La ciudad de Metz cuenta desde el año 2010 con una sucursal del museo de arte contemporáneo y moderno del Centro Pompidou de París. Allí se acaba de celebrar la exposición Parejas modernas. Una muestra interdisciplinar, en colaboración con el centro Barbican de Londres, que acogerá esta misma exposición, comisariada por Emma Lavigne, Jane Alison, Elia Biezunski y Cloé Pitiot, a partir del próximo mes octubre, dedicada a las parejas formadas por creadores. A través de manuscritos, pinturas, mobiliario, fotografía, escultura y arquitectura, se exploran más de cuarenta encuentros esenciales y contingentes de parejas de artistas entre 1900 y 1950, y el proceso creativo al que dio lugar. Pablo Picasso y Dora Maar, Robert y Sonia Delaunay, Georgia O'Keeffe y Alfred Stieglitz, André Breton y Nadja, etc. Una forma diferente y necesaria de analizar quién acompaña a quién y quién influye a quién en dichas relaciones con objeto de avanzar en la relectura de la modernidad a través del prisma del tándem amoroso.

Estas parejas constituyen lugares de intercambio, confrontación e influencia de obras fructíferas, como el orfismo de Robert y Sonia Delaunay o el rayonismo de Mikhail Larionov de Natalia Gontcharova. Más allá de la dimensión sentimental, la exposición revela las colaboraciones entre figuras muy poco conocidas o que se han mantenido en la sombra de la historia del arte. La tesis general arranca en el manifiesto del historiador de arte y ex director del museo Pompidou, Pontus Hulten, Beaubourg, un museo donde se explora la vida. Este, a mitades de los años setenta del siglo pasado, propone el arte como “una transferencia de la energía amorosa” y los museos “como lugares de gran concentración sexual”, y abre el camino a las exposiciones como una forma de releer la historia del arte a partir del erotismo o del género.

couples

La primera gran aportación de las parejas modernas al arte es el ritmo y la libertad. Los dadaístas Hugo Ball y Emmy Hennings afirman que “nuestro cabaret es un gesto” y creen en el arte como una posibilidad de transformar el mundo. Jean Arp y  Sophie Taeuber-Arp crean un arte de palabras y crisis desatadas. Son artistas que intentan acelerar el flujo que traducen las convulsiones del cuerpo y el estallido de las estructuras patriarcales. La aspiración revolucionaria de una nueva comunidad y la liberación del individuo dislocan los contornos de la pareja y la sociedad.

En la primera mitad del siglo XX, el arte se proyecta en todos los ámbitos de la vida y de lo cotidiano, y los modelos de pareja regeneran las intimidades. La complejidad de sus relaciones ofrece un terreno sutil de experimentación y una forma de crear nuevas formas de vida: el espacio compartido. Inscritas casi siempre en la ruptura de códigos, costumbres y líneas, las parejas de artistas constituyen el origen de nuevas y audaces propuestas del espacio. Desde la arquitectura al mobiliario, surge una nueva coherencia. El espacio compartido es un lugar físico y mental que se expande y se libera hacia la abstracción. Allí están, por ejemplo, los arquitectos Aino y Alvar Aalto y su visión común de la arquitectura y el diseño, el grupo Bloomsbury y Frida Kahlo y Diego Rivera.

Dorothea Tanning and Max Ernst with his sculpture, Capricorn, 1947 / John Kasnetsis. Centre Pompidou Metz

Dorothea Tanning y Max Ernst con su escultura, Capricorn (1947) / JOHN KASNETSIS. POMPIDOU METZ

El amor se convierte en un sujeto de transformación, plural y en constante metamorfosis. Cuando no conduce a la absorción del otro o al abandono de uno mismo, la pareja, real o imaginaria, crea un espacio de experimentación que propicia la emergencia de nuevas formas artísticas. Los surrealistas buscan encuentros extraordinarios que provoquen lo maravilloso y engendran obras híbridas. Aparecen nuevas mitologías abiertas al inconsciente, al azar y a las leyendas de otras culturas.

Como la relación entre Claude Cahun y Marcel Moore, quienes colaboran en obras teatrales vanguardistas y en la librería Shakespeare and Company. Moore compone, a partir de los proyectos de Cahun, una serie de collages fotográficos que ilustran los escritos autobiográficos de su pareja. Su trabajo creativo cuestiona las nociones de identidad y de género, y celebra el amor y el deseo para desafiar la visión normativa de la feminidad a partir de la fragmentación y la indeterminación del yo.  

Próxima a la Gran Guerra, surge una resurrección espiritual como reacción al positivismo y al materialismo. Se trata de la Nueva Asociación de artistas de Múnich (NKVM) en torno a las figuras de Marianne von Werefkin, Vassily Kandinsky y Alexej Jawlensky. Estos proponen un viaje interior a través de una naturaleza subjetiva y no convencional que escapa a los límites materiales de lo real para crear obras en las que la contemplación provoque la vibración del alma. Sus experiencias introspectivas dan lugar al conocido ensayo, De lo espiritual en el arte (1911) de Kandinsky.

Las parejas de artistas intentan, al mismo tiempo que comprender los fenómenos, introducirlos en su trabajo y evadirse para atender mejor a su interior y revelar la relación con la naturaleza. El galerista y fotógrafo Alfred Stieglitz descubre fascinado en 1916 las abstracciones orgánicas de la pintora  Georgia O’Keeffe. Para él, representan la anatomía y la sexualidad femenina. Sin embargo, O’Keeffe rechaza la sexualización de su trabajo que defienden también los críticos de arte y decide volver a la figuración combinando realismo y espiritualidad. La serie de pinturas que realiza en su villa de Nueva York será una manera de responder a las cientos de fotografías que Stieglitz tomará de ella, sexualizadas en extremo y percibidas solo a partir de los sentidos.