No soy muy futbolero pero siempre me ha llamado la atención que al día siguiente de ganar el Barça hay como emociones desparramándose por Barcelona, en la calle, en el metro, las gentes lucen camisetas blaugranas o cuatribarradas y lucen en el rostro una expresión de euforia y todo gira entorno al éxito de la jornada anterior, es la rauxa, el arrebato. Por el contrario, cuando el Barça pierde, la jornada posterior Barcelona aparece tranquila y sosegada y la gente circula y vive la ciudad sin grandes comentarios, ocupados en el devenir diario del trabajo; no se habla de futbol, es el seny, la cordura.
La realidad es que más de un 63% de los convocados no tuvieron interés en acudir el 9N a expresar su adhesión al supuesto "derecho a decidir"
Tal que así amaneció el lunes 10 de noviembre, nada parecía dar a entender que la víspera había habido un "proceso participativo", entre los barceloneses las conversaciones eran relajadas y centradas en la rutina diaria. Había una conciencia de fracaso, los independentistas constataron la realidad, que no consiguieron atraer ni a la mitad de la población, se impuso el seny. Sin embargo nuestros dirigentes políticos empeñados en el arrebato, la rauxa, practican eso tan español de "mantenella e no enmendalla" y continúan su relato de la gran 'epopeya'. ¿Qué epopeya?
¿Dónde está el 80% de los catalanes que reclamaban el derecho a decidir?
La incapacidad del PPC-PP/PSC-PSOE y la obcecación de CiU/ERC/CUP/ICV-EUiA(IU) en torno al proceso secesionista han hecho posible que todos los ciudadanos catalanes que quisieran manifestar su adhesión al supuesto "derecho a decidir" pudieran expresarlo sin problemas el 9 de noviembre. La realidad es que más de un 63% de los convocados no tuvieron interés en acudir a expresarlo. Del 80% con el que se llenaban la boca los promotores del 'procés' ya no hablan, ya no hablan del deseo mayoritario de la sociedad catalana, claro, se les ha quedado en un 35,46% (ver cuadro y gráfico al final del artículo).
Se podrá aducir miedo a las represalias o inhibición por la ilegalidad del acto. Pero, después de varios años de abundante y subvencionada propaganda nacionalista, quien no fue a depositar la papeleta el 9 de noviembre fue porque no le dio la gana. No ir fue un acto consciente y afirmaría que comprometido. Cierto que no puedo decir que el 63% de los que estando convocados no acudieron sean todos militantes no-nacionalistas. Sabido es que la abstención es siempre la que vence en Cataluña en todas las votaciones realizadas en los últimos años y que las elecciones generales son las que más movilizan a los catalanes; quiero pensar porque creen que son las que realmente importan.
También se movilizó el electorado en las elecciones autonómicas de 2012, evidentemente porque el 'procés' empezaba a preocupar. La abstención con relación a las autonómicas de 2010 bajó en un 22% situándose en su nivel más bajo desde 2006, el 32,24%, más bajo aun que un año antes en las generales, con un 34,66% (realmente la abstención más baja se produjo en las generales de 2008 con un 29,7%, dato no reflejado en el cuadro y la gráfica). La abstención más alta hasta la fecha fue del 52,96% en las elecciones europeas de ese año, superando el 51,15% del referéndum del Estatut de 2006. Este 9N se ha obtenido el mayor abstencionismo de la historia en Cataluña: un 63,41%. La pregunta es: ¿De qué se ufana Mas y compañía?
En contra de lo que pretenden, el no independentismo crece y además con más vigor que el independentismo. Aunque no tenga traslación mediática
Y ese ansia de independencia, ¿dónde está?
Sí, sí. De los que votaron, cerca del 81% están por la independencia, pero respecto al total de los llamados a opinar sólo son el 29,55%, y es la cifra más alta pro-independencia de toda la serie de votaciones desde 2006.
Es evidente que el no-independentismo no ha participado en este 'procés', y mayormente ha optado por engrosar las filas del absentismo y por lo tanto es difícil saber que porcentaje representa, pero me atrevería a especular que si descontamos el absentismo menos militante, el que no se implica políticamente, el absentismo estructural (ese treinta y poco que nunca vota) podríamos decir que, si sumamos algo más de un 30% de absentismo militante a los que han manifestado su oposición a la independencia, en el acto del 9N tendríamos un no independentismo por encima del 36%, cercano al que se obtuvo en las generales de 2011, que llegó al 37,51%.
