"Las élites no han de pretender cambiar el curso de la historia. [...] Las élites han de canalizar bien el movimiento de base soberanista", afirmó Mas durante la inauguración de la nueva sede barcelonesa del Colegio de Economistas de Cataluña. Dicho de otro modo, las élites deben dejar de tener criterio propio y plegarse al movimiento nacional. En realidad, las élites y, con más razón, el resto de ciudadanos que ni somos élites ni somos nada.
Todos debemos aceptar acríticamente el supuesto deseo natural del pueblo, deseo bien alimentado por la propaganda y las subvenciones. El Gran Timonel ya interpretará por todos nosotros estos deseos de la nación y los llevará al puerto que el decida. En eso consiste el derecho a decidir: en que Mas decida y los demás aplaudamos. Y el que no lo haga ya sabe lo que le espera si finalmente consigue sus objetivos.
Pone en riesgo el interes de todos los ciudadanos por sus ambiciones personales. Por salvar su figura
No tardarán en pedir la reeducación de los disidentes, de los contrarevolucionarios, de los enemigos del pueblo. Es la deriva natural de las ideologías autoritarias y el nacionalismo, por mucho que se hagan los ofendidos sus defensores, contiene en su ADN el autoritarismo y la negación de la libertad individual. Por eso, todos los humanistas de la historia han estado en su contra. No es un problema de las personas. Ni muchas veces de sus deseos expresos. Es la dinámica política y social asociada a esa ideologia perversa para el individuo.
Las palabras de Mas son una expresión inequívoca de que está cruzando el Rubicón para adentrarse en un camino sin retorno. Un camino elegido sin justificación objetiva. Al que ha ido a parar por su incapacidad como líder. Por su fracaso en las últimas elecciones y la caida libre de la intención de voto de su partido. Pone en riesgo el interes de todos los ciudadanos por sus ambiciones personales. Por salvar su figura.
Juega con la profundidad de la crisis, la falta de expectativas, el deterioro del sistema político español, la debilidad de los partidos de oposición catalanes. Por eso , en contra de sus tesis, son las élites catalanas las que deben plantarle cara. Deben coger la inicativa y explicar a los catalanes hacia donde nos conduce el supuesto líder. Y deben hacerlo en interés propio y de los demás. Su silencio sería culpable.