Pensamiento
Cataluña, ¿hacia el conflicto étnico?
Desde que el 9N se saldó con una participación del 37% me rondaba una idea por la cabeza a la que finalmente he podido prestar más atención. Y efectivamente, esta vez la memoria no me falló. Es el mismo número que el Idescat da para "lengua de identificación" con el catalán.
Es más, el porcentaje de votos para el doble sí, es decir para la independencia, que es un 30% de los que pudieron votar, está muy cerca del 31,02% que el Idescat da para "lengua inicial" (ese bonito constructo de país que intenta sustituir a lo que conocemos como lengua materna).
Estas relaciones son chocantes por sí solas y merecerían un estudio detallado antes de llegar a conclusiones firmes. Ni soy académico, ni tengo el tiempo de hacer la investigación, razones por las cuales este artículo es de opinión y reconoce sus límites. Pero voy a añadir otra observación, otra comparación: el mapa de participación en el 9N confeccionado por el canal 324 guarda una asombrosa similitud con un mapa lingüístico usado por la filóloga Carme Junyent en 1999, titulado "Població de dos anys o més que saben parlar català (1996)".
Para los que se interesen más por el tema recomiendo el blog del economista David Lizoain, empezando por esta entrada.
La política de Artur Mas tiene dos pilares, el nacionalismo tradicional y el hacer creer que está por unos principios universales, con el objetivo de ganar seguidores fuera del nacionalismo tradicional, para luego llevarlos a su campo; método flautista de Hamelín. En cuanto al procedimiento, se repite la maniobra: se llama a la votación para después, mediante la manipulación del proceso (la falta de imparcialidad de los medios y poderes públicos), llegar al resultado deseado. Así se ha intentado, pero se ve que no ha funcionado: la mayoría se ha quedado sin participar en el 9N, y esta mayoría, me temo, es castellanohablante.
La división étnica que puede haberse hecho evidente el 9N es, si se confirma, solo el comienzo de una espiral hacia un conflicto étnico directo y abierto. Los condicionantes actuales -integración en España y la UE, mentalidad local pacífica y negociadora, etc.- sirven de correctivo, pero si me imagino a Artur Mas en el poder dos años más, o cuatro, o hasta esos diez que él recientemente anunció que se necesita para llegar finalmente a la tierra prometida de la independencia...
Me temo que Artur Mas ha empezado algo que no queremos ver como acaba, y más vale que no le demos más tiempo a El Frívolo y lo botemos del poder cuanto antes.