En realidad el no independentismo superó el 47% en las generales de 2008. El punto de inflexión de esa tendencia lo marca la convocatoria "encercla el Parlament" a mediados de junio de 2011, momento álgido de las manifestaciones contra los recortes que la Generalidad de Cataluña aplicaba como vanguardia de las que aplicó posteriormente el Gobierno de Rajoy. La respuesta de Mas fue envolverse en la bandera e iniciar un proceso de culpabilización de todos los males que se sufrían en Cataluña a la "España opresora". La estrategia dio un magnífico resultado retroalimentado con 30 años de asimilación identitaria en la escuela y los medios de comunicación. En las generales de 2011 la abstención y el efecto "España nos roba" consigue despegar ligeramente el independentismo y afectar importantemente a no independentismo, pero nunca superarlo.
El 'procés' ha muerto, viva el 'procés'.
La tensión social a la que nos ha abocado el gobierno de Mas y Junqueras (aunque este figure como oposición, no hay quien crea que ejerce de tal) está haciendo crecer el independentismo, eso es evidente, pero sobre todo está haciendo crecer el rechazo a ese proyecto disgregador. En contra de lo que pretenden, el no independentismo crece y además con más vigor que el independentismo. Aunque no tenga traslación mediática.
Es evidente que eso no amilanará al secesionismo y tendremos un continuo 'procés' que mantendrá una sociedad tensionada, más en Cataluña que en el resto de España y pivotando siempre en torno al inventado "derecho a decidir".
Hay una orfandad en Cataluña y en toda España. No existen formaciones políticas que se declaren de izquierdas que no hayan sucumbido al embeleso del "derecho a decidir", a la reivindicación de la diferencia y del privilegio
La verdad es que todos hemos caído en la trampa y los debates circulares e imposibles sobre el 'constructo' nos aleja del verdadero problema. Siempre he dicho que si se hiciera un referéndum sobre la independencia, sí o no, de Cataluña, el resultado sería no. Por tanto ese es el debate que debemos hacer. Queremos o no seguir juntos y solidariamente trabajar para superar las injusticias, para mejorar este país, para acabar con la corrupción, para hacer política y no dejar que nos la hagan. Debatamos sobre la independencia o no, o mejor hablemos de democracia real y radical.
¿Cuál es el problema?, nos preguntamos. La democracia, la democracia es el problema o la ausencia de ella. ¿Cómo salvarla y cómo hacerla efectiva?
Y ya no podemos hablar de democracia tan solo como el hecho formal de votar de tanto en tanto. Es preciso empezar a realizar una nueva definición, ahondar en su concepto y en su materialización. Es necesario un nuevo marco donde los intereses contrapuestos se pongan en común. No podemos reducir la democracia a la voluntad de las mayorías y a la simple emisión de un voto cuando mande el calendario o se le despierte el deseo o la necesidad de autosalvarse a un mesías con cargo.
No podemos hablar ya de democracia política solamente, hay que hablar también de democracia social, de democracia económica, de libertad e igualdad. Hay que hablar de pobreza y de riqueza, de igualdad de oportunidades, sí, pero también de reparto de la riqueza y de justicia social. Y todo eso no es "derecho a decidir", no, todo eso es democracia.
Hay una orfandad en Cataluña y en toda España ¡hay una orfandad! No existen formaciones políticas que se declaren de izquierdas que no hayan sucumbido al embeleso del "derecho a decidir", a la reivindicación de la diferencia y del privilegio, a la hispanofobia, al soberanismo insolidario, a la manipulación de la historia al servicio de esa diferenciación. Su inexistencia tiene a las clases trabajadoras huérfanas de dirección. La crisis y el nacionalismo han hecho su agosto y ahora todos somos neoliberales a la búsqueda de Ítaca, bien queriendo un chalecito en la sierra o un nuevo Estado para unos cuantos. Nunca como ahora fue tan necesario ese partido. Podemos apunta maneras pero ya empieza a ser engullido por el cesarismo y la endogamia (como UPyD y C's) y el "derecho a decidir".