Pensamiento
Felipe VI: "Tranquilo, Artur, tranquilo"
Cuando el coronel Antonio Tejero intentó dar un golpe de Estado contra la democracia española, el 23 de febrero de 1981, el entonces presidente de la Generalidad, Jordi Pujol, lógicamente, sufría por la evolución de los acontecimientos. Habló por teléfono con el Rey Juan Carlos, que le dijo unas palabras que han pasado a la historia: "Tranquilo, Jordi, tranquilo".
33 años después, Felipe VI acaba de ser coronado Rey en sustitución de su padre. Una de les primeras tareas que debería cumplir sería telefonear al actual presidente de la Generalidad, Artur Mas, y, parafraseando a su padre, decirle: "Tranquilo, Artur, tranquilo".
Mas se ha puesto al frente de un proceso que choca contra la pared del Gobierno español y se encuentra en un callejón sin salida del que no sabe cómo salir
Porque Artur Mas está nervioso. Y su nerviosismo se contagia a mucha gente. Se ha puesto al frente de un proceso que choca contra la pared del Gobierno español y se encuentra en un callejón sin salida del que no sabe cómo salir. Conocedor de la oposición frontal del Gobierno del Partido Popular, con mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados, forzó la aprobación de una doble pregunta desequilibrada en un referéndum sobre la independencia de Cataluña y fijó fecha: el próximo 9 de noviembre.
A medida que se acerca el 9 de noviembre, la coalición CiU de la que Artur Mas es presidente va perdiendo apoyos electorales a chorro. Ya está por detrás de Esquerra Republicana, partido, este sí, abiertamente independentista desde siempre. Mas no será, por lo tanto, el presidente de la Cataluña independiente, si algún día llega.
Parece como si necesitase que el Gobierno de Mariano Rajoy tomase alguna decisión que paralizase el proceso que él dirige. Que prohíban la consulta. Que le destituyan. ¿Que le inhabiliten?
Quizás así se entenderían sus recientes amenazas dialécticas. Ha dicho que habrá un conflicto serio si el Gobierno español no autoriza la consulta. Acaba de advertir de un desbordamiento del proceso. "Es más fácil apagar un incendio que detener el agua de un río que baja con mucha fuerza y puede desbordarse", ha afirmado. Después, vuelve a la musiquita de que los catalanes lo hacemos todo pacíficamente, democráticamente, de buen rollo y con los niños subidos sobre los hombros.
Pero, ¿qué debemos entender por un río que se desborda? ¿Cuántas personas se ahogarán? ¿Cuáles serán las primeras en perecer?
El día 9 de noviembre no se acabará el mundo pero no está claro que los nervios del presidente catalán resistan hasta aquel día.
Felipe, llámale, por favor.