Pensamiento
Cartas desde Cataluña
"Haz lo correcto, porque es lo correcto". Muchos de ustedes, sobre todo los más cinéfilos, sabrán de donde procede esta frase. Los que no, que no se preocupen, al final de estas líneas lo desvelo. En cualquier caso, esta oración aparentemente redundante no es más que una llamada a la coherencia. Y me sorprende, porque eso es precisamente lo que echamos de menos los catalanes que queremos seguir siendo parte de España. Una coherencia que en Cataluña hace tiempo que se extinguió de las mentes de los que ostentan el Gobierno autonómico, pero que no creía que también iba a exiliarse con la misma vehemencia de las conciencias de los que gobiernan toda España.
Por lo visto, los dos dirigentes de los viejos partidos que han gobernado históricamente este país no se enteran o, lo que es peor todavía, no quieren enterarse de que lo que está ocurriendo en Cataluña no es una enajenación local sino un problema común que afecta a todo el país. Así lo estimó Albert Rivera escribiendo una carta con destino Génova y Ferraz. ¿Y la respuesta? La de uno, tarde y negativa -Rajoy-; y la del otro -Rubalcaba, como escribió brillantemente Eduardo Mendoza, Sin noticias de Gurb, esto es, no sabe no contesta.
Lo que está ocurriendo en Cataluña no es más que una reacción alérgica a la verdadera enfermedad que sufren los viejos partidos y sus representantes
Resulta cuanto menos extraño que el presidente de España y su oposición no quieran verse con quien defiende la Constitución y la unidad y sí reciba, con los brazos abiertos, a quienes pretenden romper ambas. ¿Estará anteponiendo Rajoy los intereses electorales a los intereses de España? Ya saben, por esa manía que tienen con pactar con los partidos nacionalistas para asegurar su mayoría en el Congreso.
Además, no es la primera vez que el Gobierno central se reúne con partidos autonómicos, ¿o creen que el tripartito se fraguó en las tierras del Ebro? Pero, claro, en aquel entonces, se trataba de un pacto entre caballeros de la misma calaña, con ideologías distintas pero con los mismos caprichos y vicios de los grandes partidos. Sin embargo, distinto es abrir las puertas de Génova o Ferraz al que pretende, precisamente, reformar de arriba abajo esos chiringuitos a los que tantos esfuerzos han destinado para que vivan en el perpetuo agosto de los excesos. Y si además, ese mismo tipo, está sacándole diez cuerpos a cada uno en clave autonómica, ahora empiezo a entender la negativa de uno y la omisión del otro.
Aunque las encuestas han demostrado que en Cataluña es posible una alternativa con permiso de la voluntad política, sigue imperando el inmovilismo, ese mal endémico que padece la democracia española y que les lleva a tomar decisiones perjudiciales para el conjunto de sus ciudadanos. Porque lo que está ocurriendo en Cataluña no es más que una reacción alérgica a la verdadera enfermedad que sufren los viejos partidos y sus representantes. Que la primera vez que PP y PSOE coinciden en algo sea para no sumar y para no apoyar a los catalanes que quieren seguir siendo españoles es el ejemplo más claro de que a los viejos partidos les importa más el yo que el todos.
Que no se me olvide, la película es de Clint Eastwood, a lo mejor influye que fuera alcalde de su pueblo, en Carmel (California). Como hiciera el general Saigo en la batalla de Iwo Jima enterrando en la arena las cartas que sus camaradas habían escrito a sus familiares, estas cartas de coherencia también quedarán sepultadas, en este caso, por la partitocracia. Pero no se preocupen, o sí, porque en democracia sólo se me ocurre una forma de pelear: en las urnas.