Pensamiento

La parte de abajo del PSC

25 febrero, 2014 08:56

Desde hace tiempo me asalta periódicamente la idea de poner sobre el papel cómo se ve el PSC desde abajo, desde sus bases y, también la de intentar explicar a los ciudadanos externos al partido las conclusiones a las que hubiera llegado. Si no lo he hecho hasta ahora es porque había muy poco que escribir y que explicar. El militante de base solo recibe comunicaciones filtradas de una forma o de otra. Las comunicaciones del militante de base no suben más arriba de la comisión ejecutiva de la agrupación a la que pertenece. Igualmente difícil es la comunicación horizontal, con compañeros de otras agrupaciones y federaciones, a pesar de que me parece recordar que en el último Congreso se habló bastante de la comunicación en red.

La falta de debate y de comunicación de abajo arriba no son más que manifestaciones de otro déficit más importante: la falta de democracia interna. Este problema es común a casi todos los partidos, por no decir a todos

Pero las situaciones de crisis -y nuestro partido vive una crisis terrible- desatan la lengua a la gente y afilan sus oídos. Durante los últimos ocho o diez meses y aprovechando el hecho de compartir manifestaciones, he ido hablando con compañeros de mi agrupación y de otras y oyendo cosas que antes costaba oír. Y ha aumentado significativamente el número de comunicaciones de arriba abajo recibidas, incluidas las del primer secretario del partido. Me quedo con las conversaciones con compañeros y con una impagable carta electrónica que recibimos hace unos días los militantes de mi agrupación -que es una de las más numerosas del partido- y cuyo remitente era y es el primer secretario de la agrupación.

Lo primero que llama la atención en la vida del partido es la ausencia casi total de debate interno que llegue hasta las agrupaciones y suba hasta la cúspide. Ni siquiera se debate en una época de crisis durísima como la actual, en la que el partido se está cayendo a pedazos. En mi agrupación creo que sólo ha habido una asamblea -de temario anodino- durante el segundo semestre de 2013, cuando ya "nuestros" nacionalistas habían enseñado las garras con una votación en el Congreso y con un Manifiesto que, si no de juzgado de guardia, sí merecía haber terminado en unas cuantas expulsiones. No he tenido la paciencia de cotejar los nombres de los firmantes de aquel manifiesto con los nombres de los que han firmado el reciente de apoyo a los "tres díscolos". Pero casi seguro que casi todos los firmantes del primer manifiesto lo son también del segundo, habiendo que sumar unos cuantos cientos más que nos podríamos haber ahorrado con aquellas expulsiones.

El problema de la falta de debate es antiguo. Es inexplicable y realmente gravísima la actitud de las tres o cuatro últimas direcciones del partido, en todos sus niveles, de ignorar, durante años y con algunos congresos de por medio, que íbamos perdiendo por la izquierda votantes y afiliados a una velocidad tres o cuatro veces mayor que la correspondiente a las pérdidas por la derecha.

Pero, curiosamente, a muchos dirigentes, incluyendo al primer secretario de mi agrupación, les duelen especialmente los militantes que se han ido del partido en "los últimos meses". La verdad es que yo no tengo acceso ni al número de los que se han ido ni a las causas que han alegado. Lo que sí sé con seguridad es que el PSC ha sufrido un proceso de desproletarización o desclasamiento casi desde mediados de los ochenta. Y sin olvidar, por supuesto, a unos cuantos militantes que fueron expulsados por oponerse, de forma fuerte, a la línea crecientemente nacionalista del PSC. En paralelo a ese proceso, ha habido un aumento de la afiliación de clase media y media alta, y de cuadros más o menos preparados. Al estar aquí y no allí, esa afiliación ha aportado, sin duda, más preparación, más nivel de idiomas… pero, sobre todo más catalanismo que poco a poco ha ido evolucionando, en unos cuantos, a nacionalismo y últimamente, a independentismo. Sí, sí, en el seno de nuestro partido. Y, al parecer, los militantes cuya marcha más duele son los de estas tendencias nacionalistas que marcharon, están marchando y se teme que marchen muchos más, bien porque no se ha ido suficientemente lejos, bien porque la dirección ha dado una relativa marcha atrás, que algunos interpretamos como ambigua.

