Ideología es una palabra "llave maestra", lo abre todo, lo dice todo, y nada. Ya no hay debate sobre qué es la ideología, una prueba evidente del triunfo de la ideología y de la derrota del pensamiento. Del antiguo debate resulta convincente por esclarecedora la conceptuación que hace Giovanni Sartori de la ideología, uno de los más lúcidos pensadores de la democracia como forma de gobierno de la sociedad.
La ideología sería un sistema de ideas y de ideales transformados en creencias. "Esta transformación -según Sartori- implica ideas que no son pensadas, sino, precisamente, 'creídas'; lo que quiere decir que se convierten en ex ideas, ideas vacías, ideas congeladas que salen de la cabeza para entrar en la boca y pasar de la boca al oído sin que ninguno las repiense más". "En suma, las ideas transformadas en creencias son ideas fijas, objeto de fe y ya no de reflexión. Lo que explica por qué las ideologías (no las ideas) son las que tienen fuerza movilizadora".
Las ideas federalistas serían el único intento serio de respuesta a la ideología soberanista, pero, de entrada, son demasiado frías, demasiado reflexivas
En efecto, la ideología soberanista y el proyecto independentista que de ella deriva son la fuerza más movilizadora actualmente en Cataluña. Y eso, entre otras razones, porque por ahora no se le han opuesto ideas que desmonten las creencias. No se puede combatir una ideología con otra ideología, el soberanismo con el españolismo, si no se quiere reforzar la ideología con más empuje.
Las ideas federalistas serían el único intento serio de respuesta a la ideología soberanista, pero, de entrada, son demasiado frías, demasiado reflexivas. Antes habría que desmontar el tinglado del soberanismo, tarea nada fácil, pues lleva una gran ventaja temporal y de impacto emocional. Afirmaciones como "España nos roba", "derecho a decidir", "Cataluña quiere vivir en libertad", "construir un país que valga la pena", "Estado propio"... no necesitan ser demostradas, basta con repetirlas ad nauseam, con pasar el rosario día y noche.
La ideología (toda ideología) comporta una carga embrutecedora, acaba siendo un estado mental, de vaciedad, de aceptación de todo sin analizar nada. Ideológicamente el soberanismo, como antes el marxismo canónico, se presenta como la solución definitiva, explica la historia, la propia y la ajena, manipula el presente, prevé el futuro y promete una sociedad rica y plena, una sociedad perfecta, sin contradicciones de clase. No hay mucho refinamiento intelectual en el discurso soberanista, vean si no lo que proclaman Oriol Junqueras, Artur Mas, Marta Rovira, Francesc Homs, Carme Forcadell...
Aunque nos aburra tanta vaciedad, aunque pensemos que la cuestión social y la defensa de los derechos y libertades fundamentales -los que figuran en la Constitución y en el Estatuto-, amenazados por la acción combinada de los gobiernos del PP y de CIU/ERC, deben ser prioritarios en nuestra acción, no tenemos que dejar que la ideología soberanista ocupe todo el territorio mental del país.