Escribir canciones es un arte. Concentrar un mensaje, evocar una situación, provocar un sentimiento. El juez José María Asencio lo sabe muy bien. Amante de la música, busca ese equilibrio, entre la letra y las notas, y se ha adentrado en un complicado trabajo, con un libro de canciones, con su historia y las repercusiones de todas ellas. Su obra, Acordes y cadenas, (Mankell) en versión castellana y catalana, repasa canciones tan influyentes como Les temps de cerises, la que cantaban los obreros en la Comuna de París. Pero también recuerda La Bohème, de Aznavour, un francés de familia armenia. Y, claro, La vida sigue igual, de Julio Iglesias, una canción que le cambió la vida, que ya nunca sería igual para él. O Hasta siempre comandante. Letra Global mantendrá un diálogo con José María Asencio en la sede de este medio cultural digital, que forma parte de Grupo de Medios Global. Será el 15 de mayo, con una cerveza en la mano, abierto al público asistente
El juez alicantino, escritor, autor de la novela En busca de la irrealidad, ha querido reflejar más de cien años de historia con canciones que han marcado distintas etapas o que siguen siendo una referencia para colectivos, pueblos o ciudadanos de todo el mundo. El libro lo ha planteado Asencio como un “concierto”, con preludios y codas. En la versión catalana el preludio lo firma Lluís Llach, quien define al juez como alguien inclasificable, que ha querido ofrecer 50 temas muy variados, con el mensaje claro de que cada uno de nosotros interiorizará sentimientos propios, porque las canciones llegan de forma distinta, y también se acogen de diferente modo a lo largo de la vida.
En la versión castellana ha colaborado Adolfo Celdrán, uno de los fundadores junto a Hilario Camacho del colectivo Canción del pueblo. También figuran Pablo Guerrero, el músico y letrista Luis Gómez-Escolar, el peruano Manuelcha Prado, y el mexicano Gerardo Pablo Muñoz y la nicaragüense Katia Cardenal. En el caso de la versión catalana, además de Llach, la coda es de Paco Muñoz.
Letra Global mantendrá un diálogo con Asencio para recordar esos temas, con historias sorprendentes, como la de Facundo Cabral, con No soy de aquí ni soy de allá, o con Simon Bikindi y la canción Nanga bahutu, sobre el conflicto en Ruanda. Pero también tendrá cabida el Grândola, Vila Morena, de José ‘Zeca’ Afonso, la canción que significó la libertad en Portugal, después de una dictadura militar, de gran influencia en España.
En las portadas, en las dos versiones, Asencio cuenta con imágenes de obras pictóricas de Luis Eduardo Aute, --cedidas por su hijo-- uno de sus grandes referentes musicales. En el libro se incluye su tema Al Alba.
Entre las rarezas, o canciones que no se esperarían, figura Dixie, de Daniel Decatur Emmett, que fue casi un himno para los estados confederados del Sur en Estados Unidos, aunque el tema había nacido en el Norte. Lincoln, después de la Guerra Civil, recuperó la canción como un símbolo de unidad, que podía ser compartida por todos los ciudadanos americanos.