La falta de debate y de comunicación de abajo arriba no son más que manifestaciones de otro déficit más importante: la falta de democracia interna. Este problema es común a casi todos los partidos, por no decir a todos. Es verdad que hay congresos y procesos electorales internos. Pero también lo es el hecho de que los "aparatos", a todos los niveles, controlan los que irán a los congresos y los que formarán parte de los órganos de dirección y estarán en las listas electorales. Y lo peor de todo es que, desde abajo, vemos que una parte importante de ese control no se debe a razones ideológicas sino a la lucha por aparecer en las listas electorales -mejor en posiciones altas- o, más simplemente, a la lucha por obtener un puesto de trabajo. Es muy triste, pero es así.

Algunos utópicos dentro del PSC están muy ufanos pensando que cuando aquí haya paz "nacional", es decir, haya independencia, habrá llegado el momento de potenciar la lucha social. Los partidos nacionalistas dejarán de serlo y será la hora de la socialdemocracia

Desde abajo también vemos ambigüedad. Casi en todo, pero especialmente en el difícil tema de los últimos meses. ¿Era tan arriesgado declararnos constitucionalistas de entrada y mantener el tipo, costara lo que costara? Eso no quiere decir, por supuesto, que la Constitución sea sagrada. Pero, ante tanta locura, era y sigue siendo el único amarre sólido disponible. Al fin y al cabo, se está verificando que la ambigüedad no es rentable y va a acabar costando mucho más que lo que hubiera costado mantenerse firmes desde el inicio.

También vemos varios afanes por recuperar a los que hemos perdido. En el último Congreso intenté presentar algunas enmiendas al texto base propugnando como tarea principal para el partido en los cuatro años siguientes la recuperación de votantes y militantes perdidos por la izquierda y, en el caso de los militantes y muy especialmente, de los que fueron expulsados por no nacionalistas. En ello sigue yéndonos el futuro del partido. Pero ya fue mal presagio que esas enmiendas ni siquiera llegaron a discutirse, ya que se perdieron por el camino.

Pero, en otro sentido, hay dirigentes de varios niveles a los que les sube la adrenalina pensando que en un futuro cercano todos los compañeros socialistas, los de dentro y los de fuera (no creo que se refiera a los del PSOE) volvamos a encontrarnos juntos bajo una sola fuerza (socialista) mayoritaria. Pues que se lo quiten de la cabeza. Nuestro partido es eso, un "partido". Si no fuera así, sería un "entero". Todas esas palabras tan de moda como "pluralismo" (Geli dixit, la penúltima vez que la oí), "transversalidad" (Coscubiela dixit -otro que tal, pero en ICV-EUiA-, la penúltima vez que la oí) y similares, están borradas de hecho en los cerebros de los socialistas de verdad. Es evidente que catalanistas caben en el PSC, como también caben pequeños empresarios y autónomos que tengan algún que otro trabajador. Pero a los socialistas nos repugna y nos repugnará que haya independentistas o grandes o medios empresarios. Para eso, tienen otros partidos. Salvo que quieran entrar en el nuestro para volarlo desde dentro. Y no es película de 007.

Algunos utópicos dentro del PSC están muy ufanos pensando que cuando aquí haya paz "nacional", es decir, haya independencia, habrá llegado el momento de potenciar la lucha social. Los partidos nacionalistas dejarán de serlo y será la hora de la socialdemocracia. Se equivocan doblemente: de una parte, porque esos utópicos serán menos socialistas o socialdemócratas que ahora. Una vez aliviados de la "carga" que suponen los trabajadores del resto del España, los socialistas de entonces se darán cuenta de que son menos "clase" que antes, la solidaridad que practiquen será menor y estarán más aislados al romperse los lazos con el partido hermano. Pero también se equivocarán porque los nacionalistas no desaparecerán: desempolvarán los "Países Catalanes" -ahora momentáneamente aparcados- e intentarán repetir la misma historia con relación a Francia y, de nuevo, a España para conseguir anexionarse lo que queda de la zona lingüística catalana. Más fracturas de clase a añadir a las que ya han provocado.

