Para los que tenemos una edad suena fatal. "Todo por la Patria" era el lema que coronaba la puerta de los cuarteles de la Guardia Civil repartidos por toda España. En Cataluña sonaba a provocación centralista. Hacía que quienes abominaban de la dictadura sintieran la palabra patria como algo horrible.
De un tiempo a esta parte, en Cataluña el término patriota ha cambiado de bando. Lo utilizan muchos de los que tiempo atrás lamentaban el patriotismo español casposo, centralista y excluyente que asociaban con ese rótulo. Es decir, hay patriotas buenos y patriotas malos. Depende del lado de la mesa en la que te coloques.
Cuando la religión entra por una puerta, la ciencia, la lógica sale por la ventana
Y la patria lo justifica todo. Desde cerrar el grifo de las ayudas de la ley de la dependencia a los ancianos y a sus familias que las esperaban como agua de mayo a utilizar niños para promover sus campañas o aceptar como normal que el departamento de la Presidencia del Gobierno autonómico estampe su firma al pie de la portada de medios de comunicación que se presentan como independientes.
Patria o muerte. La división ideológica se desvanece ante la defensa patriótica. Todos juntos en defensa de la patria. Incluso ante las elecciones europeas, alguien se ha atrevido a proponer que los partidos patrióticos concurran juntos, independientemente de si todos coinciden en que hay que privatizar el agua, salir del euro y de la OTAN o mantener la política de austeridad. ¡Qué más da!
¡La patria, primero! Lo demás se os dará por añadidura. Cuando la religión entra por una puerta, la ciencia, la lógica sale por la ventana. Cuando entran los patriotas, lo mismo. Y hay que apostarse cerca de la ventana no sea que no nos dé tiempo de dar el oportuno salto.
Otra cosa es saber dónde caeríamos si llegamos a darlo.