En la noche electoral todo el mundo busca un clavo ardiente al que agarrarse para amplificar la victoria o encubrir la derrota. En el caso de Cataluña estas elecciones se habían vendido por soberanismo como un referéndum sobre la independencia de Cataluña. Dirán que la participación ha aumentado respecto a 2009, y es verdad, aquel año la participación apenas superó un mísero 36%, pero la realidad es que dicha participación apenas supera la media española y queda por debajo de una cifra símbólica pero importante: el 50%.
Con estas cifras, y aún sin conocer los resultados, puede afirmarse que el voto soberanista no llegara al 25% del censo. Desde luego, no puede hablarse de un pueblo unánime detrás de los partidos soberanistas. Y eso que estas elecciones, como se ha demostrado en Francia, pero también en otros paises, son el caldo de cultivo ideal para los partidos populistas de todo tipo, incluidas las diversas variantes nacionalistas.