Lo que más desconcierta los militantes de base y los deja llenos de estupor, es que ya haya dirigentes de nuestro PSC que, metidos en alturas, ya están hablando de -o pensando en- un proceso constituyente. Supongo que será el de Cataluña porque, en España, no creo que haya a la vista ningún proceso constituyente. Puede haber alguna reforma constitucional de cuantía pequeña o media, pero el grueso de la Constitución está ahí y funciona mucho mejor de lo que muchos querrían para cargarse de razones. Y claro, para que haya proceso constituyente, el soberanismo tiene que haber triunfado, cosa que, al parecer, algunos dan por hecho con la boca pequeña en lugar de luchar para evitarlo. Eso, en mis buenos tiempos se llamaba entreguismo. También he oído que les da pánico el hecho de que los nuevos derechos sociales de la constitución catalana los redacten las fuerzas conservadoras. Se olvidan de que en esas "fuerzas conservadoras" hay dos partidos que, en su momento, fueron llamadas "fuerzas de progreso" dentro del PSC, salvo por los que siempre rechazamos el "invento" de los tripartitos.

Claro, que si entran las fuerzas de izquierda en el proceso constituyente (léase PSC), se luchará -dicen- para que no resulten dañados los intereses de "las clases populares del resto del estado". Me imagino que alguien estará ya pensando en una campaña de leche en polvo, mantequilla y queso con el letrero "Donated by the People of Catalonia", para que no molesten los textos en catalán.

En los sentimientos nacionalistas está muy claro que un pueblo (sin definición clara) decide que es una nación (ídem de lo mismo) y tiene derecho a decidir que quiere constituir un Estado propio

Pero no hay que asustarse. Para el primer secretario de mi agrupación "la consecución de la sociedad que queremos pasa, entre otras cosas, por la federación de todos los pueblos". Nueva ambigüedad doble o triple. ¿Se refiere a todos los pueblos de España? ¿O a todos los de Europa? ¿O a los del mundo? Ya puestos... Por otra parte, no sabemos quién define a los "pueblos".

Pero aún hay más ambigüedad en el camino para llegar a la tal federación de pueblos. Hubo una época en que la palabra "pueblo" apenas se utilizaba, salvo por los alemanes que siempre han sido muy suyos y en el frontispicio de su parlamento dice, con letras bien grandes, "DEM DEUTSCHEN VOLKE" (al pueblo alemán). En España "pueblo" no se usa demasiado, tal vez por realismo sociológico. Se usa poco en la Constitución, pero contundentemente; aunque yo hubiera preferido "ciudadanos". Pero en Catalunya, y no por realismo sociológico -que debería haberlo- sino por estrategia política, la palabra "pueblo" estuvo perdida en algún cajón y se intentaba encuadrar a la inmigración como "catalanes" (es catalán quien…) en una "nació" convertida en talismán. Desde que el soberanismo se sintió fuerte, la palabra "nació" pasó a segundo término y su lugar lo ocupó "poble". El MHP Artur Mas tiene el record Guinness del uso de esta palabra en su peculiar pronunciación como "popla". Esto me devuelve a lo del camino.

En los sentimientos nacionalistas está muy claro que un pueblo (sin definición clara) decide que es una nación (ídem de lo mismo) y tiene derecho a decidir que quiere constituir un Estado propio (este sí que puede ser real y legal; y costar sangre, también real, el constituirlo). En ese camino estamos ahora. Se quiere federar a los pueblos (los que sean) a fin de que pasando por el estadio de naciones lleguen, por fin al cielo de los estados. ¿Y qué hacemos con los estados? Pues federarlos (a los que quieran) o confederarlos ( a los que quieran; siempre se podrán ir más adelante). Conociendo al personal podríamos tener, al cabo de unos diez años de proceso y según ámbitos, unos diez estados independientes (antigua España), unos sesenta o setenta (Europa) y para el mundo, ni los cuento. Y me olvidaba: a añadir algunas federaciones o confederaciones capitidisminuidas y renqueantes. En resumen, que un poco más de seriedad con estas cosas.