Pensamiento
Lo vais a tener que pelear
Dicen que la gente de mi generación hemos tenido una infancia y una adolescencia no exenta de problemas, pero que nuestra juventud y mayoría ha sido posiblemente la mejor de la historia, y puede ser cierto. Aunque ahora estemos, y no nos sobran motivos, más preocupados que nunca por el mantenimiento de nuestra forma de vida: nos acecha el paro, las pensiones y, muy pronto, como a otros ciudadanos ya jubilados, el ser dependientes ante una administración frívola.
En cambio, la juventud de hoy día, posiblemente la más preparada en conocimientos académicos, pero a mi entender no concienciada políticamente, ve como, ante sus ojos, el poder, los gobiernos de turno, con sus políticas monetaristas, los están despertando de una nueva realidad: la crisis económica.
Hemos caído en la trampa de dejar que la política la hicieran otros, hasta tal punto que se instauró en la juventud aquello del "paso de la política"
Todos y cada uno de nosotros, amén de que los verdaderos culpables sean los especuladores, las grandes fortunas, los bancos, la globalización de los mercados, hemos hecho dejación del derecho de control, que ha permitido las políticas antisociales, en algunas ocasiones porque ya nos iba bien, mientras tanto algunos tejían la puesta en funcionamiento de las teorías neoliberales capitalistas y se hacían más ricos a nuestra costa. En otras ocasiones hemos caído en la trampa de dejar que la política la hicieran otros, hasta tal punto que se instauró en la juventud aquello del "paso de la política". Eslogan patrocinado por la derecha de este país que pretendía la desafección de los jóvenes hacia la política y por tanto el interés por la misma.
No es menos cierto que en estos últimos cuatros años de crisis financiera, la juventud ha dado pasos importantes y ha manifestado su desacuerdo con la política de recortes del Gobierno e incluso con algunas decisiones de calado ideológico, como en el caso de la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE) del impresentable ministro señor Wert.
El pasado mes de julio, escribí un artículo donde analizaba los 6.000 millones de euros que se destinaba de los fondos europeos para incentivar el empleo juvenil de los que España debería recibir 1.900 millones. Hace unos días se ha convocado una cumbre, o mejor dicho, una mini-cumbre, ya que no han asistido todos los jefes de los estados miembros, celebrada en Berlín, para impulsar el acuerdo del consejo europeo sobre empleo juvenil.
Esto sería normal, si verdaderamente esa fuera la intencionalidad. A mi entender, se trata de utilizar una vez más un tema sangrante como el desempleo juvenil para darse un baño de sensibilidad social. Cuando se concedieron estas ayudas, la señora Merkel, tenía ante sí la convocatoria de elecciones, y había que suavizar las tensiones sociales. Ahora, el señor Hollande en caída libre en las encuestas de popularidad necesita apaciguar ánimos. Una vez más estamos ante una instrumentalización del paro juvenil.
Si la juventud analizara que todas las medidas que está tomando este Gobierno así como los burócratas de Europa van en contra de su futuro, tal vez colectivamente anidaría esa conciencia colectiva y despertarían de ese mal sueño
Los gobernantes españoles acuden raudos y veloces a este tipo de reuniones, que en el mejor de los casos se parecen a un seminario donde compartirán ideas sobre en qué sectores pondrán este dinero. En el peor, planifican su jubilación y se reparten su posición en este o aquel consejo, de aquella o de la otra multinacional. Tampoco tienen ninguna vergüenza, mientras tanto, en anunciar estas subvenciones, que luego resultan préstamos, y al mismo tiempo quitar becas Erasmus, o subir las tasas universitarias, con una preconcebida posición ideológica o la creación de contratos basuras, como los ya desgraciadamente famosos mini jobs.
En el fondo, la derecha da estas concesiones porque tiene miedo, es sabedora de la importancia, del empuje que puede tener la juventud, pero a su vez también es conocedora de que esta aún no ha formado una conciencia colectiva plena. Por ello va tirando y aflojando el sedal. Si la juventud analizara que todas las medidas que está tomando este Gobierno así como los burócratas de Europa van en contra de su futuro, tal vez colectivamente anidaría esa conciencia colectiva y despertarían de ese mal sueño.
Las políticas de la reforma laboral precarizan el empleo, fomentan la temporalidad del mismo y convierten a la juventud en un instrumento cainita para bajar sueldos a sus padres y mayores, cuando no el despido de estos. El capitalismo o las políticas neoliberales enfrentan a las generaciones en la distribución del empleo, en lugar de invertir en nuevas políticas productivas generadoras de empleo. Lo único que les interesa es la mano de obra barata que posibilite mayores beneficios empresariales.
Los jóvenes de este país han pasado a sustituir a los inmigrantes en su vertiente de bajada salarial e instrumentos para romper el mercado laboral. Bien podríamos decir que estamos ante una política xenófoba por razón edad. ¿O es que alguien se ha creído, que recibíamos a los inmigrantes con los brazos abiertos por razones sociales y para ayudar a sus países de origen? Pues no, lo único que se pretendía era la obtención de mano de obra barata.
Si realmente se hubiera optado por una política de desarrollo, se hubiera invertido en sus países de origen, y como dice el refranero, "les hubiéramos enseñado a pescar en lugar de darles peces". Pero, ¿qué más da ya? El capitalismo ha conseguido sus objetivos. En primer lugar, ha creado una gran crisis, que encima hemos pagado todos los ciudadanos, como la recuperación de la banca; en segundo lugar, ha posibilitado con la actitud cómplice de los gobiernos y sindicatos la paralización de las movilizaciones, por miedo al despido y por hambruna.
Esperemos que los pocos que puedan acceder a las carreras universitarias eviten que este país se convierta en un país de señoritos sin talento
La reforma educativa les discrimina por razones económicas mandando a miles de jóvenes al mundo de la mano de obra directa, perdiendo seguramente muchos talentos, ampliando la demanda de empleo cuando la oferta cada día baja por falta de políticas de empleo. Así abarata los costes de personal y las licenciaturas quedarán en manos de los que pueden repetir curso una y otra vez en estamentos privados. Esperemos que los pocos que puedan acceder a las carreras universitarias, salidos de las clases más desfavorecidas, eviten que este país se convierta en un país de señoritos sin talento.
Los recortes en I D I hacen que nuestros mejores activos en los que hemos invertido como sociedad, la juventud, se tenga que ir fuera a ejercitar sus conocimientos. Ante esta situación, no cabe prolongar más de lo debido jubilaciones septuagenarias que impiden el acceso al mercado de trabajo a nuestros jóvenes. Los gobiernos deben de distribuir la riqueza de los países con criterios éticos y garantizando pensiones dignas a sus mayores. Los gobiernos deben de dejar de inmediato ser los gestores de las grandes multinacionales. Los ingresos de un Estado, fruto de su sistema fiscal, ya por sí muy tolerante con las grandes fortunas, debe de repercutir en sus ciudadanos y no para salvar este o aquel banco, o para asumir las responsabilidades de esta o aquella estafa tramada, permitida y después financiada.
Sois vosotros, los jóvenes, los que tenéis la fuerza, el conocimiento y la garra suficiente como para ser solidarios. Una manifestación de un sector por sí sola es una batalla perdida; una manifestación de un sector apoyada solidariamente por el resto de los individuos de la comunidad es una guerra ganada.