El famoso oasis catalán no ha resultado ser tan idílico como pretendían hacernos creer; nada que se parezca a un bello lugar, de reposo tranquilo y placentero, en medio de un tórrido desierto. Aunque eso sí, tras años de esfuerzo y tesón, han conseguido mantenerlo aislado y alejado de aquellos lugares donde todavía es posible la movilización ciudadana en defensa de sus derechos sociales. Está lejos, muy lejos de Madrid y de esa marea blanca que ha conseguido frenar la destrucción masiva de la sanidad pública.
El oasis catalán está lejos, muy lejos de Madrid y de esa marea blanca que ha conseguido frenar la destrucción masiva de la sanidad pública
Según Marx, para que se produzca una revolución es imprescindible que se den todas las circunstancias y, siguiendo esa teoría y a sensu contrario, para evitar tal revolución sería suficiente con impedir que esas circunstancias puedan darse. Se requiere actuar previsoramente para crear y mantener los mecanismos de control sobre los posibles activistas y disidentes.
Hemos visto en los medios de comunicación la enorme contestación ciudadana y profesional que ha tenido la decisión de la Consejería de Sanidad de esa Comunidad Autónoma por la que se pretende privatizar un buen número de centros sanitarios. Movilización social y acción judicial que, de momento, ha conseguido paralizar el proceso ya que el TSJM ha apreciado notorias irregularidades en las adjudicaciones. Esas acciones judiciales han sido planteadas por la Asociación de Médicos y Titulados Superiores de Madrid, con el respaldo de un buen número de profesionales, organizaciones médicas y sindicatos del sector.
Desde el primer momento, el Colegio de Médicos de Madrid ha dado soporte a las reivindicaciones planteadas por sus colegiados, tanto en lo referente al modelo sanitario que se pretende imponer como a la afectación profesional y laboral que la decisión de la Consejería de Sanidad comporta para los médicos madrileños. Otros Colegios profesionales se han sumado a ese apoyo y también se han manifestado públicamente contra la decisión de la Consejería y a favor de los profesionales del sector. Las organizaciones colegiales, las asociaciones profesionales, las sociedades científicas, los Sindicatos... ni una fisura: todas las organizaciones integradas por profesionales del sector han dado soporte explícito a sus afiliados y asociados. Los ciudadanos se han sumado, movilizándose también en defensa del modelo de gestión público de la Sanidad.
¿Por qué no ha llegado la "marea blanca" a Cataluña? Porque desde los poderes públicos se ha puesto extremo cuidado en que no concurran las circunstancias para ello, siguiendo la conocida máxima: "que se consiga el empeño sin que se note el cuidado"
¿Por qué no ha llegado la "marea blanca" a Cataluña? Sencillamente: no se dan las circunstancias; y no se dan porque de forma previsora, y desde los poderes públicos -los actuales y los anteriores- se ha puesto extremo cuidado en que no concurran, siguiendo la conocida máxima: "que se consiga el empeño sin que se note el cuidado".
A diferencia de lo que acontece en Madrid, los colegios profesionales en Cataluña están desaparecidos; su papel se ha limitado a publicar alguna nota, en su página web o en el blog personal de alguno de sus presidentes, alertando del posible impacto de la crisis económica sobre la calidad asistencial, y recomendando cautela a los gobernantes. Si repasamos la composición de los órganos de gobierno de esos colegios, comprenderemos la razón de tal voluntaria inhibición ante el desmantelamiento, negado pero evidente, de la sanidad pública en Cataluña y la ausencia de oposición frente los graves perjuicios (económicos, laborales y profesionales) de los colegiados, cuando precisamente, esa debería ser la función principal de tales entidades.
Baste decir que una de las personas que ocupan un cargo relevante en la Junta Directiva del Colegio de Médicos de Barcelona está involucrada en un presunto caso de corrupción sanitaria, y que las funciones principales de ese Colegio son más propias de un economato de alto standing que de una corporación en defensa de los intereses de sus colegiados. Esas lucrativas actividades paracolegiales (servicios bancarios, gestión patrimonial, venta de inmuebles y automóviles, agencia de viajes, seguros y venta de material de todo tipo, asesorías diversas...) son gestionadas, a través del Grup Med Corporatiu, por el señor Jaume Aubía, persona de conocida y determinada vinculación política y que, según dicen algunos, es quien actúa como presidente de facto del Colegio.
