La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, dirigiéndose a su rueda de prensa posterior a la XXVIII Conferencia de Presidentes en Barcelona
Hablar vasco y catalán no es cosa de etarras e indepes
"España es heterogénea y el Madrid encapsulado en la M30 no representa al conjunto de España"
Isabel Díaz Ayuso no para de exhibir su incultura y propagar mentiras para exhibir músculo político. Ahora la ha tomado con el euskera sacando a pasear el fantasma de ETA. Para ello no ha dudado en mentir y tergiversar. Muy al estilo de Trump. Con ese tono de autosuficiencia y displicencia dijo “el lehendakari ayer o antes de ayer en un mitin me mandó un recado un tanto preocupante, porque lo de Ayuso entzun... pimpampún, que es lo que se decía antaño, me parece altamente preocupante”.
Sin embargo, lo que dijo Imanol Pradales fue algo muy diferente: “Ayuso entzun, Euskadi euskaldún”. “Ayuso escucha, Euskadi es euskaldún”, una defensa de la lengua y la cultura vascas, no una amenaza de ETA. Y ser euskaldún, aunque la muy iletrada no lo sepa, no es ser filoetarra. Es simplemente defender una singularidad, una cultura y una lengua. Se puede criticar, faltaría más, pero asemejar el vasco a ETA es un insulto a la inteligencia.
Antonio Basagoiti, que fue líder del PP era vascohablante y Carlos Iturgaiz, ahora pasado al españolismo más recalcitrante, inició su carrera política dando mítines en euskera. También le sirve esta lección a la señora Ayuso con respecto al catalán. Su idea es que solo hablan catalán los independentistas, como si el independentismo fuera una cuestión étnica. Pues no, señora Ayuso, el idioma es de todos los catalanes y hablar en catalán no va en detrimento del castellano. Eso solo lo ven los irredentos de un lado y otro. Por suerte, la mayoría de catalanes estamos por encima de estas polémicas y defendemos que nuestros hijos y nietos sean bilingües, y trilingües si fuera posible.
Estas polémicas pueriles parecen tener el objetivo de elevar a categoría de líder -dios nos coja confesados, y eso que soy ateo- de la derecha española más trumpista, esa que quiere robar la cartera, la merienda y los caramelos a la extrema derecha, en detrimento del líder de pega del PP, llamado Alberto Núñez Feijóo. La pregunta, no retórica, es ¿Ayuso podría ser la líder de la derecha con este discurso en toda España, más allá de Madrid Distrito Federal?
No hay datos demoscópicos que puedan sustentar este supuesto liderazgo que se impulsa desde Madrid DF. Ayuso no ayudó en nada al PP catalán en las últimas autonómicas. El ascenso del PP no se debió a sus visitas, sino a la propia resurrección de un partido que partía de cero y que Alejandro Fernández se trabajó con ahínco.
Tampoco parece que en Euskadi sea recibida con pompones, pero ese discurso de odioso sainete tampoco parece que sea del agrado del PP andaluz de Moreno Bonilla ni del aragonés Jorge Azcón. El líder andaluz lidera una derecha que hace frente al discurso de Vox y que se pone de perfil antes las estridencias de Ayuso. De hecho, ni Moreno Bonilla, que por cierto es catalán, ni Azcón abandonaron la Conferencia de Presidentes cuando Salvador Illa y Pradales hablaron en sus lenguas. Tampoco el presidente gallego, ni ningún otro presidente popular se sumaron a la mala educación de la uniformista señora Ayuso, que si fuera por ella el catalán, gallego, euskera y otras variantes serían llevadas al ostracismo. No creo ni que Pinocho Mazón le siguiera este juego, porque Ayuso en Valencia sería un ariete para movilizar a la izquierda.
Quizás el rancio nacionalismo español, ese que quiere volver a ser imperio dentro de los límites, no se ha dado cuenta de que España es heterogénea y que el Madrid encapsulado en la M30 no representa al conjunto de España.
Ayuso solo se sube a lomos del trumpismo porque ha descubierto que mentir y decir tonterías en ese mundo pasa desapercibido. Negar el genocidio en Gaza, por ejemplo, o ni siquiera aceptar que existe un asesinato masivo, la ha llevado a enfrentarse incluso al Rey. Será porque su cohorte de asesores que trabajan para ella, y para su novio sin que ningún juez les abra una causa, han descubierto que ese nacionalismo español, rancio, homófobo y machista también tiene una fuerte dosis de republicanismo. Y entonces, Ayuso echa sus redes.
Sin embargo, debería recordar que su madrina, Esperanza Aguirre, intentó lo mismo con Rajoy. Al final todo quedó en nada, porque los números no le salían. A Ayuso tampoco, porque además de una España heterogénea, tiene el problema en casa. Su novio no irá a juicio porque hay un complot en su contra, sino porque es un defraudador confeso. Y ella miró a otro lado. Lo mismo hizo con su hermano y sus comisiones en la pandemia y con su padre, al que le perdonaron un crédito que nunca pagó gracias a las gestiones de su hija. Demasiados pelos en la gatera. Y en política, ganas, creces y caes. Y nada es eterno.