Exhumando a Nik Cohn
La editorial La Felguera recupera su libro clásico sobre el rock and roll, que sigue exhibiendo diversión y desfachatez
30 marzo, 2022 00:00La editorial La Felguera, especializada en rarezas, ha tenido la brillante idea de volver a publicar un libro fundamental para los devotos del rock & roll, Awopbopaloop Alopbamboom (1969), cuyo impronunciable título procede de una incomprensible estrofa del éxito de Little Richard Tutti Frutti. Lo escribió a los veintidós años un inglés llamado Nik Cohn (Londres, 1946) y se publicó en España por primera vez en 1971 a través de la tristemente difunta editorial Nostromo, que también mostraba una adorable tendencia a las rarezas y/o extravagancias literarias. Yo me lo leí por esa época y luego lo perdí o está tan bien escondido en mi biblioteca que he sido incapaz de encontrarlo durante mis cíclicos registros de los últimos cincuenta años. No descarto volvérmelo a comprar, ya que guardo un gran recuerdo de él, aunque no siempre estuviese de acuerdo con las teorías de su autor (un detalle menor, ya que la fuerza y la desfachatez juvenil del texto compensaban de sobras cualquier discrepancia).
Como esos grupos o cantantes a los que se recuerda por una sola canción o un único álbum (los conocidos como one hit wonders), Nik Cohn ha pasado a la historia por el libro que ahora se reedita con el título, levemente españolizado, de Auanbabuluba Balambambú. Y también un poco por haber escrito en 1975 para New York Magazine un artículo titulado Ritos tribales del nuevo sábado noche, que inspiraría en 1977 la película Saturday night fever, que consagraría a John Travolta e insuflaría nueva (y discotequera) vida a unos macilentos Bee Gees de los que todo el mundo empezaba a olvidarse y que no tenían nada que ver con los que renacieron entre falsetes y bolas plateadas. Ya para aspirantes a nota, cabe añadir los textos que escribió el señor Cohn para el ilustrador belga Guy Peellaert (Bruselas, 1934--París, 2008) en dos libros, Rock dreams (1982) y 20th century dreams (1999), de especial interés el primero de ellos (a los rockeros que no les suene el señor Peellaert, les recuerdo que fue el autor de las portadas del Diamond dogs de David Bowie y el It´s only rock and roll, de los Rolling Stones).
Sobre las (pocas) novelas escritas por el señor Cohn, prefiero guardar un piadoso silencio. Y nada sé de las columnas que firma actualmente en The Guardian. Puede que mi amigo Kiko Amat, que firma el prólogo de la nueva edición de Awopbopaloobop Alopbamboom, no esté de acuerdo conmigo, pero yo diría que Nik Cohn dio lo mejor de sí a los veintidós años cuando escribió ese libro (también le considero un hombre afortunado, ya que a principios de los 80 lo trincaron traficando con heroína tailandesa y se salió prácticamente de rositas, con una multa de 5.000 dólares y una condena a cinco años de libertad vigilada).
Un estilo brillante y vehemente
Su particular historia de la música pop termina a finales de los 60, cuando el autor considera que Dylan y los Beatles están en franca decadencia y que lo mejor ya ha pasado. Lo mejor, para Cohn, está en los orígenes y se relaciona con los dos elementos que se le antojan más interesantes del rock: la diversión y la desfachatez, que son también los ingredientes primordiales de su prosa musical. Estamos ante un libre ferozmente personal escrito por alguien que no está para componendas y no hace prisioneros. Estarás de acuerdo con él o no, pero la brillantez de su estilo, la vehemencia con que se expresa, las ganas de incordiar que se le adivinan (la misma que intuye él en los cantantes y grupos que más le gustan) y el entusiasmo que desprende cada página por una música que es evidente que le animó o le salvó la vida resultan irresistibles.
Puede que dar a Dylan por acabado mientras le dedicas un capítulo entero a P.J. Proby --un tipo olvidado no, lo siguiente, al que tuve el dudoso placer de ver en Londres hace años interpretando al Elvis maduro en un musical lamentable del West End-- o se te cae la baba admirando la manera de menear el culo que tenía Tina Turner sea discutible, pero el hombre te lo vende todo tan bien y con tanta gracia que lo único que puedes hacer una vez te has subido a esa montaña rusa de libro es disfrutar del viaje.
Bienvenida sea, pues, esta necesaria reedición de Auanbabuluba Balambambú, texto del que algunos agradeceríamos una secuela, pues no sabemos qué piensa Cohn de la música que se hizo en los 70 y en los 80, cuando aún estaba muy lejos la definitiva muerte del rock & roll con la que los que ya tenemos una edad o dos nos desesperamos en la actualidad.