El grupo de flamenco-rock acabó muy mal. Las Grecas tuvieron éxito, efímero, pero intenso. El precio, sin embargo, fue muy alto. Bob Pop (Madrid, 1971) --Roberto Enríquez-- no menciona en ningún momento las vicisitudes de las dos hermanas, Carmela y Tina, pero se le entiende todo. En ‘Como las Grecas’ (Debate), el periodista cultural ofrece un breve y potente ensayo sobre el consumo de alcohol, sobre por qué nos emborrachamos, con una clara advertencia, porque no se trata de lo que nos pase a cada uno de nosotros, sino a los que nos acompañan, a las personas que queremos. No es un buen negocio ir ebrio por la vida. Sin embargo….
Bob Pop experimenta, presenta frases de escritores y artistas y ahonda en la cuestión social. “Nada más triste que beber alcohol a solas porque hay una necesidad urgente de tocar manos y oír canciones y guitarra”, señaló Alejandra Pizarnik. “La dipsomanía es la versión alcohólica de la pornografía”, dijo Kingsley Amis. Para el periodista cultural, enfermo de esclerosis múltiple, la necesidad de emborrarse dependerá mucho de lo que se desee. ¿Entrarle a un hombre, --como homosexual—que se considera inaccesible? ¿Buscar en determinados ambientes ese ‘cariño’ que en otras condiciones no se querría visitar?
Un grupo de amigos se reúne para cenar. Bob Pop les pide que hablen sobre esa necesidad de beber. ¿Cuándo lo hacen, en qué momentos, cuándo recurrieron con más intensidad? El periodista registra sus voces e incorpora esos diálogos en el libro. El denominador común es que uno, en pareja, ya no bebe tanto. Que el ‘beber’ es social, y que se necesita para superar un freno a la hora de establecer relaciones con el sexo que se haya elegido. Bob tiene su propia teoría y es persistente a lo largo del breve ensayo. Beber “nos ancla al presente”.
¿Cómo? ¿Por qué? El presente es lo que importa, el ahora y aquí. “Beber alcohol, incluso cuando bebes en exceso, genera la sensación de ‘no hay futuro’, estoy viviendo el momento de un modo muy intenso. De hecho, es una forma de defenderse de la resaca. Sabemos que al día siguiente vamos a estar como unos zorros, pero en ese momento…”
Es un abandonarse al instante, un dejarse ir porque todo en la vida son frenos, de forma constante. Y ahí cada uno sabe cómo responde. El que se siente alegre y hace cosas que no haría nunca –y las hace porque sabe que tiene el ‘atenuante’ del alcohol—y el que se sincera y se entristece, diciendo algunas verdades del barquero. “Es ese proceso de no estar en la realidad, de salirte”, indica Bob Pop.
Beber porque forma parte de los hábitos de una generación. Porque sí. El periodista lo señala a partir del comentario de Maruja Torres: “Yo soy de tomarme uno o dos buenos whiskies al día. Sola o acompañada, me gusta. Mis amigos y yo los llamamos ‘paliativos’: ‘Vamos a tomarnos unos paliativos’, que está el mundo…’ Nos gusta, somos de aquella generación que bebía y que no deja de beber”.
¿Beber para ser más creativo? No, por favor. Bob Pop tiene claro que se debe saber diferenciar. El beber social, el beber para atreverse, el beber para dejarse ir, para vivir sólo el presente es una cosa. Y otra distinta la necesidad de estar muy sobrio para poder escribir. ¿Qué ha habido grandes escritores con una gran querencia al alcohol? Sí, seguro. Pero Bob Pop no quiere malas pasadas: “Hay que escribir sobrio porque se trata de una tarea peligrosa, tanto como conducir vehículos pesados, maquinaria agrícola o aviones de pasajeros. Conviene andarse con cuidado y bien alerta cuando se escribe porque la literatura tiene algo de invocación que nos exige prudencia y atención precisa”.
Bob Pop no se emborracha, no se lo puede tampoco permitir. Necesita cuidados, y no desea que su enfermedad empeore, o complique las cosas a sus cuidadores. Sí, uno lo pasó muy bien. Desde la distancia se recuerdan algunas borracheras. Pero, ¿valieron la pena? El periodista busca entender “por qué bebimos tanto”. Y en su ensayo algunas cosas sí se logran entender. Pero todo queda lejos, con una niebla muy densa.
Es divertido leer algunas frases, como las de Peter O’Toole: “Era joven, imbécil y borracho y me convertí en una parodia de mí mismo. Pero, joder, cómo me lo pasaba aquellos días en los que salía a echar un trago y me despertaba preguntándome: ‘¿Cómo coño he llegado yo a Marsella?’"
Como Las Grecas, sí, el título del libro de Bob Pop es evocador. Más allá de la idoneidad, el regusto es amargo. Es, sencillamente, la vida, con todos sus claroscuros.
El libro lo presenta Bob Pop en Barcelona este miércoles, junto a la escritora Belén Gopegui en Margarita Blue, las 19.00 horas, quien también hablará de su libro breve Pequeñas heridas mortales, dentro de la colección de ensayos de pequeño formato que ha iniciado la editorial Debate.