Pensamiento
¿Qué hacer? (II): No nos entienden
Continuamos la discusión comenzada aquí sobre las diferentes formas que una votación sobre la independencia de Cataluña podría tomar.
Quedaba pendiente para esta segunda parte el análisis de la reforma constitucional. Vaya por adelantado que de su alcance dependerá si se tiene que someter a referéndum. Si afecta a artículos del Título preliminar, como el art.2, el referéndum es obligatorio. De hecho, representa la estación final de un procedimiento que exige una votación favorable de 2/3 de cada Cámara, elecciones y segunda aprobación por las nuevas Cortes, de nuevo por 2/3. Si la reforma se circunscribiera sólo al Título VIII, de la organización territorial del Estado, no se tendría que someter a referéndum a menos que lo pidan una décima parte de los Diputados o de los Senadores.
Tratándose de una reforma constitucional, sería necesario que el consenso, incluyendo la participación en su redacción, fuera más allá de PP y PSOE, englobando a UPyD, Izquierda Plural y fuerzas no independentistas. Ahora bien, será muy deseable que la pacificación de la cuestión territorial sea refrendada por la soberanía nacional, incluso en el supuesto de que el consenso parlamentario logrado fuera amplísimo y el referéndum fuera prescindible.
Volviendo a los criterios para valorar su oportunidad política, cuerpo electoral, momento y pregunta, el referéndum de reforma constitucional no cuestiona la soberanía nacional pero de nuevo da un margen a la interpretación en clave "autonómica" de los resultados, no sólo en Cataluña, sino en otras partes de España. En cuanto al momento, no podemos desligar esta cuestión de la previsible composición de las Cortes de la próxima legislatura. Si se produce una entrada masiva de fuerzas políticas de dudoso compromiso con la soberanía nacional, será más prudente intentar cerrarlo todo en esta legislatura con una reforma en profundidad del Título VIII (reforma necesaria por una mera cuestión de técnica legislativa). En cuanto a la pregunta, es evidente que no habrá una pregunta explícita sobre independencia, pero el voto contrario a la reforma, al menos en Cataluña, en principio se podría interpretar como un voto independentista.
Entregar, y blindar, las competencias sobre construcción nacional convertirá a los españoles de Cataluña en españoles en Cataluña
Y decimos "en principio" porque mucho nos tememos, y aquí es donde queríamos ir con este artículo, visto el cariz que está tomando el asunto, que muchos de los catalanes que queremos seguir siendo españoles tendremos que votar 'no' a lo que parece que se está empollando. El plan de los empresarios del "Puente Aéreo" presentado al entonces Príncipe de Asturias, hoy Felipe VI, que Pablo Planas descubrió en Libertad Digital, consistía en "reconocimiento de Cataluña como nación, concierto económico y "reparación" fiscal en forma de inversiones estratégicas, traspaso de todas las competencias en materia de educación, lengua, cultura, ciencia y medios de comunicación así como un estatus diferenciado en el exterior, una suerte de consorciado diplomático en el que Cataluña tendría canales propios en la Unión Europea y las organizaciones internacionales, además de selecciones deportivas". En la misma dirección se movía la propuesta del señor Gay de Montellà al entonces Rey Juan Carlos I.
En realidad, no obstante, no nos preocupa lo que planteen empresarios aterrorizados pensando en cómo pueden aplazar sine die el día en que se tendrán que posicionar y movilizar contra la independencia (porque saben perfectamente que los mismos medios que valen para la revolución nacional valdrán por la revolución social que les esperará al día siguiente de una DUI). Lo que verdaderamente causa terror es que muchos dirigentes españoles lo compren. Y maliciamos de que las declaraciones de Pedro Sánchez y de Madina sobre el reconocimiento de Cataluña como nación se concretarán en algo en la línea de estos proyectos.
