Siempre lo tuve por libre e independiente, pero ahora no estoy seguro de ello. No sólo le guardo respeto y admiración, sino también afecto. Fue importante en el mundo de la publicidad. Pero ¿quién es ASA, para quién escribe, para quién trabaja? Sabe por dónde va la ola, a la que no se agregará pues sólo pretende hacer sus fotos y colocar unos pies de página. No le interesa ser un pensador, ni tampoco ser un periodista de investigación. Es un cronista que tiene a gala decir siempre 'su' verdad sin arrugarse. Es un hombre que tiene principios pero su único objetivo es escribir y escribir, hablar y hacer hablar, escuchar y tomar nota; siempre de quien le interese según los casos.
Estamos hablando aquí en Cataluña, donde los separatistas hacen más ruido que nadie y han querido simular un tsunami con todos los medios públicos. Han logrado conversiones sorprendentes
En su último y reciente libro, Cuando se jodió lo nuestro, lo he encontrado menos personal y libertario que en su inolvidable Sapore di sale. En mi opinión, en esta difícil crónica de un portazo, buscando reflejar un estado de ánimo social ASA se ha desdibujado. Así, en una circunstancia como la nuestra, ha preferido servir de caja de resonancia de la propaganda oficial, con modulaciones. Muchos viven en falso, instalados en estado de error. Por su propaganda tóxica, he dejado ya de ser espectador de las televisiones oficiales, y comparto la apreciación del maestro Marías que "no hay que hacer caso de lo que se dice, ni casi de lo que pasa, porque tampoco es verdad". En la presentación de su libro, Arturo San Agustín advirtió que había encontrado miedo en sus entrevistados. Uno de sus acompañantes de mesa pretendió que era bidireccional. Pero todos sabemos que no hay comparación posible. Estamos hablando aquí en Cataluña, donde los separatistas hacen más ruido que nadie y han querido simular un tsunami con todos los medios públicos. Han logrado conversiones sorprendentes.
ASA expresa sutil desdén por Duran y Roca, y un curioso aprecio por Pasqual Maragall (ajeno a mí, que en malas horas lo voté y le presté mi confianza). "Ojo con Morgana, presidente Mas", aconseja a su homónimo, que rechazó ser entrevistado; adivinen quién es esa dama enredadora. Logró el sí del padre innombrable, el de "la frase más antidemocrática que un político puede usar, el famoso 'esto, hoy no toca'", pero le hizo cerrar un rato el magnetófono. El intocable, sin embargo, no calla la boca a quienes denuncian que los catalanes pagamos más autopistas que nadie; algo que el Gobierno central nunca debió permitirle. A Iceta le sacó esta frase: "Como me siento catalán y también español, cuando veo el escudo de España me encuentro enseguida". Es evidente que hay un nacionalismo español, estúpido como todos, y que algunos hablan de España cuando sólo están hablando de ellos. Gente de Madrid se cree más española que nosotros los catalanes, tan tontos son. Celebro que Albert Rivera -a quien ASA no le toma la palabra pero sí el traje- insista siempre con persuasión en este asunto. Arturo San Agustín da pullazos a periodistas fatuos y la palabra a otros, entre ellos a Rafael Jorba y Lluís Foix. Para el primero, "en Cataluña no se romperá toda la vajilla, pero sí muchos platos. Y me estoy refiriendo, por ejemplo, a la convivencia". Deplora la escasa movilidad interior en España y añora que "antes, en la escuela pública", pudieras tener un buen profesor de Navarra o de Galicia, y ahora ya no. Y según Foix, "los poderes políticos (catalanes) han intentado aleccionar, comprar o condicionar a la opinión pública a través de los medios de comunicación, tanto públicos como privados, con el objetivo de crear lo que yo llamo un pensamiento nacional único. Y ese es el peligro que corremos en Cataluña". Claro como el agua.
Este nebuloso libro concluye en Poblet, verdadero símbolo de la unidad catalana, donde resuena en cuerpo y alma Josep Tarradellas: "Tenemos muchas más razones para permanecer juntos que para disgregarnos".