A lo largo de los siglos la representación de la figura humana ha sido una constante en la historia del arte. Los humanos y su necesidad de perpetuarse han evolucionado juntos. La búsqueda de nuestra propia identidad se manifiesta desde las más arcaicas figuraciones hasta la actualidad. El individuo como eterno denominador común de una finalidad con múltiples vertientes.
La intencionalidad de estas creaciones no siempre ha sido artística, aunque el paradigma de las artes y del tiempo las acabara engullendo. Algunas nacieron con vocación de perpetuar un conocimiento, muchas suponían un sortilegio de buenos augurios o invocaban temores primigenios para someter a los temerosos, otras simbolizaban el poder, la belleza, el erotismo, el deseo, la religión, el estatus social… De todo esto y mucho más trata la exposición La imagen humana. Arte, identidades y simbolismo. La trascendencia de plasmar al ser humano como tema recurrente del arte figurativo, a lo largo de los siglos, actúa de eje aglutinador en la excepcional muestra que se podrá disfrutar hasta el próximo 16 de enero de 2022 en CaixaForum Madrid.
Arte clásico y grandes maestros
La exposición, organizada por el British Museum y la Fundación “la Caixa”, recoge un total de 155 piezas entre pinturas, esculturas, fotografías, dibujos, videoinstalaciones y diversos objetos de diferentes estilos y periodos históricos, de las cuales 145 obras proceden de los vastos fondos de la institución británica. Estos, junto a una cuidada selección de la colección de la propia Fundación y notables contribuciones, conforman un emocionante itinerario que incluye nombres como Henri Matisse, Luis de Madrazo, Francisco de Goya, Antoni Tàpies, David Hockney, Édouard Manet o Anton van Dyck.
Afortunadamente ni el Brexit ni la pandemia han impedido que más de un centenar de valiosas obras del prestigioso museo británico hayan podido viajar hasta Madrid para consumar la que es ya la sexta colaboración entre ambas instituciones culturales. Uno de los objetos más significativos es un cráneo humano enyesado y modelado encontrado en un antiguo asentamiento de Jericó (actual Palestina), datado entre el 8.200-7.500 a.C. Estamos quizás ante el retrato más antiguo del que se tenga constancia. Cuerpos abstractos de la Edad de Bronce, voluptuosas o esquemáticas figurillas de épocas remotas, un desnudo del dios Pan del 45 al 25 a.C. o un bello grabado de Adán y Eva de Albrecht Dürer, fechado en 1504, son algunas de las joyas que se podrán ver ahora en Madrid.
El poder de la imagen
Esta muestra, hilvanada sobre la idea de “expresar quienes somos y cómo nos vemos a nosotros mismos”, tal y como explica por videoconferencia Brendan Moore, conservador del British y comisario de la misma, confronta en un mismo espacio obras icónicas de antiguas civilizaciones con otras firmadas por los grandes maestros y relevantes artistas contemporáneos.
La exhibición estructurada en cinco ámbitos temáticos: Belleza ideal, Retratos, El cuerpo divino, El cuerpo político y La transformación corporal, no atiende a ninguna cronología temporal. Es además un viaje en el tiempo que abarca los cinco continentes en una fascinante expedición global. “Estamos, pues, ante una panorámica del arte figurativo que atraviesa fronteras culturales, cronológicas y temporales”, apunta Moore.
El retratismo ocupa uno de los ámbitos en el que encontramos, por ejemplo, una bella pintura de una joven suntuosamente ataviada de época romana, un expresivo retrato de un actor obra del artista Utagawa Kunimasa (1773-1810), una litografía de Édouard Manet inspirada en el arte japonés, los autorretratos de Esther Ferrer, Michelangelo Pistoletto o Ali Kazim y el retrato que David Hockney realizó en 1973 a su amigo Henry Geldzahler.
Tras meses aislados
Esta mixtura de épocas y lugares examina además el uso de imágenes en las prácticas sagradas y religiosas. La divinidad de una cabeza romana de mármol del dios Apolo, un esquisto de un Buda sentado del siglo II-III, una figura de Amón-Ra, o imágenes que encarnan espíritus que nos trasladan hasta Papúa o Costa de Marfil.
También el enaltecimiento de los gobernantes y sus logros encontraron en la figura humana un óptimo mecanismo de propaganda. Un espacio para una lucha de egos compartidos entre una escultura de Marco Aurelio, una colección de monedas de oro y plata con los rostros de Julio César, Marco Antonio, Cleopatra, un retrato del emperador Maximiliano I, Napoleón o el magnífico cuadro de Isabel la Católica pintado por Luis de Madrazo, propiedad del Museo Nacional del Prado.
La exposición plantea numerosas cuestiones en un mundo saturado de selfies y en un contexto excepcional, el generado por la pandemia. “Nos hemos pasado meses aislados, concentrados en nosotros mismos, viendo a los demás a través de la pantalla. La imagen humana es una invitación a compartir a través de una visión amplia y transversal de la cultura, del mundo antiguo al mundo virtual”, concluye Elisa Durán, directora de CaixaForum Madrid.