El escritor norteamericano John Fante / DANIEL ROSELL

El escritor norteamericano John Fante / DANIEL ROSELL

Letras

John Fante y la infancia perdida de Bandini

Anagrama edita una colección de relatos inéditos y descatalogados del guionista y escritor italoamericano que retratan, con un encantador sentido de la ironía, el pretérito de Los Ángeles

12 agosto, 2022 23:30

Algún día, ¡oh gente!, ¡oh turiferarios!, esos peldaños resonarán con mi recuerdo y allá a lo lejos, en aquel alto muro, habrá una placa dorada, y sobre ella un bajorrelieve con la imagen de mi rostro. ¿Estoy solo ahora? ¡Puff! Mi soledad da frutos y habrá un Los Ángeles del mañana para recordar que una Voz subió por estas escaleras y Benny El Extorsionador, allá en el cruce de la Tercera con Hill, llorará de alegría al contarle a su nieto que una vez habló con un hombre nacido para la eternidad.

John Fante (Denver, 1909-Los Ángeles, 1983) escribió este soberbio párrafo, una suerte de autorretrato idealizado de sí mismo por persona interpuesta, para el prólogo de Ask The Dust (1939), acaso su mejor novela, considerada la quintaesencia de un estilo narrativo que se ha convertido en epítome de la mejor literatura sobre la metrópolis de Los Ángeles, ese universo en descomposición que, desde su fundación, no ha cesado de cambiar, con la singularidad de hacerlo sin excesiva resistencia ni incurrir en el confortable vicio de la nostalgia.

John.Fante

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El urbanismo, sobre todo en América, es un inmenso negocio. Para que la máquina de hacer dinero no se detenga es necesario que el paisaje cotidiano desaparezca y sea sustituido por otro diferente. Espacios nuevos traen gente distinta y sepultan la historia. El mapa de siempre muta sin dejar ningún vestigio físico de su pretérito. La vida es una tábula rasa y el pasado, una inmensa carga que impide la rentabilidad. Fante, que terminaría trasladándose al distrito de Hollywood debido a su trabajo como guionista de segunda clase en los estudios de cine, no llegó a verlo nunca con sus propios ojos, pero tras pasar una larga temporada en el limbo literario lograría su aspiración: su nombre identifica desde hace unos años una prosaica plaza del sector financiero del Downtown, entre la Quinta y Grand Avenue.

Es un hermoso homenaje. Por supuesto, tardío. En ese lugar, en su juventud, existió un barrio llamado Bunker Hill, “el auténtico Los Ángeles, esa parte de la ciudad que queda por debajo de Figueroa, donde Arturo Bandini [su alter-ego literario] sueña con días grandes” mientras “aprende a hacer el vago en los clubes nocturnos, unas veces con dinero de un cuento vendido, otras veces sin blanca, otras veces con dinero prestado por unas chicas, a veces con sesenta centavos robados del cepillo de limosnas de la vieja iglesia de la plaza”.

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En este contexto, entonces geográfico y ahora únicamente ficcional, es donde sucede el poderoso sortilegio de los mejores libros del escritor italoamericano, maestro de Bukowski, que lo reivindicó como guía y lograría que Black Sparrow Press, la editorial de John Martin, lo devolviera a las librerías cuando parecía haber sido digerido por el vientre de la historia, ese inmenso torbellino. Las novelas de Fante proyectan una extraña melancolía. En ellas no hay ni gota de costumbrismo meloso, pero conservan una carga (deliciosa) de condensación sentimental. Su narrativa se instala en ese espacio mágico que, como dice el narrador de uno de sus cuentos “es una actitud filosófica, entre la diversión y la tristeza”. Farsa y espanto.

Leer a Fante es como escuchar uno de esos antiguos discos de pizarra donde, a salvo del cáncer del tiempo, resuena, surco sobre surco, eternamente, Beatiful Ohio (1918), la pieza valseada escrita por Ballard Macdonald y Mary Earl que cantaba Henry Burr. La canción, número uno en los charts de aquel momento, evoca la reverberación de unos sueños (los viejos ideales de la juventud) que nunca se hicieron realidad. Es puro Fante, cuyos libros, situados en la California de principios del pasado siglo, cuando se configura el imaginario del sueño americano, son una reconstrucción salvaje y tierna de aquel mismo espíritu.

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Esta atmósfera es la que, de nuevo, aparece en Hambre, una colección de relatos inéditos o descatalogados, traducidos ejemplarmente por Antonio Prometeo Moya para Anagrama, la editorial que durante años ha venido dando cobijo a otros episodios del Mundo Bandini, como Wait Until Spring, Bandini (1938), Dreams from Bunker Hill (1982), The Road to Los Angeles (1985) y otras historias, como Full of Life (1952), The Brotherhood of the Grape (1977) y Was a Bad Year (1985).

