El año de 'Blade runner'
Hemos superado el primer mes de 2019 y, quien más quien menos, habrá deseado en estas semanas un buen año a alguien, confiando que así sea. Ya sé que el pesimismo está sobrevalorado en nuestra sociedad, pero son tiempos en que las razones para el optimismo resultan más bien escasas. La pujanza de la nueva derecha extrema parece tener largo recorrido --"derecha desacomplejada", la llaman ahora- y el retroceso en términos de libertades y de dignidad civilizatoria parece toda una evidencia.
El trumpismo ha cogido velocidad de crucero y sus peligrosas excentricidades y salidas extemporáneas toman carta de normalidad, refuerza los vínculos con su electorado más ignorante y grosero, mientras un movimiento similar va avanzando en buena parte de Europa. La subida al poder de Bolsonaro en Brasil, ha ido acompañada de un canto a la violencia, el reforzamiento de los privilegios a los ricos y al llamamiento para que las niñas se vuelvan a vestir de color de rosa y los niños de azul. La eclosión de Vox en la política española tiene mucho de recuperación de las pulsiones más primarias entre un electorado a estas alturas ya hostil a lo que es políticamente correcto y la cultura democrática. Los vaivenes que todavía dará el Brexit no harán sino debilitar la Unión Europea, hacer crecer el euroescepticismo y provocar desajustes económicos que afectarán a todo el mundo occidental.
El movimiento francés de las "chalecos amarillos" pone en evidencia los estallidos violentos que genera la irritación de una ciudadanía carente de expectativas, de referentes y de canales para manifestar sus malestares. Las democracias se van vaciando de valores y de contenidos, mientras la sociedad se fractura y se debilita a base de posverdades y de habitar todos juntos en la irrealidad de un mundo digital que nos confina en un túnel y que nos activa hacia temas irrelevantes. Se va imponiendo una economía de plataforma que destruye los ecosistemas productivos y muda los hábitos tradicionales, mientras no comprendemos por qué vamos perdiendo el trabajo y las seguridades de las que antaño disfrutábamos y acabamos por darnos cuenta de que somos víctimas de la "precariedad laboral". Que es una manera elegante de decir "trabajos de mierda".
Como en los últimos años no hemos aprendido gran cosa, volvemos a construir una burbuja inmobiliaria e insistimos en fiar buena parte de la economía a un voluble sector financiero. La fuga de la pobreza continuará tensionando las fronteras territoriales y mentales del mundo occidental, mientras que maltratar al diferente y presentarnos como insolidarios, en nombre del miedo, recuperará la consideración de "normalidad" que en algún momento parecía que había abandonado. A pesar del #MeToo, se vislumbra una regresión en la persecución de la violencia hacia las mujeres y de los pasos en pro de la igualdad, con la legitimación de un machismo también parece que "sin complejos".
Blade Runner, es una mítica película de ciencia ficción estrenada en 1982 y dirigida por Ridley Scott a partir de una novela del escritor Philip K. Dick. Una cinta de culto, innovadora y con multitud de entusiastas que aún hoy recuerdan sus frases grandilocuentes y su trasfondo filosófico que contienen las diversas versiones del filme. Marcó toda una época, tanto por la temática tratada, por una fotografía densa y oscura como por una narración en primera persona que le acercaba a la novela negra al modo de Raymond Chandler. Dio el disparo de salida al género del ciberpunk. Aunque vista a día de hoy la película adolece de pretenciosa, con una insufrible y pomposa música de Vangelis, se dibujaba en ella un mundo a venir frío e inhumano, una distopía futurista que reflejaba un planeta dominado por la robótica, la cibernética y la ingeniería genética, y con una población subyugada por un sistema que podríamos definir como tecnofascismo. Curiosamente, o no tanto, esta predicción tan poco deseable se situaba en Los Ángeles del 2019. Sólo se equivocaron al considerar que los excluidos serían sólo una parte de la sociedad. Hoy, "replicantes" ya somos todos.