Un equipo de científicos del Instituto de Investigación Van Andel (VARI) de Estados Unidos ha descubierto una importante conexión entre el apéndice y el párkinson que podría ser relevante para reducir las posibilidades de padecer esta enfermedad en un porcentaje del 19 al 25%. Tal y como refleja el estudio, el apéndice funciona como una reserva para las proteínas alfa-sinucleína, que están estrechamente ligadas con esta patología: “Hemos demostrado que el apéndice es un centro para la acumulación de formas agrupadas de proteínas alfa-sinucleína, que están implicadas en la enfermedad del párkinson. Este conocimiento será invaluable a medida que exploremos nuevas estrategias de prevención y tratamiento”, explica al respecto uno de los principales investigadores del estudio, el doctor Bryan Killinger.
Sin embargo, para que la reducción del riesgo a padecer párkinson sea efectiva, el órgano vestigial debe extirparse en una etapa temprana de la vida del individuo, es decir, años antes del inicio de la enfermedad, lo que sugiere al equipo científico que el apéndice podría participar en el inicio del párkinson. En el caso de extirpar el apéndice una vez haya dado comienzo el proceso de la enfermedad, éste no influirá ni positiva ni negativamente en su progresión, según las datos obtenidos.
Apendicectomía
Otra de las revelaciones del estudio es la demostración de que la apendicectomía puede retrasar la progresión de la enfermedad y, por lo tanto, retrasar el diagnóstico en un promedio de casi cuatro años.
El equipo del VARI analizó durante la investigación los datos del Registro Nacional de Pacientes de Suecia, una base de datos única que contiene diagnósticos médicos no identificados, e informes de la oficina Central de Estadísticas de Suecia, pudiendo elaborar una línea de estudio muy completa sobre esta enfermedad. “A pesar de tener una reputación innecesaria, el apéndice en realidad juega un papel importante en nuestro sistema inmunológico, en la regulación de la composición de nuestras bacterias intestinales y ahora, como lo demuestra nuestro trabajo, en la enfermedad de párkinson”, añade sobre la investigación la principal autora del estudio, Viviane Labrie.