Pensamiento

España ante el desafío nacionalista (II)

3 enero, 2014 08:23

Recién detallados en la primera parte de mi artículo los principales ejemplos de deslealtad que durante tantos años hemos venido padeciendo de parte de los nacionalistas catalanes y sus imitadores de la izquierda, desde el PSC nos ofrecen una nueva muestra de marrullería cuando, a escasas semanas de los acuerdos sobre federalismo recién firmados con el inocente PSOE de Rubalcaba, los sociolistos catalanes piden implementar una "redefinición específica y singular del encaje de Cataluña en el resto de España" para afrontar "el problema" del independentismo. Sería, dicen, "una solución para evitar el choque de trenes que vendrá si el inmovilismo y el radicalismo se acentúan".

Total, que pisotean los acuerdos alcanzados en Granada y por si los cambios constitucionales tardan en llegar –que es lo más probable- vienen a pedir también que se "blinden competencias en materia lingüística y cultural, y dar un paso más en el aumento de la autonomía financiera aplicando el principio de ordinalidad y sobre todo más autonomía en los ingresos para la Generalidad", todo ello, explican, para "afrontar el problema político que ahora existe", problema que por supuesto ellos han ayudado a crear y que no dudan en agravar exigiendo el anticipo de nuevas competencias y poderes.

La mayor fuerza le ha llegado a los nacionalismos a partir de unas injustas y perniciosas leyes electorales que les permitieron actuar como árbitros para la formación de mayorías, para condicionar gobiernos de uno y otro signo

Lo dicho, un ejemplo más de que mediante inútiles cesiones y acuerdos con los nacionalismos y sus agregados, lo único que se consigue es fortalecerles para que muy pronto vuelvan a la carga porque siempre quieren más y más, hasta que acaben teniéndolo todo. Es así como hemos llegado hasta el momento actual en el que han planteado la convocatoria de un referéndum imposible, ilegal e ilegítimo, escenario ante el que parece lógico y obligado sugerir algunas posibles soluciones que acaben con el chantaje de su espiral reivindicativa, sabiendo que voluntariamente no renunciarán jamás a continuar planteando nuevos órdagos con el fin de liquidar España definitivamente lo que, a fin de cuentas, es su objetivo final.

Previamente, señalar que con toda probabilidad, el anuncio de la consulta independentista a tan largo plazo, permitirá que el irresponsable y mediocre Artur Más, máximo responsable del Gobierno autonómico, aún podría continuar algunos años más como presidente convocando antes del próximo noviembre unas antidemocráticas elecciones plebiscitarias así que, para entonces y desde ahora, se impone acabar con el sueño de los nacionalistas que, siguiendo el conocido dicho, viene siendo una auténtica pesadilla para quienes no lo somos.

Y un primer pensamiento debe dirigirse a constatar que la mayor fuerza le ha llegado a los nacionalismos a partir de unas injustas y perniciosas leyes electorales que les permitieron actuar como árbitros para la formación de mayorías, para condicionar gobiernos de uno y otro signo y para hipotecar las políticas de los dos principales partidos españoles, que nunca han tenido el más mínimo escrúpulo en establecer con ellos unas alianzas en las que siempre ganaron los nacionalistas y perdimos todos los demás, hasta situar a España en peligro de ruptura y a los ciudadanos de Cataluña al borde de la quiebra social que debe evitarse, entre otros motivos, por la evidencia de que los nacionalismos estuvieron en el origen de muchas de las catástrofes humanitarias del siglo pasado.

Para ello, es impescindible que PP y PSOE adquieran el firme compromiso de mutua lealtad en tan trascendental asunto de estado, que renuncien a gobernar España de la mano de quienes pretenden destruirla y se pongan inmediatamente a legislar para corregir tan desproporcionada y peligrosa representatividad como la que viene resultando del actual sistema electoral y sustituirlo por otro en el que el límite de los gobiernos nacionalistas quede principalmente circunscrito a su propio territorio.

