En Cataluña pasan tantas cosas tan deprisa que a veces no tenemos tiempo de analizarlas bien. El 12 de diciembre pasado, el bloque soberanista pactó una doble pregunta encadenada y una fecha para la famosa consulta, posibilitando así el apoyo de los republicanos a los presupuestos de 2014. A principios de enero, Artur Mas anunció que ERC no se integraría por ahora en el Gobierno de la Generalidad. Y en esta última semana, Oriol Junqueras ha descartado definitivamente una candidatura conjunta con CiU para las elecciones europeas, que tampoco deseaba el democristiano Josep Antoni Duran i Lleida.
La estrategia de Mas hasta las elecciones de mayo pasa por enfatizar su exigencia de celebrar la consulta, capitalizando personalmente el enfrentamiento con el PP. Quiere convertirse en el paladín de la consulta y en un independentista genuino, para dejar de ser visto como la copia de Junqueras
¿Cómo hemos de interpretar todo esto? Se suponía que una vez hubiera pregunta y presupuestos, el Gobierno de unidad (integrado también por personalidades independientes) era casi un paso obligado hacia el choque de legitimidades. Por otro lado, las elecciones europeas podían ser un buen banco de pruebas sobre la fortaleza de una coalición soberanista y una forma clara de internacionalizar el conflicto. ¿Por qué no se ha dado ninguno de los dos escenarios?
Una vez que Mas logra resolver la cuadratura del círculo de la pregunta para la hipotética consulta, y salva así los presupuestos de 2014, ya no necesita a ERC. Este es el factor esencial. Además una posible entrada de los republicanos hubiera tenido enormes repercusiones simbólicas y políticas. Si Oriol Junqueras hubiera asumido la figura de primer consejero de la Generalidad, habría pasado a ser señalado como el sucesor natural de Mas en el campo soberanista, lo que podría haber acentuado el trasvase de votos hacia ERC. Y aunque hubiera quedado personalmente al margen del ejecutivo, los republicanos dispondrían en ese caso de una arma peligrosísima. Fíjense que si Mas decide finalmente no convocar las llamadas elecciones plebiscitarias en 2014, los republicanos podrían haber desencadenado una crisis de gobierno presentando su dimisión, exigiéndole el adelanto electoral. Ahora bien, también es cierto que en ERC la idea de ponerse al frente de consejerías y departamentos no seducía por ahora a muchos, tampoco a Junqueras, cuyo papel como líder de la oposición le resulta extraordinariamente cómodo, con todas las encuestas hacia arriba. ¿Para qué correr riesgos innecesarios en un momento en el que la Generalidad está en bancarrota financiera? Seguramente, pues, había una coincidencia de estrategias entre Mas y Junqueras. El primero porque desea tener las manos libres hasta el final, y el segundo porque no tiene prisa por llegar al poder, ¿para qué dar un paso en falso si no haciendo nada todo le va bien?
En efecto, ERC puede ganar las elecciones europeas de mayo en Cataluña. La dirección de CDC tenía enormes deseos de tejer una candidatura de unidad soberanista para evitar que se visualizara el posible sorpasso de los republicanos. Pero no ha podido superar dos obstáculos principales. ICV-EUiA no quería de ninguna forma, tanto por razones electorales propias como de relación con sus socios de Izquierda Unida, que todas las encuestas indican que va a lograr un resultado histórico. Y Unió Democràtica se oponía en ese caso a compartir candidatura únicamente con ERC, tanto por razones ideológicas como prácticas. No tenía nada que ganar, pues yendo solo con CDC (y sus otros socios de candidatura europea, empezando por el PNV) se garantiza de sobras un acta de eurodiputado. Otra cosa es la configuración de lista y la abierta antipatía que se profesan el convergente Ramon Tremosa y el democristiano Salvador Sedó. Pero todo indica que están condenados nuevamente a entenderse.
En este escenario, la estrategia de Artur Mas hasta las elecciones de mayo pasa por enfatizar su exigencia de celebrar la consulta, capitalizando personalmente el enfrentamiento con el PP y el Gobierno de Mariano Rajoy, que además se lo pone fácil en términos de confrontación tras la conferencia de este sábado pasado en Barcelona. Mas quiere convertirse en el paladín de la consulta y en un independentista genuino, para dejar de ser visto como la copia de Junqueras. Se trata de recuperar los votos que en 2013 se le han ido hacia ERC, para recuperar la primera posición en las encuestas. Puede que los republicanos estén ya muy cerca de haber tocado techo. Las elecciones europeas van a ser el primer termómetro.
Mas solo adelantará las elecciones si puede seguir liderando un proceso que está condenado a cronificarse, a enquistarse políticamente, porque no tiene solución (sea la que sea) sin reforma constitucional
La aprobación de los presupuestos le da a Mas un margen de año y medio hasta tomar la decisión de adelantar las elecciones. Aunque la pregunta esencial no es saber cuándo, en qué fecha, si este noviembre o en mayo de 2015, sino para luego hacer qué. ¿Una mayoría independentista liderada por Mas se atrevería a declarar unilateralmente la independencia? Creo que hay razones para descartarlo. En primer lugar, porque la cuestión polarizaría de tal forma la campaña electoral, dividiría el electorado y el país entero de manera tan radical, que el resultado sería imprevisible. Y, en segundo lugar, porque la secesión, aun en caso de mayoría absoluta independentista en el Parlamento autonómico catalán, no podría materializarse de forma pacífica y ordenada. Se entraría entonces en un escenario económico y político muy peligroso. Por todo ello, lo más lógico es pensar que Mas solo adelantará las elecciones si puede seguir liderando un proceso que está condenado a cronificarse, a enquistarse políticamente, porque no tiene solución (sea la que sea) sin reforma constitucional.
Estamos ahora en la fase más aguda del conflicto, que eclosionó en 2012 y que alcanzará su zénit en septiembre de este año con otra demostración independentista de fuerza en la calle. Pero a partir de 2015 entraremos en una etapa de enquistamiento, que producirá probablemente cansancio en una parte de la sociedad catalana y radicalización en otra. Mas ha liderado el primer tiempo, en realidad es el principal responsable de su estallido. Hoy ya no existen dudas de que volverá a presentarse a las elecciones. Su objetivo es seguir al mando del timón en el tiempo nuevo. Que lo consiga dependerá de su capacidad por capitalizar este año el enfrentamiento con Rajoy, por llevar siempre la iniciativa, y ser creíble al mismo tiempo como independentista genuino. Su objetivo es encarnar políticamente el "derecho a decidir" como punto de encuentro de todo el soberanismo, apuntando hacia el sueño de la independencia, pero sorteando siempre disyuntivas suicidas.