Pensamiento

Marx escribió a Lincoln

19 julio, 2014 11:56

El próximo mes de noviembre hará siglo y medio que Abraham Lincoln (1809-1865) ganó por segunda vez la presidencia de los Estados Unidos, meses antes de que fuera asesinado en el Teatro Ford de Washington. Con el país en guerra civil, la victoria del político republicano fue abrumadora, y muy especialmente entre los movilizados en aquella contienda de secesión entre federales y confederales, entre el norte y el sur de la joven nación.

Desde Londres, donde estaba viviendo desde hacía quince años, Karl Marx (1818-1883) le dirigió una carta al presidente norteamericano para felicitarle por su reelección "por una gran mayoría". Le decía que "si bien la consigna moderada de su primera elección era la resistencia frente al poderío de los esclavistas, el triunfante grito de guerra de su reelección es: ¡muera el esclavismo!". En esta interesante epístola, Marx afirma que "desde el comienzo de la titánica batalla en América, los obreros de Europa han sentido instintivamente que los destinos de su clase estaban ligados a la bandera estrellada", y que aquellos habían comprendido "antes de que la intercesión fanática de las clases superiores en favor de los aristócratas confederados le sirviese de siniestra advertencia, que la rebelión de los esclavistas sonaría como rebato para la cruzada general de la propiedad contra el trabajo y que los destinos de los trabajadores, sus esperanzas en el porvenir e incluso sus conquistas pasadas se ponían en tela de juicio en esa grandiosa guerra del otro lado del Atlántico".

Lo que pasaba en "el otro lado" no era ajeno a la suerte de los parias de la tierra. Era una fase de lo que hoy se denomina globalización

Lo que pasaba en "el otro lado" no era ajeno a la suerte de los parias de la tierra. Era una fase de lo que hoy se denomina globalización. La carta terminaba con un largo párrafo que merece ser reproducido íntegro:

"Los obreros de Europa tienen la firme convicción de que, del mismo modo que la guerra de la Independencia en América ha dado comienzo a una nueva era de la dominación de la burguesía, la guerra americana contra el esclavismo inaugurará la era de la dominación de la clase obrera. Ellos ven el presagio de esa época venidera en que a Abraham Lincoln, hijo honrado de la clase obrera, le ha tocado la misión de llevar a su país a través de los combates sin precedente por la liberación de una raza esclavizada y la transformación del régimen social".

Marx, que había escrito artículos en el diario austríaco Die Presse acerca del desarrollo de la guerra civil norteamericana, advertía de una "cruzada general de la propiedad contra el trabajo" que cuestionaba las conquistas y esperanzas de los trabajadores. El autor de El capital (1867) veía a Lincoln como "hijo honrado de la clase obrera" y su éxito como presagio de una nueva época de dominación obrera. Es evidente que esto último no podía ser y no lo fue, pero sí, en cambio, era posible encarrilar un régimen social. Un objetivo que reclama un Estado social y democrático de Derecho y que se debe cuidar con energía y decisión para el servicio de la ciudadanía, esto es, de seres concretos de carne y hueso.

Antes de concluir, les diré que he recogido esta misiva marxiana del reciente libro A la carta (Ed. Elba), que Valentí Puig ha editado y prologado, tras seleccionar medio centenar de cartas. Entre ellas se me ocurre destacar aquí una de Gandhi a Hitler, otra de Elvis Presley a Richard Nixon y la que el propio Abraham Lincoln le envió al maestro de su hijo pequeño. En particular, el contenido de esta última merece toda mi simpatía, así cuando le pedía que enseñara a su vástago a "confiar en sus propias ideas, aunque los demás le digan que está equivocado"; esto es, a tener personalidad y valor, que no es lo mismo que obcecación, y prevalecer acaso sobre cualquier adoctrinamiento intimidatorio. También le pedía que le enseñase a "ser amable con las personas amables, y severo con las que son rudas"; el Martín Fierro del argentino José Hernández, escrito por esos años, recoge la expresión semejante de "duro con los duros y blando con los blandos".