Hay que hablar, sin miedo, de la violencia, para acogotarla bien. Hay gente cuyo inmediato modo de relacionarse consiste en exhibir de forma automática hostilidad, desprecio e indiferencia; dirigida, en especial, a quienes podríamos denominar 'los excluidos'. Procuran apabullarlos porque sí. Imagínense en su casa a estos elementos tóxicos. ¿Qué harán y qué transmitirán? ¿Repetirán sus hijos lo aprendido de sus padres? ¿Serán agentes de hostigamiento en las escuelas contra los niños cuyo origen haya sido tachado de detestable por sus mayores?
Todo por rasgos físicos o culturales distintos a los predominantes, o por sentir y opinar de otro modo que los mandarines del lugar
No miremos a otro lado e imaginemos ahora el desamparo que algunos niños padecen cuando sus propios compañeros de colegio se alían para escarnecerlos, a veces sólo con agresiones verbales o gestuales. Una opresión que genera malestar, encogimiento, vergüenza, estallido, humillación y miedo: un vivir que está en lo más bajo de la condición humana. Todo por rasgos físicos o culturales distintos a los predominantes, o por sentir y opinar de otro modo que los mandarines del lugar. Siempre, más en unos momentos que otros, todos necesitamos 'envolturas afectivas' a nuestro alrededor. Dar y recibir madurez y cariño y protección, la presencia perenne de 'un padre y una madre', sin paternalismo y sin frialdad.
Traigamos a Julio Cortázar para reivindicar la envoltura afectiva y la libertad del ser humano, de cada uno de nosotros. Del espléndido álbum biográfico Cortázar de la A a la Z (Alfaguara), editado este año del centenario de su nacimiento, extraeré dos entradas.
El mismo año que publicó Rayuela, 1963, escribió a su abuela muerta: "Nos seguiremos escribiendo siempre, alguien llamará a las puertas y nos dará las cartas, tú estarás bien y yo te contaré de viajes, tú estarás bien y yo seré el que besa el borde del papel donde una letra fina me envuelve el corazón en sábanas, me da las buenas noches y sale silenciosa para que llegue el sueño". Todos podemos comprender el enorme cariño conectado entre abuela y nieto, afecto perdurable y acogimiento más allá de la separación radical de la muerte. Es una necesidad y una noble aspiración para todo ser humano el ser 'envoltura afectiva' para otros, dar y recibir madurez y cariño y protección, la presencia perenne de 'un padre y una madre', sin paternalismo ni frialdad.
Se quejaba de que gente declarada socialista, "siendo una perspectiva internacionalista en última instancia, de abolición de nacionalismos estrechos", reaccionase contra él "con un chauvinismo digno de eso que se llamó Alianza Nacionalista en una época"
Envolturas afectivas sin chantajes afectivos. Sin obligación de someterse, con libertad. Sigamos con Julio Cortázar. En 1973, diez años después de la anterior invocación a su abuela y al poco de haberse nacionalizado francés, concedió una entrevista al diario argentino La Opinión y publicada el 11 de marzo. En ella reivindicaba el derecho a tener también un pasaporte francés sin dejar de ser argentino: "Los numerosos argentinos que manifestaron su irritación y su desencanto ante la noticia parecen ignorar (y en algunos casos creo que fingen ignorar) que el hecho de que un ciudadano argentino solicite la naturalización francesa no significa en absoluto que renuncie o que pierda su condición de ciudadano argentino". Y agregaba: "Mi condición de argentino la conservaré mientras viva, aunque yo he dicho muchas veces –y eso irrita- que yo me siento mucho más latinoamericano que argentino. Pero puedo ser latinoamericano y argentino y viceversa". Se quejaba de que gente declarada socialista, "siendo una perspectiva internacionalista en última instancia, de abolición de nacionalismos estrechos", reaccionase contra él "con un chauvinismo digno de eso que se llamó Alianza Nacionalista en una época".
Extrañamente, todo acaba resultando familiar. Pero concluiría con la voluntad y el deseo de que cada cual piense y se sienta como le parezca. Sin más. Y todos unidos en paz y concordia.