Es bien sabido que la estatua que el Ayuntamiento de Premià de Dalt erigió a Jordi Pujol fue derribada en septiembre. Días antes, había sido manchada con pintura. Hay que decir que con estas explosiones vengativas poco avanzaremos por el camino de la decencia social y de la concordia, lo que más debería importar. Sin embargo, resultan divertidas las imágenes del intento fallido de reposición: asomó una soga al cuello del delincuente confeso; una inocente y alegre ironía visual. Es más que probable que Jordi Pujol se salve de ir a la cárcel y no pierda sus oscuras cuentas bancarias de allende o aquende los Pirineos. Pero no se irá de rositas: desde este año del Señor 2014, la verdad de su oprobio y su falta de honor le acompañará por los siglos de los siglos. El velo cayó.
‘Monumento’ comparte con ‘amonestación’ una misma raíz latina que consiste en ‘llamar la atención de forma positiva’
Los monumentos no se dedican a reconocidos malhechores, cuando menos no en cuanto tales, sino como reconocimiento social a quienes merecen emulación y respeto. Pero si se descubre algo de los encumbrados que fue tapado a la opinión pública y escondido a la justicia, corresponde una revisión del homenaje antiguo; lo contrario nos hace cómplices o sectarios. En estas estamos. ‘Monumento’ comparte con ‘amonestación’ una misma raíz latina que consiste en ‘llamar la atención de forma positiva’. Parece que el sentido peyorativo de ‘amonestar’, esto es, reñir o castigar (algo muy propio del ex presidente, y consentido por todo quisque de forma vergonzante), procede de un viejo cruce jocoso entre su significado etimológico (avisar, exhortar, aconsejar) y la voz ‘molestar’. Al igual que monumento, las voces moneda, monedero y monitor están destinadas a advertir e indicar lo que se puede tener o no, la cosas que se pueden alcanzar o no. El proponer es libre, por eso yo propongo aquí que ese monumento a Pujol se mantenga, pero dándole la vuelta: cabeza abajo. Habría que pedirle permiso al escultor, y si este no aceptara, se podría encargarlo a quién sí lo haría. Pienso en Charles Robb.
yo propongo aquí que ese monumento a Pujol se mantenga, pero dándole la vuelta: cabeza abajo
Hace siete años, este escultor logró materializar una idea suya. El campus Bundoora de la universidad de Melbourne que lleva el nombre de ‘Charles La Trobe’ acogió su singular monumento, dedicado a quien fuera primer teniente-gobernador de Victoria, actualmente el estado australiano con mayor densidad de población. Parece ser que el británico Charles La Trobe (1801-1875) fue persona bienintencionada que trabajó verdaderamente por la comunidad, velando por su integridad y su acceso a la cultura. ¿Por qué Robb lo puso cabeza abajo? Arguyó, defendiéndose de acusaciones de irreverencia, que tal inversión haría que no fuese olvidado, que los monumentos están hechos para recordar y que su ubicación universitaria incorporaba asimismo el símbolo de que la universidad debe darle vuelta a las ideas con la cabeza.
En el caso de Pujol, tendría otra significación bien distinta: Que nadie olvide que a veces al pueblo se le engaña, pero que ‘quien la hace la paga’. Y algunos merecen ser reñidos con cierto rencor retrospectivo por su mala cabeza y mentiroso corazón. X-14