Esta nueva entrega en español de Fante es memorable, incluso aunque haya sido objeto de un conjuro post-mortem. El oficiante de la misa es Stephen Cooper, biógrafo del escritor; su complice fue la esposa del escritor, Joyce, que un día le dio acceso a un trastero de su casa de Malibú donde, en cinco archivadores negros, pegados a una pared, reposaban los papeles huérfanos del novelista. Había de todo: desde partidas de nacimiento a viejas declaraciones tributarias, fotos, informes médicos y contratos de los estudios de cine.

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Entre estos documentos apareció la mina de oro: el prólogo que el novelista escribió para Ask The Dust y una colección de cuentos, fragmentos de olvidados proyectos narrativos o borradores caídos en desgracia que o jamás fueron publicados o aparecieron en revistas como Westways, Scribener’s Magazine y Esquire. Diecisiete maravillosas historias donde Arturo Bandini relata episodios de una desdibujada infancia y juventud en Norteamérica, con expresionistas escenas de instituto, viejas estampas familiares, divertimentos y otras estirpes de textos teñidos de esa aleación capaz de mezclar el espíritu de la farsa –a la italiana– con la tristeza de los que saben, de antemano, que nunca llegarán a nada serio en la vida.

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Lejos de ser descartes de autor, estos relatos alumbran el pretérito de Bandini, anteceden a su autoficción oficial y reflejan, con indudable maestría, el zeitgeist a partir del cual Fante crearía, unas veces con dedicación, en otras ocasiones con inconstancia, su ciclo novelístico. Aparece el fanatismo religioso de su estirpe, la presencia del alcohol en la vida cotidiana, divertidísimas comedias tribales marcadas por la vehemencia de la sangre latina, retratos de la crueldad femenina, estampas de la brutalidad masculina, instantes de una infancia donde el humor cohabita sin problemas con el espanto, una sagaz mirada sobre el universo –que son los demás– y ese estilo descansado, fluido, naturalísimo, que hizo de Fante el indiscutible padre del realismo burlesco que unos años después salvaría a Bukowski, su fiel escudero.

Hambre es una colección de magníficas tragicomedias con un sustrato dramático, como Póngalo en la cuenta, un cuento en el que Bandini recrea los sablazos de los hogares italoamericanos tenían que dar en las tiendas de comestibles de barrio para alimentarse, donde la compasión (interesada) del tendero que fía a una avergonzada madre contrasta con las admoniciones humillantes: “Esto no es la beneficencia ¿Cómo podéis sobrevivir los macarronis sin un centavo”. El niño Bandini mira, alucinado, a proletarios, abuelas católicas sin piedad y buscavidas como el contrabandista de alcohol que aparece en El delincuente. Todos inmigrantes. Perdedores de la Gran Depresión. Seres escindidos en mitad de ninguna parte. Hombres que actúan igual que animales y mujeres que hostigan a mujeres, como sucede en Una mala mujer. Un mundo incorrectísimo cargado de vida, verdad y atractivo.

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La pieza narrativa maestra de la colección, a nuestro juicio, es Un sujeto monstruosamente listo, un relato extraordinario donde el joven Bandini va a ligar a un baile con un amigo y, tras recibir las calabazas de unas chicas, diserta sobre sus aspiraciones como escritor, divaga acerca de Nietzsche y la filosofía alemana y, al llegar a su casa, recibe una reprimenda (a la italiana) de su madre, indignada por su mala vida. El prólogo de Ask The Dust, en cambio, debe leerse como una poética. Fante, solo en Los Ángeles, escribe sonetos a las camareras y registra –en una prosa extraordinaria– las experiencias que alimentan a su gemelo, Bandini:

“Mi libro se titula Pregúntale al polvo porque el polvo del Este y el Medio Oeste está en estas calles, y es un polvo en el que no crece nada, una cultura sin raíces, es una frenética lucha por el arraigo, el frenesí vacío de personas desesperadas y perdidas que anhelan una tierra que nunca podrá pertenecerles (…) cansados y polvorientos personajes que pronto serán viejos y en polvo se convertirán, viejos por cuyas venas corre el polvo de Indiana, de Ohio, de Illinois, de Iowa, para convertirse en polvo y morir en una tierra polvorienta”.

John Fante

Un canto fúnebre a esas palomas de barro que son los sueños de la infancia perdida.

Drifting with the current down a moonlit stream, / While above the heavens in their glory gleam, / And the stars on high / Twinkle in the sky, / Seeming in a paradise of love divine, / Dreaming of a pair of eyes that looked in mine. / Beautiful Ohio, in dreams again I see / Visions of what used to be”. (“A la deriva con la corriente por un arroyo iluminado por la luna, / Mientras los cielos en su gloria brillan, / Y las estrellas en lo alto / Brilla en el cielo, / Pareciendo un paraíso de amor divino, / Soñar con un par de ojos que se miraron en los míos. / Maravilloso Ohio, en sueños otra vez veo / Visiones de lo que una vez fue”).