Dejando de lado el hecho evidente de que el referéndum separatista catalán nunca llegará a celebrarse, las preguntas planteadas merecen un análisis en profundidad. El proponer una doble interrogación, en vez de una pregunta clara, nos sume en la más absoluta de las confusiones. El referéndum plantea dos cuestiones: 1) ¿Quiere que Cataluña sea un Estado? y, en caso afirmativo, 2) ¿quiere que sea independiente? Esto permite múltiples respuestas posibles:
Sí-Sí: Apoyo claro al independentismo.
No: Se niega que Cataluña sea un Estado, aunque los que elijan esa opción no podrán manifestarse en contra del independentismo.
Sí-No: La opción federalista. Cataluña puede ser un Estado dentro de una hipotética Federación española.
Lo absurda que es esta doble pregunta es una prueba más de la locura nacionalista que se ha apoderado de gran parte de la sociedad catalana
Si introducimos la opción del voto nulo y de la abstención la cosa se complica todavía más:
Sí-Abstención: El votante se manifiesta a favor de que Cataluña sea un Estado, pero no se pronuncia sobre si debe ser independiente o no. ¿Cómo se interpreta esta opción: a favor del separatismo o del federalismo? No se sabe.
Abstención: Algunos partidos pueden hacer campaña por esta opción para no legitimar un proceso en el que no creen, por ejemplo el PP o Ciudadanos.
No-Sí: Es decir, se vota que Cataluña no sea un Estado, pero sí a que sea independiente. Esta opción sería nula. No obstante me parece la más sugerente desde un punto de vista filosófico: ¿es posible ser independiente sin ser un Estado? Es la vía anarquista.
La conclusión que sacamos de esto es que estamos ante un caos. Cada partido podría interpretar los resultados como quisiera. En vez de clarificarse las cosas nos sumergimos más en un abismo de confusión. ¿Qué pasaría si la opción del Sí-Sí gana pero solo con un 30% de los votos? ¿Se podría exigir la independencia con un apoyo tan escaso? ¿Es legítimo que los separatistas se apunten como propios los votos de la opción federalista para exigir un Estado catalán? Los partidarios del no, en cambio, podrían intentar quedarse con los votos del no a la independencia del federalismo y con la abstención. Todos dirían que han ganado, algo a lo que ya estamos acostumbrados.
En mi opinión ante un escenario así los que realmente pierden son los ciudadanos. Mucho más honesto hubiera sido plantear una única pregunta: ¿quiere que Cataluña sea un Estado independiente? El problema es que Artur Mas y ERC desean apropiarse de los votos del federalismo. El precio que pagan por ello es sumergirnos en un estado de confusión política que fractura y divide a la sociedad española. Lo absurda que es esta doble pregunta es una prueba más de la locura nacionalista que se ha apoderado de gran parte de la sociedad catalana.