El pasado 12 de septiembre comenzó el nuevo curso escolar. ¿Qué pasará este año en las escuelas respecto al proyecto independentista? La explosiva situación política que vivimos hace pensar que muy probablemente se incrementen las acciones pro independencia en las aulas. En este artículo describiré dos formas en que el independentismo entró en las escuelas públicas el curso pasado y explicaré los problemas que estas actuaciones tienen para los alumnos.
El primer evento tuvo lugar el pasado octubre cuando la escuela pública de primaria San Miguel, en Deltebre (Tarragona), participó en el programa Petits Artistes de la televisión local Canal 21Ebre. Este programa consiste en pedir a alumnos de Primaria de entre 10 y 12 años de diversas escuelas que hagan un dibujo en torno a un tema propuesto. El pasado 11 de octubre el tema a dibujar era el independentismo.
En el programa vimos que todos los niños y niñas mostraban dibujos con banderas y respondían a preguntas absolutamente parciales sobre la independencia. Todos ellos contaban, a instancias de la entrevistadora, que eran independentistas y que querían la independencia "para dejar de pagar a Madrid" o "para salir de la crisis" o "porque somos diferentes de los españoles" . Todos ellos hablaron ante las cámaras sabiendo lo que tenían que decir: la independencia es lo mejor y España es mala. Además, algunos, a partir de comentarios de la entrevistadora, alabaron a Mas y criticaron a Rajoy.
Las escuelas dan las consignas previamente para que los niños puedan repetirlas ante las cámaras
Esta escena de grabar una clase de Primaria alabando la independencia se repitió en varias escuelas de Cataluña durante los dos meses previos a las elecciones del 25 de noviembre. Es poco probable que unos niños de entre 10 y 12 años puedan tener una opinión propia y reflexionada sobre la independencia de Cataluña. Todos los reportajes hacen ver que son los niños los que opinan libremente; las preguntas van en la línea de "y a ti , ¿qué te parece la independencia?" o "¿por qué estás a favor?". Pero está claro para todo el mundo que no es así . Las escuelas dan las consignas previamente para que los niños puedan repetirlas ante las cámaras. La prueba de que se ha inculcado bien, que los niños han entendido lo que hay que decir, es la participación en el programa. Allí se expresa en público que se ha aprendido bien la lección.
Esta acción implica utilizar a los niños en beneficio propio. Es decir, estas escuelas entran en lo que se llama una relación de posesión con los alumnos donde éstos son puestos al servicio de la ideología e intereses de las escuelas. Claramente, ésta no debería ser la función de las escuelas sino la contraria: son las escuelas las que deberían estar al servicio de los alumnos y de sus necesidades educativas.
El segundo evento tuvo lugar cuando varias escuelas públicas colgaron esteladas en los patios. Entre ellas, el CEIP Las Escuelas de Gurb (Barcelona) y el IES Guillem de Berguedà de Berga (Barcelona). ¿Qué implicaciones tiene esta acción en un contexto educativo? Colgar una bandera en el patio implica que la escuela se pone del lado del proyecto independentista.
En el tema de la independencia, las escuelas deberían ser neutrales y concentrarse en dar herramientas a los alumnos para que puedan reflexionar y discutir de manera informada y crítica
En las escuelas de Cataluña hay muchos chicos y chicas que viven en familias que no comparten este proyecto. ¿En qué posición quedan estos chicos? ¿Pueden atreverse a decir que ellos y sus padres no querrían separarse de España? ¿Se dividirán los niños entre los que quieren la independencia y los que no la quieren?
Colgar una bandera en el patio de la escuela sitúa a los alumnos que no comparten este proyecto en ajenos a la escuela. Deja de ser la escuela de todos, la que necesariamente tiene unos valores comunes compartidos por todos sus miembros, como la democracia y la equidad, pero también la que tiene una pluralidad en cuanto a opciones ideológicas, políticas o religiosas. Pasa de ser esta escuela plural y al servicio de todos para pasar a ser la escuela al servicio de unos pocos, los que comparten el proyecto independentista.
Las escuelas que optan por llevar a cabo estas dos acciones renuncian necesariamente a su autonomía como instituciones educadoras, con unos objetivos propios y diferentes de la política. Pierden esta autonomía para ponerse al servicio de un proyecto político.
Esto no quiere decir que la escuela deba soslayar los debates políticos y sociales que se están dando en su entorno. Al contrario; se debe intentar acercar a los alumnos, a partir de cierta edad, a lo que la sociedad discute. Pero la escuela no debería perder de vista su función educadora primordial: la transmisión de conocimientos y el desarrollo de una actitud crítica hacia el mundo.
En el tema de la independencia de Cataluña, las escuelas deberían ser neutrales y concentrarse en dar herramientas a los alumnos para que ellos puedan reflexionar y discutir sobre este tema de manera informada y crítica. Esto, sin embargo, es una utopía: hace muchos años que se utilizan las escuelas para impartir ideología y que, en consecuencia, su función educadora ha quedado relegada a un segundo plano.
Pronto veremos qué sucede este curso que acaba de empezar y si estas acciones se repetirán. Lamentablemente, el ambiente general hace pensar que es muy probable que así sea.