Resulta conveniente ir cerrando los aspectos más confusos del actual modelo territorial, entre los que destaca el reparto de competencias, empezando por dejar bien claro que los traspasos pueden y deben producirse en la dirección Estado, autonomías, municipios

Asimismo, la izquierda y todos los que propugnan el federalismo o terceras vías y nadan entre dos aguas, deben convencerse, sin reservas, de que la España de las autonomías ya contiene más elementos federalistas que muchos otros estados que se declaran formalmente federales por lo que solamente sería necesaria la definición de un nuevo papel para el Senado y quizás unos cuantos retoques más.

Otro punto que, en mi opinión, resulta conveniente es el ir cerrando los aspectos constitucionalmente más confusos del actual modelo territorial entre los que destaca el reparto de competencias, empezando por dejar bien claro que los traspasos pueden y deben producirse en la dirección estado, autonomías, municipios y también en sentido inverso, sobre todo cuando es tan frecuente que se produzcan conductas de deslealtad, de fomento del sectarismo y de la propagación del odio entre la ciudadanía a través del adoctrinamiento en la enseñanza, de las políticas lingüísticas, las guerras de banderas y demás actitudes practicadas o consentidas por todos los gobiernos de Cataluña habidos hasta ahora y también, con ligeras variantes, por los nacionalistas vascos a todos los cuales debemos exigirles un reconocimiento expreso e irrevocable de los derechos de todas las personas y colectivos a la libertad de pensamiento y actuación sin que por ello puedan ser considerados enemigos y sin que nadie se permita dudar de la catalanidad de todos y sin más límites que la legalidad y los derechos de los demás.

Por lo que se refiere a los reiterados incumplimiento de leyes y de las sentencias de los tribunales, parece mentira que tengamos que exigir la más inmediata y contundente actuación de los poderes del Estado para que todo el peso de la ley y la razón democrática caigan sobre las cabezas de aquellos que con su actitud vienen atentando tan impunemente contra los fundamentos democráticos como eje principal de una convivencia pacífica y en libertad. De lo contrario, quienes también incumplirán las leyes continuarán siendo aquellos poderes públicos que no han movido ni un dedo para hacer que prevalezca el imperio de la legalidad vigente.

Parece mentira que tengamos que exigir la más inmediata y contundente actuación de los poderes del Estado para que el peso de la ley y la razón democrática caigan sobre las cabezas de quienes vienen atentando tan impunemente contra los fundamentos democráticos

En cuanto al funcionamiento de las televisiones y radios de titularidad pública y, en general, en todos los demás medios, la libertad de expresión consagrada en nuestra Constitución y su plena vigencia aconseja el desarrollo de leyes orgánicas y reglamentos de ámbito estatal que pongan coto al degenerado panorama que actualmente podemos apreciar en la mayoría de los medios públicos y en muchos de los sometidos, más o menos voluntariamente, mediante las subvenciones y otras formas de utilización de fondos que pagamos entre todos.

Todo lo anterior no son sino, como escribía al principio, unas cuantas sugerencias que, junto con otras iniciativas más concretas y elaboradas por parte de las fuerzas políticas mayoritarias, nos ayuden a no tener que repetir la triste historia en la que han desembocado los excesos nacionalistas. Soy consciente de que mi primer artículo y el presente incluyen gran cantidad de opinión pero estoy completamente seguro de que la mayor parte de sus contenidos son información pura y dura, en definitiva, un apretado resumen no exhaustivo, de hechos y realidades que han sido más que demostradas a lo largo de la historia de nuestra joven democracia y que, de no ser atajados a tiempo, dificultarán la superación de la actual crisis económica para encarar la necesaria recuperación de los derechos y las libertades perdidos durante décadas por la influencia de los nacionalismos y, durante los dos últimos años, por las retrógradas políticas del gobierno del PP de las que ya me he ocupado en otras ocasiones y sobre las que, lamentablemente, tenemos sobrados motivos para volver más adelante.