En un reciente artículo ("La independencia que viene de lejos", El País 5/5/2014), Francesc de Carreras pone de manifiesto que el actual "proceso de construcción nacional" comenzó por lo menos desde 1980 durante el primer gobierno de Jordi Pujol a través de una inteligente obra de ingeniería social, cuyo objetivo ha sido el de transformar la mentalidad de la sociedad catalana con la finalidad de que sus ciudadanos se convenzan de que forman parte de una nación cultural, con una identidad colectiva muy distinta al resto de España, que sólo podrá sobrevivir como tal nación si dispone de un Estado independiente.
Empiezo a creer que la única lealtad a la que se sienten obligados los nacionalismos es a su idea de nación como ente superior por encima de los ciudadanos que la componen
Afirmación grave donde las haya, pues de ser cierta, ello significaría una deslealtad profunda por parte del nacionalismo catalán hacia el resto de partidos políticos y a la sociedad tanto catalana como del resto de España en su conjunto durante el proceso de discusión y negociación que condujo a la ratificación de la actual Constitución española. Y me permito utilizar el término deslealtad porque, como negociador que he sido en representación de la UE en acuerdos internacionales, uno puede tener unos objetivos confesados o escondidos, pero una vez llegas a un acuerdo (tras obtener y realizar concesiones, como en cualquier negociación digna de tal nombre) no puedes iniciar por tu cuenta un proceso que vaya en contra del mismo. En este caso, lo que hay que hacer es cumplirlo lealmente.
Tengo que confesar que yo fui uno más de los que creyó en la palabra dada por el nacionalismo catalán durante la negociación de la Constitución: acordar un punto intermedio entre el objetivo final de todo (o casi todo) nacionalismo, es decir un Estado independiente, y el centralismo del Estado heredado del franquismo. Es decir, renuncia explícita a su objetivo final a cambio de un nivel suficiente de autogobierno que representa la actual Comunidad Autónoma de Cataluña. Pero ya nada me extraña, pues empiezo a creer que la única lealtad a la que se sienten obligados los nacionalismos es a su idea de nación como ente superior por encima de los ciudadanos que la componen.
Evidentemente, el relato dado por el nacionalismo catalán es bien distinto, puesto que desde su punto de vista es "España" la que ha roto el pacto constitucional y, por ello, no se sienten ligados por el acuerdo alcanzado y pueden de una manera clara y determinada encaminarse hacia el establecimiento de un Estado independiente.
Pero, claro, una cosa es especular sobre si el actual "proceso soberanista" es consecuencia de una serie de circunstancias sobrevenidas en el tiempo como sostiene el nacionalismo catalán (es decir, la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el nuevo Estatuto, la recentralización de las competencias autonómicas, el ataque a la lengua y cultura catalanas, etc.), y otra encontrar las pruebas o los hechos que pudieren demostrar fehacientemente que la situación actual es sólo parte de un proceso planeado de antemano con el objetivo de llegar a un Estado independiente donde el pacto constitucional sería solamente una etapa intermedia en el camino. Y hay que reconocer que no es fácil, pero una de las ventajas de un Estado democrático donde existe libertad de información es que se pueden encontrar documentos del pasado consultando las hemerotecas. Precisamente, con la inestimable ayuda de un amigo he tenido acceso a un documento que fue publicado en octubre de 1990 en El Periódico de Catalunya titulado "La estrategia de la recatalanización". No tiene desperdicio. Solo citaré algunos ejemplos, pues el análisis del texto daría para mucho más que el presente artículo.
Hay que reconocer un mayor nivel de honestidad por parte de ERC, que desde el principio propugnó una Cataluña independiente. Les dejo a ustedes el determinar si tiene razón Francesc de Carreras
En su primer capítulo, "Pensamiento", aparecen cuestiones tales como que Cataluña ('Països Catalans') es una nación europea emergente y que la Europa sin fronteras ha de ser una Europa que reconozca a las naciones; que es necesario concienciar a nuestro pueblo de la necesidad de tener más hijos para garantizar nuestra personalidad colectiva; que Cataluña es una nación discriminada que no puede desarrollar libremente su potencial cultural y económico, remarcando la incidencia negativa que esto tiene para el conjunto del pueblo catalán y para cada uno de sus ciudadanos; que Cataluña es un pueblo que camina en busca de su soberanía dentro del marco europeo; que una mayor libertad para Cataluña comporta un mayor bienestar social de todos sus ciudadanos y el sentimiento nacionalista y de liberación nacional han de ir ligados a la promoción social de las personas y a su propia realización individual y colectiva.
En el capítulo "Enseñanza" aparecen elementos tales como que hay que impulsar el sentimiento nacional catalán de los profesores, padres y estudiantes; exigir el correcto conocimiento de la lengua, historia y geografía de Cataluña y de los 'Països Catalans'; la elaboración de un plan de formación del profesorado que tenga en cuenta los intereses nacionales; la catalanización de los programas de enseñanza; reorganizar el cuerpo de inspectores que vigilen el correcto cumplimiento de la normativa sobre la catalanización de la enseñanza y vigilar de cerca la elección de este personal; incidir en las asociaciones de padres, aportando gente y dirigentes que tengan criterios nacionalistas. En el capítulo "Universidad e Investigación" se propone la potenciación de la Associació Catalana del Professorat Universitari, así como las asociaciones de estudiantes nacionalistas; potenciar a personalidades de ideología nacionalista en los órganos rectores de las tres universidades catalanas.
En el capítulo "Medios de comunicación" se establece como objetivo lograr que los medios de comunicación públicos dependientes de la Generalidad sigan siendo unos transmisores eficaces del modelo nacional catalán; y como medios, incidir en la formación de los periodistas y técnicos en comunicación para garantizar una preparación con conciencia nacional catalana; introducir a gente nacionalista de una elevada profesionalidad y una gran cualificación técnica en todos los lugares claves de los medios de comunicación; la creación de una agencia de noticias catalana, de espíritu nacionalista y de gran solvencia. También hay capítulos dedicados a "Entidades culturales y de ocio", "Mundo empresarial", "Proyección exterior", "Infraestructuras" y "Administración". Pero no les quiero cansar y dejo a las personas interesadas una lectura detallada del documento.
A la vista de este documento, les dejo a ustedes el determinar si tiene razón Francesc de Carreras. Para mí, no hay duda de que así es. Al menos, hay que reconocer un mayor nivel de honestidad por parte de ERC que desde el principio propugnó una Cataluña independiente.