Josep Oliu (izq.), presidente de Banco Sabadell, conversa con su homólogo de BBVA, Carlos Torres

Josep Oliu (izq.), presidente de Banco Sabadell, conversa con su homólogo de BBVA, Carlos Torres EP

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El empresariado catalán, clave en el fracaso de la OPA del BBVA al Sabadell

Una histórica unanimidad de todos los actores económicos y políticos catalanes ejerció poder e influencia en la defensa del banco catalán

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Tras años turbulentos y complicados por el procés, la fuga de empresas y el populismo económico, el empresariado catalán había perdido el poder e influencia que otrora albergó. Necesitaba un revulsivo y lo encontró en la OPA hostil del BBVA al Banco Sabadell.

Patronales, cámaras de comercio, foros económicos, lobis y asociaciones se unieron de forma unánime en la defensa de una entidad profundamente enraizada a Cataluña. Ha funcionado. 

Alegaron razones de interés general y señalaron los riesgos que la operación albergaba: concentración empresarial, una mayor dificultad de acceso al crédito y a la retención de talento del sector financiero, además de una lógica pérdida de empleos y de oficinas.

Movilización y poder

Esta movilización fue clave para convencer a los accionistas minoritarios del Sabadell, que representan un 30% del capital. Sólo un 1% de ellos acudió a la oferta, una cifra que finalmente ha resultado determinante para que el BBVA no superara el 30% de aceptación y pudiera acudir a una segunda OPA.

Mientras, incluso los fondos observaron el errático rumbo del BBVA, que tuvo que subir la oferta debido a que la prima llegó a ser negativa. Su discurso quedó en entredicho y, en economía, las dudas se pagan muy caras. El Sabadell y el poder catalán observaron esas contradicciones y las expusieron sin reservas. 

El consejero delegado del Banco Sabadell, César González-Bueno (izq.), y el presidente de la entidad, Josep Oliu / BANCO SABADELL

El consejero delegado del Banco Sabadell, César González-Bueno (izq.), y el presidente de la entidad, Josep Oliu / BANCO SABADELL

El discurso de que el BBVA vagaba sin rumbo caló en todos los actores económicos del país, que vieron en Carlos Torres un jinete solitario en Cataluña. "¿Cómo va a controlar un banco de una comunidad en la que todo el mundo está en su contra?", explicaba un representante patronal la semana pasada en voz baja durante un acto económico.

En las últimas semanas, la incertidumbre se había apoderado de todos los actores. Lo que en un principio era esperanza se había convertido en hartazgo. Un año y medio después, quedaban pocos argumentos más que ofrecer y la suerte estaba echada. Y la moneda cayó del lado del Sabadell.

Illa, clave en la sombra

En esta historia también resalta otro nombre propio: Salvador Illa. El presidente de la Generalitat entendió al momento que debía volcarse con la defensa del banco. Así lo transmitió al Gobierno: su pérdida era un agravio para las pymes catalanas y la concentración bancaria nefasta para la región. No se dio protagonismo, y desde la sombra hizo y deshizo para mantener la independencia del Sabadell.

Su estrecha relación con el presidente Pedro Sánchez permitió que el Gobierno escuchara los argumentos del presidente catalán. Si bien el Gobierno siempre se mostró neutral la batalla, tampoco facilitó las cosas. Es más, en pleno Cercle d'Economia, el mayo pasado, el presidente Sánchez anunció una consulta pública sobre la OPA que dejó fuera de juego al BBVA. 

También, las condiciones de la fusión que se impusieron echaron a muchos accionistas para atrás.

Salvador Illa, presidente de la Generalitat, en el segundo Debate de Política General al Govern del PSC en el Parlament

Salvador Illa, presidente de la Generalitat, en el segundo Debate de Política General al Govern del PSC en el Parlament SIMÓN SÁNCHEZ - CG

Torres: el hombre que no convenció a nadie

Como en cada historia, hay un perdedor. En esta ocasión, el gran derrotado por el poder económico catalán ha sido Carlos Torres, presidente del BBVA, quien siempre ha ido un paso por detrás del Sabadell.

El banquero salmantino no calibró bien las fuerzas de choque que se le venían encima. Y su estrategia siempre fue una huida hacia adelante. Sabedor de su complicado futuro si la oferta descarrilaba, fue incapaz de rectificar hasta que ya no tuvo otro remedio. Primero, con una subida en el precio de la OPA cuando la oferta ya era negativa. Hoy, con un anuncio de aumento de dividendo tras descartarse la opción de compra. 

El romanticismo de una sede

Otro pequeño gesto que no debe pasar desapercibido fue el retorno de la sede social del Sabadell a la capital del Vallès. Fue una decisión estratégica que tuvo tanto de romanticismo como de política, propiciada también por el regreso de la estabilidad política a Cataluña.

El retorno del Sabadell al lugar en el que había estado desde 1882 hasta 2017 avivó la chispa de la unión entre los empresarios catalanes en la defensa del banco. Y convenció a los partidos políticos catalanes de que defender al Sabadell era defender la historia, el empleo y la economía de la comunidad. Lo entendieron socialistas, independentistas e incluso las formaciones más escoradas a la izquierda. 

Por ello, el fracaso de la OPA es el histórico resultado de un aglutinamiento de fuerzas que hacía muchos años que en Cataluña no confluían. Empresarios y políticos han ido de la mano con un objetivo común. Lo han logrado.