El riesgo de la democracia es sin duda que el resultado electoral como consecuencia de la aplicación de las leyes que hemos aprobado democráticamente no nos guste. Por tanto y nuevamente democráticamente las queramos cambiar adaptándolas sin duda a nuestros intereses, ya sean personales o de partido; de lo que sí estoy seguro es de que pocas veces, por no decir ninguna, se plantea en clave de cómo servir mejor a los ciudadanos.
Fundamentalmente estas prisas in extremis se producen por los resultados, el dato es que los dos partidos mayoritarios PP y PSOE, sumando sus sufragios, no alcanzaron el 50% de los votos emitidos
Al presidente del Gobierno se le ha ocurrido y tiene la intención de cambiar la Ley Electoral en lo concerniente a las elecciones municipales a falta de nueve meses para las mismas. No deja a priori de ser sorprendente esta preocupación del presidente, si en el fondo de la cuestión no estuviera la pérdida de muchas alcaldías de su partido, tomando como referencia los resultados de las últimas elecciones europeas. Fundamentalmente estas prisas in extremis se producen por los resultados, el dato es que los dos partidos mayoritarios PP y PSOE, sumando sus sufragios, no alcanzaron el 50% de los votos emitidos, lo que supondría que el resto de los partidos minoritarios a través de las políticas de alianzas le arrebatarán un buen número de alcaldías.
Por lo que ha trascendido la modificación se basaría en que el cabeza de lista de una formación política sería alcalde directamente si se dan dos condiciones:
1.- La lista más votada deberá obtener un mínimo del 40% de los votos emitidos
2.- Que la diferencia con la segunda lista más votada se situara en un 5%.
De no darse estas circunstancia habría una segunda vuelta entre las dos formaciones más votadas.
A simple vista se podrá estar o no de acuerdo con este planteamiento, es más podríamos entender que la propuesta es generosa y posibilita la regeneración democrática de la vida política.
Pero no nos engañemos. Personalmente, el que escribe fue víctima de las políticas de alianzas que hoy se pretenden limitar, así en las elecciones municipales de 1983, entonces desde las listas del PSC-PSOE y desde la perspectiva del tiempo transcurrido, les puedo decir que en aquel evento electoral en la población de Mollet del Vallès, la lista del PSC-PSOE que yo encabezaba obtuvo 9 concejales a resultas de los 6.333 votos obtenidos, la segunda fuerza más votada fue el PSUC con 3.822 votos y por ello 6 concejales, la Corporación se componía de 21 concejales.
Este tipo de reformas, que van directamente al tuétano del sistema democrático, no pueden ni deben utilizarse en beneficio propio, deben apuntalar la democracia y beber de sus esencias
Pues bien, el PSC-PSOE no obtuvo la Alcaldía, que hubiera sido natural al ser la lista más votada y máxime siendo la segunda fuerza política el PSUC, a priori de izquierdas, ya que la suma de las dos fuerzas hubiera dado un gobierno estable de izquierdas que era el sentir mayoritario del voto de la población. Pues la realidad fue otra muy distinta, el PSUC pacto con CiU, que tenía 5 concejales, el PSUC se olvidó de su ideología de izquierdas y traicionando el sentir mayoritario de la ciudadanía, su complejo de nacionalismo, que hoy mantiene, le llevó a pactar con la burguesía nacionalista representada por CiU.
Sin entrar a valorar en más profundidad este hecho, a todas luces antinatural políticamente hablando, puedo decir que a pesar de ello y a pesar de que estoy a favor de que la Ley Electoral se cambie, no estoy en absoluto de acuerdo que su reforma sea parcial, ya que esta debe de abarcar a todos los eventos electorales, municipales, autonómicos y por supuesto a las elecciones generales.
Una reforma de la Ley Electoral no puede ser oportunista como la que plantea el presidente del Gobierno, debe de tener el máximo consenso de las fuerzas políticas y debe garantizar el principio democrático de una persona, un voto, con independencia de donde viva.
La nueva Ley Electoral deberá garantizar a demás, la elección del máximo mandatario: alcalde, presidente autonómico o presidente del Estado, por votación directa y buscar fórmulas que garanticen la gobernabilidad de las instituciones, así como la participación y control en la acción política por parte de los ciudadanos.
Si queremos hablar de regeneración de la vida política, de recuperar el afecto de los ciudadanos, en primer lugar tendremos que hacer caso a las recomendaciones éticas del Consejo Europeo, que si bien no obligan a los Estados miembros, si establece que no deben de cambiarse las reglas del juego democrático cuando está próximo un evento electoral.
El Sr. presidente del Gobierno, y el Partido Popular, se equivocan en tiempo y forma, si lo hacen no será antidemocrático, pues tienen la mayoría absoluta, obtenida democráticamente, pero una medida como esta de gran calado político, necesita del concurso del resto de fuerzas políticas.
Este tipo de reformas, que van directamente al tuétano del sistema democrático, no pueden ni deben utilizarse en beneficio propio, deben apuntalar la democracia y beber de sus esencias.
De lo contrario escribirán el epitafio de la democracia, y de ello tenemos ejemplos en tiempos pasados.