La federación española (1869)

La federación española ha existido y existe; la federación española ha sido una verdad, lo es, lo será siempre, si no en sus relaciones con el derecho público, porque este derecho la ahoga, al menos en sus relaciones con las costumbres y las prácticas: es decir, en sus relaciones con ese fondo permanente de vida y de genio que revela la existencia íntima de un país, y que viene a ser como un secreto de familia, a donde no llega la ley del tirano.

Recorramos nuestras provincias, todas nuestras provincias, y no tendremos que preguntar a nadie cuándo entramos en Andalucía, en Asturias, en Extremadura, en La Mancha, en Castilla, en Valencia, en Cataluña, en Aragón. El traje, las costumbres, los usos, el habla, hasta el acento, hasta los accidentes del terreno nos lo dirán (…)

Una provincia ¿es igual a otra provincia? No. Una ciudad ¿es igual a otra ciudad? No. Una aldea ¿es igual a otra aldea? No. Una hoja de un árbol ¿es igual a otra hoja? No. La sustancia es la misma; la cualidad es diferente. El ser es idéntico; el modo de ser es distinto. Todas son telas, pero cada tela tiene su rama, tiene su urdimbre, tiene su tejido, y cada tejido necesita una particular manera de tejer (…)

Éste es el pensamiento y el organismo de la federación: la patria es una; la nación es una; el pueblo es uno; pero la provincias, las ciudades y las aldeas son diferentes, y cada una se reviste del modo de ser que más conviene a su particular manera de vivir (…) Procuremos conocer España: dirijamos una mirada a nuestro alrededor y observaremos que cada comarca, cada palmo de tierra, nos ofrece algo original que no se parece a ninguna otra cosa.

Ninguno de nosotros ha creado a nuestro país. Ninguno de nosotros es amo del pueblo. Ninguno de nosotros puede exclamar “esta hacienda es mía”. Aquí hay un sujeto sobre todos los españoles. ¿Quién es? España. Ella vencerá al fin (…) La federación está en nuestra casa; vive entre nosotros como un individuo de nuestra sangre. La federación es una ley y una necesidad de nuestro país, necesidad y ley que han salido triunfantes de la barbarie del despotismo, porque son leyes y necesidades nativas. Este hecho, ese grande hecho, ha nacido y crecido aquí, como nacen y crecen las yerbas del campo. Las hierbas del campo nacen y crecen, porque deben nacer y crecer, haga la tiranía lo que quiera.

BARCIA Y MARTÍ, Roque: La federación española, Editor José María Faquineto, Madrid, 1869. Extraído de GUERRA SESMA, Daniel [Edit]: El pensamiento territorial del siglo XIX español, Athenaica, Sevilla, 2018.