Hemos visto que en Madrid, los jefes de Servicio y los responsables de áreas asistenciales, tanto de medicina primaria como hospitalaria, han presentado una dimisión conjunta y masiva, mostrando su absoluta disconformidad a las políticas decididas por la Consejería. Debe recordarse que, a diferencia de lo que ocurre en Cataluña, la gran mayoría de personas que ocupan las plazas de jefe de Servicio o cargos similares de los centros dependientes de la sanidad pública madrileña, han accedido a esos puestos en libre concurrencia, mediante oposición y/o concurso de méritos y, por tanto, no deben favor alguno a los responsables políticos ni están obligados a seguir sus consignas si quieren mantener el cargo.
En Cataluña, no se guarda memoria de cuando se convocaron mediante oposición o concurso de méritos las últimas plazas de director, de jefe de Servicio o de cualquier cargo similar
En Cataluña, no se guarda memoria de cuando se convocaron mediante oposición o concurso de méritos las últimas plazas de director, de jefe de Servicio o de cualquier cargo similar. En los centros dependientes del ICS, y con la finalidad de evitar el concurso público, esas plazas se cubren y se han venido cubriendo durante lustros, por designación directa y mediante contrato laboral, no estatutario. Ya se sabe, la consabida cantinela de que sujetarse a las normas administrativas es "poco eficaz".
En algunos centros concertados, los de mayor volumen, se suele realizar una auténtica pantomima de concurso de méritos pero, si llega el caso, la plaza se asigna a quien mejor convenga, aunque éste sea el candidato que menos méritos aporte. Lo he visto personalmente; doy fe.
Las personas que así han sido "elegidas" para ocupar esos cargos de responsabilidad y de dirección, saben perfectamente que cualquier opinión o actuación crítica, si llegaran a tenerla, podría comportar la pérdida del cargo al que han accedido, precisamente, por no reunir otros méritos que los del vasallaje incondicional a los que mandan. En estas condiciones es comprensible que la fidelidad personal prive sobre la lealtad institucional o social. Ante la tormenta sanitaria, lo mejor que pueden hacer para mantener su privilegiada posición, de la que personal y profesionalmente presumen, es atrincherarse en unas supuestas "responsabilidades" encaminadas a "salvar" el Servicio, el departamento o lo que sea, sobre el que han conseguido tener mando; ninguno de ellos presentará la dimisión, no fuera caso que se la aceptaran.
En Madrid, los profesionales han planteado diversas demandas judiciales a través de sindicatos y asociaciones profesionales. En un Estado de derecho nadie, y menos que nadie los miembros del Gobierno o de la Administración, pueden poner en duda que esa es una forma pacífica de resolución de conflictos y que el ejercicio de esa acción judicial es un derecho fundamental contemplado en la Constitución, en la nuestra y en la de todos los países democráticos. En Cataluña parece que eso no está tan claro; cualquier acción judicial, ya sea una reclamación laboral o una denuncia penal por presunta corrupción, es inmediatamente cuestionada desde los poderes públicos y, siguiendo la cadena jerárquica correspondiente, desde las direcciones de los centros sanitarios y por todos los afines y deudores al sistema de designación digital. Se cuestiona no ya la veracidad de lo que se denuncia, sino que se persigue anatemizar y descalificar a los denunciantes, incluso llegando a atribuir sus actuaciones a intereses lucrativos o a determinadas adscripciones políticas. También lo he visto y vivido personalmente: puedo dar fe.
Control político de los organismos corporativos; promoción económica y laboral no vinculada a méritos profesionales; descalificación sistemática -personal y profesional- de cualquier posición crítica; promoción de la "puerta giratoria" entre los profesionales; neutralidad subvencionada de sindicatos y asociaciones... Hay más, muchas más circunstancias que nos alejan de Madrid; todas ellas han sido perfectamente planificadas y nadie puede dudar de que, de momento, han tenido éxito.
El leninismo, donde a diferencia del marxismo la práctica prima sobre la teoría, sostiene que cuando las circunstancias para la revolución no existen, hay que crearlas. ¡Lástima que los profesionales de la sanidad sepamos tan poco de filosofía!