Las y los jóvenes del Nepal están protagonizando una especie de Revolución Francesa 2.0 al estilo asiático que corrobora que los métodos clásicos siguen funcionando.
Para quien no esté enterado, voy a resumir los últimos sucesos en el país ubicado en el Techo del Mundo. China, ante la imposibilidad de controlar los contenidos en las redes sociales y aplicaciones de mensajería, decidió, muy en su estilillo y utilizando al gobierno títere que tiene en Nepal, cortar la señal de internet directamente a toda la población.
Como respuesta, la gente más joven salió a la calle y le prendió fuego al parlamento. Luego, asaltaron una por una las casas de los altos dirigentes, empezando por la del primer ministro. La única pega es que en una de ellas estaba la mujer del gerifalte del turno, que no tenía ninguna culpa, pero que sufrió las consecuencias de la ira colectiva.
Una revolución al más puro estilo vintage, con su fuego, sus linchamientos y sus cosicas… Viéndolo, no queda otra que preguntarse qué tendría que ocurrir en España para que pasara algo así.
Por ejemplo, una de las pocas informaciones gubernamentales de la última semana que no tratan de echar más leña al fuego en el conflicto en Israel, han sido los datos que ha facilitado Moncloa sobre el alcance del Ingreso Mínimo Vital (IMV), y no precisamente para decir que se ha reducido la necesidad del mismo.
Sacaron pecho de que el IMV “ya llega” a casi dos millones de personas, batiendo un nuevo récord. Usted y yo, ante esta afirmación, pensaríamos que estamos ante un récord de aumento de la pobreza en el país. No es así para ellos, que celebran, literalmente, estos datos.
Otros de los hitos por los que se ponen la medalla es que de esos dos millones y pico de pobres de solemnidad, casi un 70% son hogares monoparentales encabezados por mujeres, de las cuales dependen el 40% de los niños de este país, que son pobres como sus madres.
Es decir, uno de cada cuatro niños es pobre, sus madres son pobres y están solas y tenemos récord de pobreza general. Pero como les dan la beneficencia institucional con un subsidio miserable, se considera una gran gestión.
Nadie va a protestar por eso, ni ningún informativo va a abrir con esos datos, ni en ninguna mesa de tertulianos todólogos se va a traer a colación tal cosa.
Mucho menos la pobreza extrema va a desembocar en una revolución, siempre y cuando se puedan seguir comprando móviles a plazos y la gente pueda seguir subiendo subnormalidades a TikTok, iguales a las que sube la cuenta de La Moncloa. Una red social que, por cierto, es la más amplia entrada de datos personales para el gobierno chino.
Seguramente ahí está la clave. Si queremos ver todo arder lo mejor mejor será aprender nepalí y cortar internet.