyo a los partidos independentistas tampoco ha avanzado desde entonces. Véanse las últimas encuestas de La Vanguardia y El Periódico, e incluso la del Centro de Estudios de Opinión (CEO) de la Generalidad, en la que por primera vez en la historia se preguntaba abiertamente por la independencia (“¿Quiere que Cataluña se convierta en un Estado independiente?”, pregunta 31).

Es verdad que con el CEO nunca se sabe -en su última encuesta antes de las elecciones del 2012 pronosticó una holgada mayoría absoluta de CiU otorgándole hasta 71 diputados, 21 más de los que finalmente obtuvo-, pero no hay duda de que tras la explosión de autoafirmación independentista del 9N todas las encuestas reflejan un progresivo adelgazamiento del independentismo. Según el CEO, el 45,3% de los catalanes votaría “no” a la independencia, mientras que el “sí” obtendría el 44,5%. No deja de ser curioso que la primera vez que el CEO pregunta sin ambages por la independencia resulte que la mayoría de los catalanes la rechaza, aunque bien es cierto que por tan estrecho margen que lo más correcto sería hablar de empate técnico. Sin embargo, ese empate no se da ni con mucho en la pregunta anterior de la misma encuesta del CEO, ésta sí planteada otras veces: “¿Cómo cree que debería ser esta relación (entre Cataluña y España, en ininteligible expresión del CEO)? Cataluña debería ser…”. Entonces, los partidarios de que Cataluña se convierta en un Estado independiente bajan hasta el 36,2%, mientras que en la anterior encuesta del CEO, justo antes del 9N, se situaban en el 45,3%. En el 2012, antes de que Mas lanzara su órdago, el apoyo al Estado independiente era del 34%, muy similar al de ahora. Es decir, tras dos años de no hablar de otra cosa, el independentismo está donde estaba, por lo que quizá lo más justo sería hablar de receso independentista, en el sentido de interrupción o suspensión de una apenas contestada dinámica social de victimismo y narcisismo de la pequeña diferencia, orquestada sin solución de continuidad durante 34 años desde las más altas instancias autonómicas de Cataluña, a partir de la llegada de Pujol a la Generalidad.

'L’endemà' no es peor que otros documentales como 'Adéu Espanya!', 'Hola Europa!' y otras hierbas emitidas anteriormente por TV3

Ya en 1981 su antecesor, Josep Tarradellas, protestaba en una carta al director de La Vanguardia contra la “política de provocación” que la Generalidad “inició el mismo día de la toma de posesión del presidente Pujol y que todavía continua, debido por una parte a la política de intimidación engañosa que se hace desde la Generalidad y, por otra, abusando de la buena fe de los que hay que reconocer que están tendenciosamente informados”. Palabras inspiradas, sin duda, sobre los orígenes del proceso: intimidación engañosa e información tendenciosa.

Volviendo sobre 'L’endemà', ¿qué ha ocurrido en Cataluña en estos dos años para que tanta gente haya puesto a su directora a caer de un burro por limitarse a amontonar en un documental infumable las necedades que los catalanes llevábamos más de treinta años soportando estoicamente? Es verdad que la cinta tiene fragmentos estelares como el “momento titella”, en el que una voz en off repasa la historia de las relaciones entre Cataluña y el resto de España mediante un teatro de títeres por el que desfilan marionetas malas y de manos largas como Felipe V, Alfonso Guerra o Mariano Rajoy, y figurillas como Rafael Casanova, Francesc Macià o Artur Mas, bondadosas a todas luces y víctimas de los palos de las primeras. Kitsch en estado puro, vaya. Pero, insisto, 'L’endemà' no es peor que otros documentales como 'Adéu Espanya!', 'Hola Europa!' y otras hierbas emitidas anteriormente por TV3. Lo que, a mi juicio, ha ocurrido es que estos dos años de destape independentista han hecho que aflore la crítica oculta tras el oasis anterior, amparado por la siniestra idea de que cualquier crítica a la interpretación nacionalista de Cataluña era en realidad un ataque a Cataluña.

Los nacionalistas desplegaron sin oficializarlo un proceso, paciente pero inalterable, de separación de España desde la primera toma de posesión de Pujol

Así, detentando la catalanidad de forma excluyente y acallando la crítica interna bajo la amenaza de expulsión del oasis, los nacionalistas, con el camino a Ítaca expedito, desplegaron sin oficializarlo un proceso, paciente pero inalterable, de separación de España desde la primera toma de posesión de Pujol hasta la segunda toma de posesión de Artur Mas, 32 años después, cuando decidieron hacerlo oficial tapando con un telón negro el retrato del rey Juan Carlos que preside el Salón de Sant Jordi del Palacio de la Generalidad. Pero creo que es entonces, precisamente, cuando empiezan a zozobrar, porque resulta que Ítaca no estaba tan cerca como parecía, la sociedad catalana es mucho más rica y plural de lo que ellos creían y su ensoñación monista se desvanece por momentos.

Aún así, los partidos independentistas se plantean quemar la santabárbara y avanzar las elecciones con el objetivo de declarar unilateralmente la independencia. Pues bien, más les vale que la sociedad catalana no se tome demasiado en serio su ocurrencia de convertirlas en un plebiscito, porque, como inopinadamente reconocía el propio Jordi Argelaguet -director del CEO-, tras dar a conocer los resultados de su encuesta, cuanto más creíble resulta la opción de la independencia más crece entre los catalanes la aversión al riesgo que sin duda supone.