Gustave Flaubert (Ruan, 1821- Croisset, 1880) dedicó su vida a buscar la palabra exacta. Padre literario de Madame Bovary, es un escritor universal que también consagró su existencia a escribir y reescribir un diccionario. Obra póstuma publicada en 1913, se lo titularon: Dictionnaire des idées reçues (Diccionario de lugares comunes o Diccionario de tópicos). Con una biografía casi novelesca, fue uno de los grandes del realismo. Más volteriano que Voltaire, muchas de sus definiciones son tan surrealistas que se adelantaron al surrealismo. Sevilla: “Célebre por su barbero”
Militante de Francia, Francés: “El primer pueblo del universo”. A partir de ahí, su visión de otros países y pueblos es contundente. Alemanes: “Pueblo de soñadores (obsoleto)”. Ingleses: “Todos ricos”. Italianos: “Todos músicos, todos traidores”. Judío: “Hijo de Israel. Todos los judíos son vendedores de prismáticos”. Japón: “Allí todo es de porcelana”. Estornudar: “Es una broma ingeniosa decir: el ruso y el polaco no hablan, se estornudan”. Knut: “Palabra que molesta a los rusos”. Vascos: “El pueblo que mejor corre”. Chapurreo: “Forma de hablar de los extranjeros. Siempre hay que reírse del extranjero que habla mal el francés”. Y para ser más políticamente incorrecto y ganar pocos amigos, Emigrados: “Se ganaban la vida dando lecciones de guitarra y preparando la ensalada”.
Algunas profesiones tampoco salen bien libradas. Abogados: “Formulan apreciaciones torcidas”. Arquitectos: “Todos imbéciles. Siempre olvidan las escaleras de las casas”. Banqueros: “Todos ricos”. Carniceros: “Son terribles en tiempos de revolución”. Cirujanos: “Tienen duro el corazón: hay que llamarlos carniceros”. Dentistas: “Todos mentirosos”. Gramáticos: “Todos pedantes”. Notarios: “En la actualidad no hay que fiarse de ellos”. Obrero: “Siempre honrado, cuando no provoca motines”. Pobres: “Ocuparse de ellos equivale a todas las virtudes”. A los periodistas los sitúa en la voz Ajenjo: “Veneno súper-violento: un vaso y pereceréis. Los periodistas lo beben mientras escriben”. Y claro: Artistas: “todos farsantes”, París: “la gran prostituta”. Y algo muy actual: “Diputados: No hacen nada”.
Humanista de aquellos a los que nada humano les era ajeno, Flaubert también se interesó por la gastronomía y las artes del comer. Arenques: “La fortuna de Holanda”. Cuchillo: “Es catalán cuando la hoja es larga”. Pan: No se tiene idea de todas las porquerías que hay en el pan”. Ostras: “¡Ya no se las come! ¡Están demasiado caras!” Hombre de buen gusto, no dejó escapar a los políticos. Conservador: “Político de vientre abultado”. “Ministro: “Último escalón de la gloria humana”. Economía política: “Ciencia sin entrañas”. Con buena vista para las mujeres, sus opiniones son ahora más que polémicas. Pelirrojas: “V. Rubias, morenas y negras.” Rubias: “Más cálidas que las morenas (V. morenas)”. Morenas: “Más cálidas que las rubias”. Negras: “Más cálidas que las blancas”. Esfera: “Palabra casta para designar los senos de una mujer”.
Últimos consejos para escribidores. Clásicos: “Se supone que uno los conoce”. Literatura: “Ocupación de los ociosos”. Poeta: “Sinónimo noble de tonto”. Otros para evitarse problemas. Conversación: “Debe excluirse de ella la política y la religión”. Crucifijo: “Es apropiado en una alcoba y en la guillotina”. Corán: “Libro de Mahoma donde solamente se habla de mujeres”. Censura: “Útil, por más que se diga”. Todo ello, con la inteligente virtud de saber reírse de uno mismo. Diccionario: “Decir de él: está hecho para ignorantes”. No es el caso del de Flaubert.