Pensamiento
Por todos los Antonios de España: Jubílalos
Nos acercamos al ecuador de la campaña electoral al Parlamento europeo. Fieles a su comportamiento de Tartufo, los partidos que han secuestrado nuestra democracia se empeñan en hacernos ingerir un brebaje que han especiado con fruición a base de abstracciones, incoherencias y demagogia.
Algunos adoptan como coletilla un concepto de progreso que ni conocen ni perfilan, olvidando que el progreso es el proceso de ampliación de las oportunidades de elección que tienen los ciudadanos en el ejercicio de su libertad
Desconfío de las abstracciones en política. Las ideas y los principios deben poder concretarse en hechos concretos y mesurables. De lo contrario, nos encontramos frente a meras apelaciones retóricas, simples brindis al sol que tan sólo buscan mantener las posaderas de ciertos políticos firmemente asentadas en sus sillones de cuero repujado.
Nos hablan de libertad, de progreso, de futuro. Pero huyen de la concreción como los orcos de la luz solar. Estoy cansado de apelaciones a la libertad. Quisiera que me hablaran de libertades. Si la libertad es una invitación a la acción, no estaría de más que desglosaran cómo pretenden ampliar y renovar las que todos tenemos derecho a ejercer en la esfera pública.
Algunos adoptan como coletilla un concepto de progreso que ni conocen ni perfilan, olvidando que el progreso es el proceso de ampliación de las oportunidades de elección que tienen los ciudadanos en el ejercicio de su libertad. Oportunidades concretas, claras, que cualquier ciudadano puede percibir y constatar en su vida cotidiana. ¿Trabajan realmente para mejorar nuestras posibilidades de elección efectiva?
Salvo honrosas excepciones, la casta política al uso ha olvidado que los telares de la historia, los grandes acontecimientos, se nutren de pequeños hilos, millones de ellos, tantos como personas configuran el tapiz de cada país. Obsesionados por el conjunto, estos gestores de entelequias parecen haber olvidado la importancia de cada uno de ellos.
Es por eso que hoy me permito acercar la lupa de mi tinta virtual a uno de esos hilos. En él veo reflejada la realidad que estos tejedores de humo quieren ocultar en la trastienda. La realidad de muchos de nuestros conciudadanos. La que debemos cambiar. Porque en el fragor del debate político, no podemos renunciar a la empatía, la solidaridad y la convicción de que las cosas pueden ser de otro modo.
Por eso quiero hablarles de mi amigo Antonio. Su realidad es la de muchos en nuestro desastrado tapiz.
Antonio tiene 57 años y está sin trabajo. Dada su edad y formación, tiene pocas posibilidades de conseguirlo a corto plazo. Ninguna novedad en este país asolado por una gestión irresponsable de la crisis. Todo sea por pagar las deudas contraídas con los bancos alemanes lo más rápido posible.
Otra forma de hacer política es posible. Todos podemos y debemos participar. Ser responsable del propio futuro es contribuir desde nuestra realidad, con nuestra capacidad y posibilidades, para hacerlo mejor
Mi amigo es una persona de fuertes convicciones, su compromiso social lo acreditan las cicatrices de su biografía. Sus actos prueban las ideas que le animan. Pero cada nuevo día se levanta con la carga de ver a su mujer salir a trabajar, con dos vértebras seriamente dañadas y la imposibilidad de coger una baja si no quieren que el correspondiente descuento salarial les impida llegar a fin de mes.
Tiene tres hijos. Su hija mayor es afortunada; trabaja. Pero en cuatro años ha visto reducido su salario en más de un treinta por ciento. El yerno también está sin empleo y ya no tiene derecho a ningún tipo de prestación.
La pequeña está cursando una carrera universitaria. Estudia mucho, es consciente del esfuerzo que supone para sus padres pagar unas tasas de matrícula cada vez más altas. Su padre se pregunta si tendrá que emigrar en un futuro, dado el porcentaje de paro juvenil en España.
Antonio vive su realidad mientras se desespera impotente, cuando compañeros y vecinos son desalojadas de sus viviendas por los bancos, estos nuevos Shylock que les estafaron con la complicidad de muchos políticos y ahora quieren cobrarse su libra de carne.
Miles de pequeños ahorradores padecen los efectos de las subordinadas, ofrecidas por Bancos y Cajas de Ahorro a golpe de incentivo e información sesgada, mientras el Gobierno y los consejos de administración de las entidades afectadas juegan al don Tancredo.
Hay seis millones de parados, pero los sindicatos mayoritarios, corruptores de su propia causa, nadan en el cieno de sus pufos y muestran su incapacidad para defenderlos. Demasiadas facturas falsas, cursos de formación trucados y mariscadas a tutiplén para ocuparse de otras cosas.
Sube la electricidad, el gas, el agua, el transporte público y a los pensionistas les ofrecen en tono triunfal una subida del 0,25% en diferido. Pero no hay que preocuparse. Los datos macroeconómicos son esperanzadores, ¿verdad?
Antonio concluye su análisis de forma rotunda, dirigiéndose a estos oligarcas de vía estrecha:
- No creo en vosotros, nos habéis engañado, estafado, humillado, abandonado.
Mi compañero no se ha quedado cruzado de brazos. Sabe que otra forma de hacer política es posible. Que todos podemos y debemos participar. Que ser responsable del propio futuro es contribuir desde nuestra realidad, con nuestra capacidad y posibilidades, para hacerlo mejor.
Ugo Betti dijo en una ocasión algo especialmente adecuado para los integrantes de la casta política: "No es verdad que los hombres nos amamos. Tampoco es verdad que los hombres nos odiamos. Nos desimportamos aterradoramente".
¿Queremos cambiar esta realidad?
Pues hemos de jubilarlos. Por todos los Antonios de nuestro país. Por nosotros.