Toda persona que emprende tiene detrás su historia de superación. Este es el caso de Esther y Verónica, socias y pareja desde hace más de 21 años. Ambas son las fundadoras del mítico Café No Ni Ná de Jerez pero para llegar hasta allí, han tenido que pasar por un camino lleno de baches.
Ambas se conocieron en la cuidad hace dos décadas, pero se fueron juntas a Málaga para trabajar en la restauración. Sin embargo, "cuando mi mujer se quedó embarazada, nos despidieron casi a la vez del restaurante en el que trabajábamos las dos", explica la emprendedora.
Una gran oportunidad
"Fue muy duro vernos en paro y con una niña recién nacida", recuerda su mujer. Es por ello que decidieron poner una denuncia contra el establecimiento que las había despedido. Finalmente, ganaron el juicio y fueron indemnizadas, por lo que vieron en esa victoria una oportunidad para hacer realidad su sueño.
"En mitad de toda esta situación tan complicada, un día estábamos tomando una caña en La Moderna y nos dijeron que se alquilaba el antiguo Chema, un sitio que tenía mucha fama en Jerez", recuerda Esther con brillo en los ojos. Fue por eso que no se lo pensaron: se lanzaron de lleno a crear su propio negocio.
Reconvirtieron el lugar
Tras muchas lágrimas y esfuerzos, llegó la pandemia. "Cuando estalló todo esto, nosotras habíamos empezado a despegar. Tener que cerrar justo entonces nos dejó muy tocadas", explican. Sin embargo, gracias al cariño y el apoyo de todos sus clientes han conseguido salir adelante.
Además, este emblemático café no solamente prepara sus propios platos caseros. También es un lugar abierto a la cultura: sus paredes albergan exposiciones de pintura y fotografía: "Montamos pequeñas exposiciones con los trabajos de los alumnos de la Escuela de Arte". Un café lleno de historia y de amor.