Pensamiento

Enfermedad catalana: 'diarrea mental'

11 octubre, 2014 07:28

No, no es el ébola, aunque es también una enfermedad vírica terriblemente contagiosa la que se ha apoderado de buena parte de la sociedad catalana. Esta enfermedad la titulo 'diarrea mental'. Consiste en unas 'deposiciones frecuentes' donde se expulsa del cuerpo -del cuerpo social- cantidad de pensamientos acríticos y algunos con visible disminución de su consistencia -consistencia lógica y ética-. Hay también una baja absorción por el organismo – organismo social - de los líquidos que fluyen abundantemente del pensamiento racional y mas baja absorción si cabe de los nutrientes procedentes de un mínimo conocimiento de la Historia, de las leyes constitucionales y de lo sugerido por el sentido común.

La enfermedad se ha agudizado últimamente y ya ha llegado a fuertes dolores abdominales, consistentes en la imposibilidad de una votación para conseguir la independencia soñada y jamás conseguida

Los síntomas han ido ido creciendo paulatinamente en cantidad y variación. El primero de los síntomas es la fiebre. Esta 'diarrea mental' cursa con fiebre, una fiebre nacionalista que comenzó hace tiempo con algunos grados por encima de la normalidad, con la obsesión desmedida por la lengua catalana, potenciación desmesurada de las costumbres: bailes, canciones y gastronomía; por los iconos reales (por ejemplo, el caganer) o inventados, por las costumbres culinarias, las banderas y los relatos falsamente históricos que se contemplan en los libros de texto de los escolares catalanes, en catalán ¡naturalmente¡. Sin que falte la utilización del F.C. Barcelona como recurrente de la ideologización.

Así hemos llegado a una fiebre altísima nacionalista con convulsiones y tembleques de secesión. Estamos ante 'una intolerancia' a la comida natural, lo natural de las naciones-Estado que son el respeto y obediencia a las instituciones del Estado: Gobierno de España, Tribunal Constitucional, Tribunal Superior de Justicia, etc., que a esta parte de la sociedad catalana enferma le producen náuseas (rechazo total, desobediencia, prevaricación) y vómitos de ninguneo a las declaraciones de los políticos y ciudadanos españoles de altura intelectual y moral, no contaminados por la 'diarrea mental' nacionalista-secesionista. Son españoles sin más.

La enfermedad se ha agudizado últimamente y ya ha llegado a fuertes dolores abdominales (el abdomen como el centro del cuerpo social), dolores que consisten en la imposibilidad de una votación para conseguir la independencia soñada y jamás conseguida. Se aprecia en estos síntomas una deshidratación que procede de un desconocimiento culpable de cómo funciona el Estado de derecho.

Las causas de este proceso infeccioso que padece parte de la sociedad catalana hay que buscarlas en la procedencia de este virus. No hay duda de que han intervenido muchos factores. Entre ellos, la frustración histórica de alcanzar una nación-Estado desde principios del siglo XX, la contumacia de "fer país" (porque no está hecho ) según palabras del inefable y presunto ladrón confeso, Jordi Pujol. La obsesión por emular la lengua catalana -minoritaria o de pocos hablantes- con las lenguas mayoritarias -de muchos millones de hablantes- llamadas técnicamente de comunicación (español e inglés) sin valorar que todas las lenguas son iguales en cuanto sistemas de comunicación. Y son igualmente válidas para la intercomunicación de sus hablantes y para la vida social e institucional, pero las mayoritarias son mas útiles por la capacidad de comunicación con cientos de millones de hablantes. La baja natalidad de la sociedad catalana que la hace dependiente de la población inmigrante interior y/o exterior, junto al miedo de los poderosos que por número y en una democracia la inmigración le arrebate el poder.

Para el diagnóstico de la 'diarrea mental' nos valemos del estudio de 'los alimentos intelectuales en mal estado', como la Historia sistemáticamente interpretada en clave nacionalista

Para el diagnóstico de la 'diarrea mental' nos valemos del estudio de 'los alimentos intelectuales en mal estado', como la Historia sistemáticamente interpretada en clave nacionalista; de los conocimientos y observaciones de los profesionales de la enseñanza que apuntan a la inoculación del virus durante la infancia en la escuela. Primero por la práctica de la inmersión lingüística en catalán -precoz, total y obligatoria- para los niños de habla española, desalojando el idioma español de las aulas como vehículo normal de la docencia. Después viene el posterior desarrollo de todos los escolares con consignas nacionalistas de frases cortas: "España nos roba", "tú eres catalán, no español", "Cataluña no es España".

Lo mismo que con los símbolos: banderas, iconos e himnos patrióticos en contraposición a las banderas, símbolos e iconografía española. Hay que añadir la posterior intoxicación total a través de los medios de comunicación, en especial de TV3, difundiendo pensamientos acríticos como: "Cataluña, sujeto político y jurídico soberano", "diálogo con el Estado de igual a igual", "los derechos históricos", "el derecho a decidir"... sin olvidar "som una nació”, "Cataluña es una nación", ocultando el adjetivo cultural. Porque Cataluña es una nación, sí, pero una nación cultural.

El tratamiento de la enfermedad puede ser largo y costoso. Esta enfermedad aparece en situaciones determinadas de la Historia de España, y aún del mundo. Y si no se toman medidas serias de higiene mental mediante la devolución de las competencias de Educación al Estado español, aunque ahora se pueda controlar el foco de la infección nacionalista con medidas inmediatas, la extensión de la epidemia puede llegar al País Vasco, Galicia, Canarias, Andalucía, etc. Y lo que es un foco de infección, se conviertiría en una epidemia, un infierno incontrolable, con violencia. Las medidas han de ser estables en el tiempo porque de lo contrario es muy probable que recidiva la enfermedad, la 'diarrea mental', si no se toman medidas contra los agentes responsables, léanse partidos políticos independentistas.

Como medida inmediata hay que suministrar al enfermo abundante líquido intelectual de razonamientos lógicos, y verdades históricas, junto a las demostraciones de las falacias independentistas. Entre las medidas de higiene mental se pueden proponer debates entre nacionalistas y no nacionalistas, en igualdad de proporción, hechos en radio y televisión,y en riguroso directo.

Finalmente se necesita el saneamiento del agua vivificadora de la opinión pública -y publicada-, hoy contaminada de las teorías nacionalistas. La dieta debe ser astringente, por tanto, que se reduzca a cero la visibilidad de las manifestaciones y proclamas nacionalistas prohibidas por el Tribunal Constitucional. Y, por último, hay que evitar los factores de riesgo como las innumerables asociaciones nacionalistas, copiosamente subvencionadas, que campan por sus respetos sin acatar órdenes superiores del Tribunal Constitucional y que éste Gobierno y cualquiera que gobierne en España tenga en cuenta que su labor es mantener la cohesión social, la paz, y el equilibrio -ácido/base- entre el poder central y los poderes autonómicos, especificando cuáles son las competencias y los límites de cada cual. Al menos, mientras todos los españoles de a pie pensamos en qué partido depositamos nuestro voto. Los experimentos -incluso los políticos-, con gaseosa.