Y es por eso que nos vemos obligados a repetir y hacer nuestro uno de los mantras del nacionalismo catalán: No nos entienden. Efectivamente: no nos entienden. En primer lugar los dirigentes españoles que se avengan a tales propuestas no entienden que en Cataluña llevamos muchos años en un proceso de construcción nacional. Se está construyendo, y se está muy cerca de conseguir, una nación catalana, en términos políticos, un sujeto autodeterminable, por lo tanto incompatible con la soberanía nacional española, con la nación española. Y contra esto se propone, nada más y nada menos, que regalar, blindadas y en exclusiva, las competencias sobre los instrumentos de construcción nacional: educación, política lingüística, medios de comunicación y selecciones deportivas. O sea: independencia en 10-20 años, si no antes. Enhorabuena señores Sánchez y Madina. Y ya no entraremos a discutir el pésimo mensaje que se envía al resto de españoles: la deslealtad a España se recompensa.
En segundo lugar, lo que no entienden es que Cataluña no es un país de siete millones de personas oprimidas, sino que una parte muy importante de su población está comprometida con la nación española. Nos gustan los líderes independentistas porque hablan en plata, sobre todo cuando se excitan. La Sra. Forcadell (vídeo minuto 12) afirmó una vez que PP y C's no eran pueblo de Cataluña, y que sería más acertado hablar de PP "en" Cataluña en lugar de PP "de" Cataluña. Pues efectivamente: entregar, y blindar, las competencias sobre construcción nacional convertirá a los españoles de Cataluña en españoles en Cataluña. Es sobre todo a los españoles de Cataluña a quienes no entienden estos dirigentes españoles, si es que se han tomado el tiempo de escucharlos. Si es que saben que existen. No nos entienden.
Si el resto de aportaciones del Sr. Tamames sobre Cataluña están tan bien documentadas como esta, en cinco meses la estelada ondeará en Sant Jaume
Tampoco el PP está libre de esta lacra. Tenemos muestras de esto a capazos desde la defenestración de Vidal-Quadras. Sólo a guisa de ejemplo, la ministra Pastor, otra que no nos entiende, de la cual el interlocutor privilegiado en Tarragona es CiU, a pesar de que el acalde es del PSC y el PP ganó las elecciones generales. De esta interlocución ha resultado la desautorización de Alejandro Fernández, diputado del PP en el Congreso por Tarragona, mediante decisiones completamente contrarias a los proyectos del diputado en materia ferroviaria. Prueba de esto son los sucesivos goles que el diputado de CiU en el Congreso por Tarragona Jordi Jané ha marcado a centro de la ministra Pastor, incapaz ella de anunciar inversiones en Tarragona sin previamente ser preguntada por Jané. Parece que para Pastor se trata de agrandar el álbum de fotos con políticos nacionalistas. Esperemos que el PP de Cataluña permanezca leal a los españoles de Cataluña, pues en caso contrario tendremos que decir, como la Sra. Forcadell, que es el PP en Cataluña, y para referirnos a él habrá que rescatar otra de las palabras-fetiche del nacionalismo catalán: "sucursalismo".
Y ya para concluir, un representante de la sociedad civil que tampoco nos entiende, con libro sobre Cataluña incluido, el señor Ramón Tamames, que hace suyo el mantra de la sentencia del Tribunal Constitucional alemán sobre el límite del 4% del PIB de la solidaridad interterritorial, poniéndose así a la altura de la señora Rahola, madre del método Baden-Wurttemberg. Repitámoslo: No puede existir este límite simplemente porque en Alemania no se mide lo que aquí se denomina déficit fiscal, o sea, las transferencias fiscales interterritoriales vía presupuesto del Estado. Dejamos aquí al lector el enlace con la sentencia, y que el Sr. Tamames busque el límite del 4% del PIB und viel Spass bei der Suche Herr Tamames. Lo que sí se mide en Alemania son las transferencias directas entre las regiones para nivelar el sistema de financiación regional, y en este contexto (insistimos: no se miden las transferencias vía presupuesto federal), las tres regiones pagadoras en 2012 transfirieron alrededor del 1% de su PIB (dejamos aquí el enlace con la liquidación de las transferencias y aquí con la estimación del PIB), como siempre ha sido (excepcionalmente alguna vez se ha llegado al 1,5%), haciendo del todo superfluo el supuesto límite. Si el resto de aportaciones del señor Tamames sobre Cataluña están tan bien documentadas como esta, en cinco meses la estelada ondeará en Sant Jaume.
Esperemos que no lleguemos al punto en que tengamos que hacer campaña con Junqueras para votar que no a la reforma constitucional.