Día señalado, en que se celebra una fiesta. Así queda definido el término 'Diada' en el diccionario del Instituto de Estudios Catalanes. Efectivamente, el once de septiembre se celebra una fiesta, y por eso mismo es un día señalado. Sin embargo, habrá que preguntarse si este día debe ser la fiesta de Cataluña, como actualmente recoge el art. 8 del Estatuto. Es un hecho contrastado que el once de septiembre se ha convertido en la fiesta de los independentistas catalanes. Se han apoderado de él.
Ahora bien, ¿es que esto hubiera podido transcurrir de otra manera? Lo dudamos mucho. Hoy en Cataluña la Historia propia se entiende predominantemente desde una perspectiva antiespañola. Para evitar malentendidos, aquí y en adelante con "antiespañol" queremos decir que todo se interpreta desde el prisma de que España es y ha sido el principal enemigo de Cataluña, no que haya una inquina hacia España y / o los españoles ni ningún tipo de xenofobia. Si la perspectiva, decíamos, es antiespañola, consecuentemente los símbolos de Cataluña son antiespañoles. Els Segadors loa una rebelión contra el rey de España. Y ya que la lista de victorias es escasa, por lo que ha sido necesario rascar hasta la trifulca de Talamanca, a falta de nada mejor, el once de septiembre conmemora una derrota contra el rey de España. Himno y fiesta son símbolos antiespañoles. Se sigue que se los hayan hecho suyos los catalanes que más cómodamente se encuentran con esta perspectiva antiespañola: los independentistas. La apropiación era inexorable.
El objetivo de máximos es claro: construir un nuevo discurso histórico hegemónico y reunir la mayoría suficiente para españolizar y sustituir oficialmente los símbolos de Cataluña
Els Segadors y el once de septiembre son los símbolos de los independentistas catalanes. Sea. Precisamente por esta razón ya no pueden ser los símbolos de todos los catalanes. Es deber de todos los catalanes no independentistas retirar el consenso a estos símbolos, tal como ya se lo niegan a la estelada. Ya no son nuestros y necesitamos otros. Esto no es en absoluto un impedimento para manifestarse el once de septiembre. Sí lo es para celebrar nada.
Insistimos: Necesitamos desarrollar un universo simbólico propio. En las cuatro partes anteriores de la serie que hoy concluimos (una, dos, tres y cuatro), nos hemos aproximado a la Historia de Cataluña desde una perspectiva antifrancesa (y, de nuevo, para evitar malentendidos, hacemos patente que no pretendemos ninguna apología de la francofobia). Francia ha sido el archienemigo de la Cataluña medieval y moderna. Hay que reescribir la Historia de Cataluña situando en el centro de su política exterior la rivalidad con Francia. La unión con Castilla no representa sino el sellado de una alianza contra las agresivas ambiciones francesas, lo que convierte, al menos en Cataluña, prácticamente cualquier símbolo antifrancés en español. Desde esta perspectiva hemos sugerido un conjunto de símbolos: himnos, fiestas y personalidades. Repasemos algunas de las acciones propuestas:
1. Aprovechar el 500 aniversario de la muerte de Fernando el Católico, a celebrar en 2015 y 2016, para divulgar la acción política de quien fue el primer monarca español, subrayando la prevalencia de la herencia catalana en la configuración de la política exterior española, ejecutada básicamente con recursos castellanos.
2. Recuperar La presó del Rei de França como himno al servicio de España, pues condensa este discurso histórico. Además, levantárselo al independentismo tendría un importante efecto propagandístico.
3. Celebrar la fiesta de Cataluña el doce de octubre, para recordar la victoria española en la Guerra dels Segadors y la expulsión de los franceses de Barcelona en 1652; también para poner de manifiesto tanto el fracaso inexorable de toda tentación secesionista como la necesidad de respeto por el autogobierno catalán.
4. Plantear la revuelta de 1705 y en general la guerra de Sucesión en Cataluña como una revuelta antifrancesa, como una lucha contra la importación del modelo de gobierno francés, contra la invasión de mercancías francesas y contra la imposibilidad de recuperar el Rosellón, todo ello abonado (finales del siglo XVII e inicios del XVIII) con una intensísima francofobia en Cataluña.
5. Último, y en clave más actual, reivindicar al general Batet como exponente de la defensa de la legalidad constitucional.
Quizás algún lector pensará que estos símbolos son algo peregrinos, o para decirlo en términos actuales, de "friki". Muchos se reirán el primer doce de octubre donde haya una concentración ante la puerta de Barcelona por donde las tropas dirigidas por Juan José de Austria penetraron. Seguramente los que quisieron recuperar el once de septiembre y Els Segadors pasaron por el mismo trance. Con el paso del tiempo, sin embargo, el discurso histórico que simbolizan se consolidó y ambos se convirtieron primero en tradición y finalmente en símbolo oficial catalán. Lo mismo podría suceder, bien conscientes de que se trata de una tarea de décadas, con los símbolos que aquí proponemos.
Sería sin duda una excelente noticia. Óptima. Ahora bien, existen otros desenlaces igualmente positivos (en inglés diríamos second best). Aznar afirmó que antes de que se rompiera España se rompería Cataluña (y comenzará por Tarragona, añadimos). Seamos claros: El independentismo está rompiendo Cataluña y esto debe quedar reflejado en los símbolos. La Cataluña no independentista debe proclamar sus símbolos para hacer patente de manera inmediata esta ruptura.
No obstante, tal como se termina en una ruptura también puede llegarse a una reconciliación, que en el plano de los símbolos debería llevar a su despolitización (el desenlace feliz al que antes nos referíamos): un himno como el Cant de la senyera y una fiesta como el veintitrés de abril, por ejemplo, desprovistos de carga política. Igualmente sería saludable, por española, una reinterpretación del once de septiembre en clave republicana o menos antiborbónica, en consonancia con las famosas palabras de Azaña: "El último Estado peninsular procedente de la antigua monarquía católica que sucumbió al peso de la corona despótica y absolutista fue Cataluña; y el defensor de las Libertades catalanas pudo decir, con razón, que él era el último defensor de las Libertades españolas".
El objetivo de máximos es claro: construir un nuevo discurso histórico hegemónico y reunir la mayoría suficiente para españolizar y sustituir oficialmente los símbolos de Cataluña. Entretanto, como mínimo, hay que tener muy presente que no podemos continuar ni un día más con una Historia y unos símbolos antiespañoles. ¡Toca hacer Historia!
Ja partí el rei de França
un dilluns al dematí.
Va partir per prendre Espanya
i els espanyols bé l'han pris.