En el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, la investigadora Rosa Arias valora la evolución de su sector en materia de igualdad: “El progreso está bastante estancado, queda mucho camino por hacer”, lamenta.
La fundadora de Science for Change, una iniciativa centrada en la innovación social en proyectos de ciencia ciudadana y medio ambiente, considera que “no es que ahora haya más mujeres en la ciencia que antes”, sino que “ahora se están empezando a visibilizar”. Por ello, recuerda a las compañeras que “están superestancadas desde hace muchos años”.
El techo de cristal
Arias señala que la menor presencia del talento femenino se observa “sobre todo cuando avanzas más arriba en la carrera investigadora”. Al matricularse en facultades de salud, “hay un mayor número de mujeres, cosa que se relaciona con nuestro papel tradicional de cuidadoras”, pero en especialidades como la física o la informática, su presencia “no llega ni a un 25%” y en doctorados y profesionales directamente “hay mucho gap de género”.
La solución pasa a su juicio por “el tema de los referentes” para “dar visibilidad a las mujeres” y que “las niñas vean que pueden hacer ciencia”. Eso y las actividades participativas, que “funcionan muy bien” para que los jóvenes descubran que “todo el mundo puede ser científico, no hace falta ser como Curie o Einstein; no hace falta ser hombre ni superinteligente ni nada especial, solo estar motivado”.
Ciencia contra la polución
La científica y consultora defiende el camino de la investigación desde la experiencia. Tras graduarse en Ingeniería Química y formarse en países como Finlandia, Países Bajos y Reino Unido, empezó a investigar hace 17 años y ahora gestiona proyectos científicos a nivel europeo.
“Estoy todo el día viajando, excepto ahora que hay pandemia”, explica. Su campo de especialización es la sostenibilidad, y en particular cómo reducir y gestionar la contaminación por olores que emite la industria.
El poder colectivo
Con todo, la trayectoria profesional de Arias la ha llevado a trabajar en otro frente en el que se centran sus proyectos actuales: la ciencia ciudadana, que ella describe como “una cosa bastante puntera e interdisciplinar para conectar la ciencia con la sociedad”. Un reto que se consigue motivando a un gran número de personas para que contribuyan al avance científico.
El valor de este método, según la científica y emprendedora, es que con la inteligencia colectiva y colaborativa “haces avanzar más rápido los procesos; quizás un superordenador tardaría incluso más”. Ya sea a través de videojuegos, observaciones o todo tipo de actividades, cualquier persona puede ayudar a descifrar genomas para varios tipos de cáncer, descubrir constelaciones o encontrar soluciones a problemas de contaminación.