Han pasado sólo algunos días desde que se supo el resultado del referéndum escocés y las noticias que llegan desde Escocia y el resto del Reino Unido no son para nada positivas. Primero fueron los violentos enfrentamientos entre unionistas y separatistas en Glasgow del sábado. Después supimos este domingo que Alex Salmond, el recién dimitido líder independentista escocés, asegura ahora que Escocia podría declarar la secesión sin necesidad de otro referéndum. Bastaría dice, que hubiera una mayoría independentista en el parlamento escocés para que éste a las bravas, votase la separación. Esta declaración todavía impacta más si tenemos en cuenta que unos días antes del referéndum aseguró que si ganaba el 'No', no habría otro referéndum en una generación. Ahora ya, ni referéndum, ni generación, ni nada. Lo cual invita a pensar que la tensión social corre el riesgo de no bajar cual sufflé, sino de mantenerse o empeorar.
La tensión social corre el riesgo de no bajar cual sufflé, sino de mantenerse o empeorar
Como declaraba el periodista Kevin McKenna en The Guardian el pasado domingo en un artículo sobre su “inconsolable” hija, una independentista escocesa frustrada por la victoria del 'No': “En el curso de esta campaña una nueva generación de nacionalistas escoceses ha sido concebida y ha visto la luz”.
Pero de hecho, ya durante la campaña del referéndum se fueron calentando las conciencias y acrecentando la división social. Como informó The Guardian el día antes del referéndum, la tensión provocada por el referéndum ha dividido incluso hogares y familias. Otro episodio de tensión se vivió con la visita de Ed Miliband, líder del Labour Party, a un centro comercial en Edimburgo. Miliband tuvo que llegar a refugiarse en una tienda mientras pro y anti separación se las tenían a gritos fuera.
Pero han habido muchos más incidentes, en este link puede leerse como seguidores del 'No' fueron amenazados, les tiraron piedras y tuvieron miedo a partir de cierto momento de defender públicamente su posición. También les recomiendo este artículo, donde entre otras cosas se dice que muchos empresarios se sientieron intimidados y fueron boicoteados tras mostrar públicamente su preferencia a favor del 'No'. O este otro donde se puede apreciar como el referéndum no ha hecho más que exacerbar una tensión que algunos ingleses residentes en Escocia ya consideran racismo anti-inglés.
El referéndum no ha hecho más que exacerbar una tensión que algunos ingleses residentes en Escocia ya consideran racismo anti-inglés
La afirmación que Artur Mas hizo sobre el referéndum de Escocia de que: “Votar une, no separa”, como si él defendiera la consulta para luchar contra el separatismo por cierto, es falsa. La división social en Escocia es hoy mayor que antes de que se plantease el referéndum. Las palabras de Artur Mas son un caso extremo de vacuidad y propaganda, pero resulta desalentador ver la superficialidad con la que tanta gente ha celebrado el referéndum escocés como un “ejemplo democrático”, "gane quién gane quien gana es Escocia" o un “ejemplo de lo que debería ocurrir en Cataluña”. Una prueba más de que vivimos en una posmodernidad cultural donde los referentes humanistas y los análisis serios han quedado relegados por las etiquetas, el márqueting y el puro egoísmo.
El verdadero resultado del referéndum escocés, el que de verdad importa no es la victoria del 'No'. Tampoco lo es, que el referéndum haya supuesto en si ninguna solución democrática a nada. Porque de hecho ha supuesto lo contrario, ha creado un problema donde apenas lo había. El resultado desde el punto de vista humano, es que hoy la sociedad escocesa es una sociedad más radicalizada y fracturada. En ella, las identidades plurales y ricas de una parte de los ciudadanos, se han vuelto más simples y sectarias porque los escoceses han sido llevados a escoger entre sus identidades y afectos.
Este referéndum sólo ha sido una farsa y no un objetivo democrático en si mismo. Una farsa para Salmond, como muestra con su desprecio a realizar otro referéndum si cree que puede lograr la separación por otros medios. Salmond lo ha utilizado como un mero paso más en su estrategia nacionalista. Pero también una farsa para Cameron que lo convocó con frivolidad, convencido por las encuestas, que mostraban un apoyo mayoritario a la unión, de que lo ganaría sobrado y se colgaría así varias medallas políticas de golpe: la de democráta, la de valiente y la de ganador. Una farsa pues concebida por intereses concretos. Y punto. Ni “fiesta de la democracia”, ni “por el bien de Escocia”, ni demás márqueting barato.
A la postre Cameron, ha acabado teniendo que prometer a la desesperada, una serie de transferencias que plantean enormes interrogantes para la gobernabilidad del Reino Unido y que pueden fácilmente convertirse en fuente de mayores tensiones identitarias y políticas en todo el país.
Al final, tanto Salmond como Cameron han despertado a la bestia. La bestia de la fractura social y la división identitaria. Ese es el resultado del referéndum escocés, el que de verdad tenemos que tener en cuenta. Espero de todo corazón y razón que la bestia vuelva a la cueva. No sólo en Escocia, también en Cataluña.