Imagen de Vivero Sitges, el 'beach club' de Sitges en manos de dos andorranos

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Asi es Vivero Sitges, el mejor 'beach club' de Cataluña en manos de dos fugados

El exdueño del mayor Café del Mar del mundo, ahora huido a Andorra, recupera la posesión

El local, que cautivó a Julianne Moore, ha superado dos quiebras

Más información: Dos 'fugados' recuperan el mejor 'beach club' de Cataluña en Sitges

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Es Vivero Sitges, el mejor beach club de Cataluña en Sitges (Barcelona) que refugió a la actriz Julianne Moore, y que ha terminado en manos de dos empresarios catalanes fugados a Andorra.

El local que ve atardeceres de ensueño y gastronomía mediterránea esconde tras sus muros encalados una historia empresarial mucho menos glamurosa: no en vano, ha pasado dos concursos de acreedores.

Lo que se proyecta como un negocio de éxito, con la concesión renovada por 28 años, es en realidad un superviviente. Este icono del litoral barcelonés ha navegado por aguas turbulentas, incluyendo dos concursos de acreedores que casi lo destruyen.

Una mejillonera

La trayectoria del Vivero refleja la propia evolución de la costa catalana. Sus orígenes en los años 60 nada tienen que ver con el lujo actual. El enclave nació como una modesta mejillonera, un negocio funcional y sin pretensiones.

Tras varios intentos fallidos, el espacio mutó en 1971 de la mano de Alfons Sánchez Ibáñez, convirtiéndose en el restaurante familiar que durante décadas fue una institución en la villa.

Imagen de una mesa de Vivero Sitges

Imagen de una mesa de Vivero Sitges Cedida

Del éxito familiar al colapso

Aquel primer El Vivero se forjó una reputación sólida a base de paellas, pescado fresco y una ubicación imbatible. Era la estampa del éxito mediterráneo, un negocio rentable y escenario de rodajes como la película Savage Grace, rodada en 2008.

Sin embargo, con el cambio de siglo, la fórmula tradicional comenzó a agotarse. La gestión se enfrentó a los desafíos económicos que pusieron el negocio contra las cuerdas.

Primer concurso

El punto de inflexión llegó con la crisis. La sociedad que explotaba el restaurante, Vivero de Sitges S.L., entró en barrena financiera por la caída de la facturación y la acumulación de deudas.

En 2012, la mercantil se vio obligada a solicitar el concurso voluntario de acreedores, la antesala de la quiebra. Un enorme pasivo amenazaba con el cierre definitivo del local.

El rescate y la reinvención

Fue un momento crítico. El futuro del Vivero pendía de un hilo, sujeto a la negociación con los acreedores y a la viabilidad de un plan de rescate que evitara la liquidación.

La salvación llegó in extremis. Los gestores lograron el respaldo necesario para sacar adelante un convenio, reestructurar la deuda y cimentar las bases de una reinvención radical.

Imagen del Vivero Beach Club, el club de playa más célebre de Cataluña

Imagen del Vivero Beach Club, el club de playa más célebre de Cataluña Cedida

Llega Nacho Soler

En 2013, tras una profunda reforma, El Vivero renació como el Vivero Beach Club Restaurante de la mano de Ignacio Nacho Soler y su pareja. El objetivo era claro: pasar de ser un restaurante de fin de semana a una máquina de facturar durante todo el día.

Se crearon distintos ambientes y se diversificó la oferta para multiplicar los ingresos. Una reconversión total que buscaba atraer a un público con mayor poder adquisitivo y borrar el recuerdo de sus problemas financieros.

Fuga a Andorra

La jugada, a la vista está, funcionó. El nuevo Vivero se consolidó como un referente del ocio de alto standing, culminando su remontada con la renovación de la concesión administrativa por casi tres décadas más.

Eso sí, el segundo gran proyecto de Soler, Café del Mar Port Fòrum, el mayor del mundo, fracasó. Entró en, también, concurso, que terminó calificado como culpable.

A raíz de ello, la pareja se refugió en Andorra.

Segundo concurso

Ha sido ahora cuando Vivero ha entrado en su segunda insolvencia, que también ha superado.

Con ello, el local ha vuelto del administrador concursal a la pareja de Soler. Ello a la espera de que se dicte sentencia firme sobre la descalificación de la empresaria. Porque el concurso fue, también, culpable.

El restaurante y 'beach club' Vivero, en Sitges

El restaurante y 'beach club' Vivero, en Sitges Cedida

El coste de sobrevivir

Hoy, Vivero es el relato de un negocio que supo caer y levantarse, transformándose por completo para sobrevivir. Un ave fénix que renació de su propio concurso de acreedores para seguir vendiendo una de las mejores puestas de sol del Mediterráneo.

Eso sí, el precio que ha pagado por operar donde lo hace ha sido muy elevado.