'La chaqueta de János Major', obra de János Major, en una exposición de 1973 / ARTPOOL ART RESEARCH CENTRE

'La chaqueta de János Major', obra de János Major, en una exposición de 1973 / ARTPOOL ART RESEARCH CENTRE

Letra Clásica

La performance secreta de János Major

El artista húngaro protagonizó una de las más insólitas representaciones clandestinas durante una exposición en Budapest en 1969, en plena dictadura comunista

1 julio, 2018 00:00

El artista húngaro Tamás St. Auby dijo muy seriamente que János Major fue “uno de los mejores artistas de la historia universal”. Ya es decir. ¿Exageraba? St. Auby es uno de esos espíritus vehementes, rotundos, seguros de sí mismos, con avidez de vida y de autenticidad, como podría serlo entre los escritores Hugo Claus. Gente con pocas contemplaciones y nada de resignación.

Yo estoy de acuerdo con ese juicio lapidario de St. Auby. János Major (1934-2008) fue uno de los más grandes de la historia, con el hándicap de que tuvo una vida marcada por las penas de una enfermedad mental que truncó su carrera. Él mismo destruyó casi toda su obra. Pasé, años atrás, algunas horas en la biblioteca del Reina Sofía buscándole y apenas encontré la reproducción de unos dibujos. Esa inexistencia de su obra me convenció todavía más de lo acertado que estaba St. Auby. En cualquier caso, antes de caer en garras de la enfermedad, Major fue el responsable, en el año 1969, de una performance cuya exquisitez iguala e incluso supera mis preferidas de siempre, que son sendas acciones de Yves Klein y de Peralta Ramos, de las que otro día hablaré, quizá.

A recuperar el recuerdo de aquella performance apenas perceptible, casi invisible, le dedicó una exposición Andreas Fogarasi para el Reina Sofía en el año 2011 que desde entonces ha podido verse en otros centros de arte. La acción tuvo lugar en la fiesta de inauguración de la primera exposición que se celebró en Hungría de Victor Vasarely, el artista húngaro que en 1930 había emigrado a París donde haría una formidable carrera como jefe de filas del movimiento del arte óptico o cinético o op art, a partir de la galería de Denise René, una gran mujer, dicho sea de paso, entregada a la causa.

En 1969 Hungría estaba sometida a la dictadura comunista que entonces dirigía János Kádár. La estética nacional impuesta era el realismo socialista, una estética rancia ya desde que nació, pero al mismo tiempo al régimen le convenía dar muestras de cierto aperturismo cultural hacia Occidente, y así fue como el 18 de octubre se pudo celebrar en el centro Mücsarnok de Budapest la inauguración de una gran retrospectiva Vasarely, todo un acontecimiento al que acudió la crema y nata de la sociedad cultural húngara, con sentimientos contradictorios.

Por una parte todos estaban ávidos de conocimiento y encantados de asistir por primera vez a una gran muestra de arte abstracto internacional; y por otra, muchos artistas locales se sentían agraviados de que a ellos se les impidiera tomarse las libertades que en Vasarely el régimen aceptaba y aplaudía.

Y es en ese contexto donde el joven artista, el delgado János Major, circulaba silenciosamente entre los invitados llevando oculta en la chaqueta una diminuta pancarta. Cada vez que se tropezaba con un amigo o un conocido de confianza extraía rápidamente la pancartita y se la enseñaba fugazmente; el amigo leía “Vasarely go home", de inmediato entendía el sentido de aquello y se partía de risa, y János seguía su camino.

Fue una gloriosa travesura y una performance clandestina de la que no ha quedado ningún documento: ni la pancartita, ni, entre las muchas fotos que se tomaron, alguna imagen donde se pudiera ver a János entre la multitud de modernos de la época, ni siquiera el autor, que ya no está con nosotros.

A partir de aquella performance, Fogarasi compuso la exposición “Vasarely go home”. Constaba de unas cuantas fotos en blanco y negro de la inauguración de la expo Vasarely de 1969 --en las que como ya he dicho no aparece ni la sombra de János Major-- y de unas grabaciones documentales donde 40 años después algunos de los que entonces vieron la pancartita y que luego serían figuras prominentes del mundo cultural de Budapest nos explican cómo fue aquello, qué sintieron, qué pensaron, cuánto se rieron.

Fenomenal irradiación de un chiste. He recordado aquella exposición al visitar en la Thyssen la de Vasarely: nombre al que en mi memoria ya siempre va unido el de János Major, como la idea de la naturaleza irreductible de la gracia, de la inteligencia y del espíritu gratuito y juguetón sobre la historia oficial, sobre lo consagrado, sobre los acontecimientos y su pompa.