La alocada radicalización independentista de Artur Mas está generando una creciente movilización de muchos sectores de la sociedad catalana que hasta ahora habían permanecido en posiciones intermedias, que unos llamarán ambiguas y otros moderadas. A nivel mediático el caso más llamativo es el de La Vanguardia. Pero son muchas las personas de inequívoca tradición catalanista, e incluso nacionalista, que han decidido tomar partido contra el proceso soberanista, al menos tal y como está siendo conducido por el president Mas.
Cada día son más los catalanes que rechazan el choque de trenes que parece buscar ansiosamente Mas
La política catalana està marcada por la obsesión del líder convergente por evitar el sorpasso de ERC, cuyo líder, Oriol Junqueras, ha perdido la iniciativa desde el día que aceptó la ya famosa doble pregunta. Cataluña está abocada a unas elecciones autonómicas, seguramente el 9 de noviembre. Mas no quiere quedar por detrás de Junqueras. Cree, aunque ya se equivocó hace poco más de un año, que la única manera de lograrlo es acelerar y ser más radical que su rival republicano. Pero cada día son más los catalanes que rechazan el choque de trenes que parece buscar ansiosamente Mas. Muchos piensan que esta actitud es irresponsable y puede acabar generando violencia y frustración. Sobre todo si el Parlament hiciese una declaración unilateral de independencia acompañada de una ocupación de las calles al estilo de Egipto o Ucrania (por cierto, ya saben ustedes el resultado de esa estrategia).
Ante este panorama, lo más sensato es apartarse del mesías, y no seguirle borreguilmente cuando no se comparten sus objetivos, como hace ICV-EUiA y pretenden los críticos del PSC. El interés general de los catalanes pasa por evitar la confrontación. El choque de trenes sólo interesa a algunos políticos, a los que viven de los contratos y ayudas de las administraciones catalanas y a quienes piensan en poder legislar en favor de sus intereses sin presentarse a las elecciones. A bajo coste, claro está, que para eso los catalanes somos muy nuestros.
En este contexto, Navarro no puede ceder a las presiones de sus críticos y, aún menos, a las interferencias de otros partidos que no respetan las decisiones de los órganos de gobierno de los socialistas, conscientes de que el PSC es clave para dar apariencia de unanimidad y credibilidad internacional en el denominado proceso soberanista.
Seguir a Mas es ser complice de lo que pueda pasar. La izquierda debe luchar contra la hegemonía del discurso nacionalista, si quiere recuperar algún protagonismo
En primer lugar, en interés de los catalanes que no nos merecemos ser utilizados deslealmente por las ambiciones de los políticos, es trascendental para Cataluña que el fiasco del proceso soberanista no acabe con la autonomía o anule la viabilidad de la alternativa federal. Pero también en interés propio y de partido. El PSOE está empezando a remontar en las encuestas. CiU va a dejar descolgados a muchos catalanistas no partidarios de aventuras más que inciertas, que pueden acabar buscando refugio en el PSC. Además debe frenar la sangria de votos hacia Ciudadanos y tratar de atraerse el voto de miles de votantes de ICV-EUiA que no entienden la subordinación de su partido al nacionalismo independentista. Y para ello vale un discurso moderado, pero no un discurso errático y subordinado a los intereses de CDC y ERC. Seguir a Mas es ser complice de lo que pueda pasar. La izquierda debe luchar contra la hegemonía del discurso nacionalista, si quiere recuperar algún protagonismo. Cuando se acaben de recontar los desperfectos y las víctimas -espero que sólo políticas- del choque de trenes, alguien con las manos limpias debe poder sacar adelante el país.
Y, si los críticos desobedecen en un tema tan trascendental como este, lo lógico es que Navarro les expulse. Porque la pretensión de los críticos del PSC es tratar de ir a unas primarias y, con el apoyo mediático y de "simpatizantes" nacionalistas, tratar de ganarlas, esperando que Navarro, si no se atreve a romper con ellos, no sea votado ni siquiera por los que ahora constituyen la mayoría del PSC. Navarro sabe que, si cede ante los críticos, muchos votantes, y aún militantes socialistas, que dudan, darán el paso de votar o afiliarse a Ciudadanos, con lo que, paradójicamente, habría cavado su tumba como líder del PSC.